Adiós, Marianne ("So long, Marianne" de Leonard Cohen)

Con música de Leonard Cohen y otra letra alternativa: "So long, Marianne" (Hasta siempre,Marianne).

ADIÓS, MARIANNE (J. M. Grande)

ADIÓS, MARIANNE ("So long, Marianne")

(Leonard Cohen con Otra Letra )


Bueno, Marianne, nos llega ya
el tiempo en que empieza a fallar
el cuerpo; sé que te iras muy pronto, 
y yo después, casi detrás.

Llegamos, tú y yo, Marianne
juntos al final:
ten mi mano, ten y cógela.

Siempre te recuerdo hermosa,
y siempre eras tan sabia, además,
y no hace falta que te diga
sabes de sobra que esa es la verdad.

Llegamos, tú y yo, Marianne
juntos al final:
ten mi mano, ten y cógela.

Como dos náufragos en Hydra
buscamos allí un lugar
que al cuerpo aliviara del frío
y que diera al alma la paz.

Llegamos, tú y yo, Marianne
juntos al final:
ten mi mano, ten y cógela.

Una casa, allá en la colina,
y en las colinas de tu piel
allí tu casa, aquí la mía y poco más:
solo aceituna, almendra y miel.

Llegamos, tú y yo, Marianne
juntos al final:
ten mi mano, ten y cógela.

Gracias te doy, Marianne
pronto te vas a marchar...
¿qué te diré que no te haya dicho?
¿y qué cantar? Lo canté ya.

Llegamos, tú y yo, Marianne
juntos al final:
ten mi mano, ten y cógela.

Bésame una vez más, bésame, Marianne,
no he renunciado a nuestro amor:
te queda el calor de mi mano y también
las notas de nuestra canción...

Nos vemos, tú y yo, Marianne
casi al llegar:
ten mi mano, ten y cógela.


OTRA VERSIÓN ORIGINAL

Leonard Cohen- So Long Marianne (lyrics)

Letra original:

Won´t you come over to the window, my little darling,
I'd like to try to read your palm.
I used to think I was some kind of gypsy boy
before I let you take me home.

So long, Marianne, it's time that we began
to laugh and cry and cry and laugh about it all again.

You know that I love to live with you,
but you make me forget so very much.
I forget to pray for the angels,
and then the angels forget to pray for us.

So long, Marianne, it's time that we began
to laugh and cry and cry and laugh about it all again.

We met when we were almost young.
It was down by the green lilac park.
You held on to me like I was a crucifix
as we went kneeling through the dark.

So long, Marianne, it's time that we began
to laugh and cry and cry and laugh about it all again.

For now I need your hidden love.
I'm cold as a new razor blade.
You left when I told you I was curious.
Did I ever say that I was brave?

So long, Marianne, it's time that we began
to laugh and cry and cry and laugh about it all again.

You are really such a pretty one.
I see you've gone and changed your name again.
And just when I climbed this mountainside
to wash my eyelids in the rain.

So long, Marianne, it's time that we began
to laugh and cry and cry and laugh about it all again.

Traducción:

¿Puedes asomarte a la venta, cariño?
Quisiera intentar leerte la mano.
Solía pensar que era una especie de gitano,
antes de dejar que me llevaras a casa.

Hasta la vista, Marianne, ya es hora de que empecemos
a reirnos y llorar y llorar y reirnos de todo.

Sabes que me gusta vivir contigo,
pero haces que me olvide de todo.
Olvido rezar a los ángeles
y luego ellos se olvidan de rezar por nosotros.

Hasta la vista, Marianne, ya es hora de que empecemos
a reirnos y llorar y llorar y reirnos de todo.

Nos conocimos cuando eramos jóvenes.
Fué en el parque lila y verde.
Me cogiste como si fuera un crucifijo
mientras nos adentrábamos de rodillas en la oscuridad.

Hasta la vista, Marianne, ya es hora de que empecemos
a reirnos y llorar y llorar y reirnos de todo.

Ahora, necesito tu amor oculto.
Siento frío como la hoja nueva de una maquinilla de afeitar
Te fuiste cuando te dije que era una persona curiosa.
¿En algún momento dije que era un tipo valiente?

Hasta la vista, Marianne, ya es hora de que empecemos
a reirnos y llorar y llorar y reirnos de todo.

Realmente, eres preciosa.
Veo que te has ido y has cambiado de nombre otra vez.
Alcanzo la cima de ese lado de la montaña
y lavo mis párpados con la lluvia.

Hasta la vista, Marianne, ya es hora de que empecemos
a reirnos y llorar y llorar y reirnos de todo.



COMENTARIOS
MEJOR, IMPOSIBLE
Puede parecer un atrevimiento; pero no sé inglés y, cuando escucho una canción me lleno de fantasías sobre sus letras. En esta ocasión confieso que algo sí conocía del contenido de este poema cantado. Es una muy hermoso tema del genial Cohen dedicado a su compañera y musa la noruega Marianne Ihlen, con la que convivió seis años. No es posible apreciar en las traducciones toda la belleza del texto. Pero la música me llevó a evocar el final de sus vidas; hasta una breve carta de despedida que alcanzó una divulgación mediática que multiplicaba la mítica relación. ¡No hay nada más poderoso que declarar el amor a las puertas de la muerte! Basándome en el texto más conocido (el que parece auténtico, tiene modificaciones sustanciales) construí esta adaptación en la mezclo sensaciones y paisajes de la isla griega de Hydra. El texto, casi un borrador manifiestamente mejorable, es mi pequeño homenaje a este cantante que es muchas veces el espejo en que me miro.



MARIANNE

La mujer a que se refiere el título es Marianne Ihlen (Marianne Jensen, tras su matrimonio con Alex Jensen que abandonó a Marianne con su hijo recién nacido en Hydra por otra mujer). Marianne se convirtió en amante y musa de Cohen durante seis años, tras enamorarse de ella nada más conocerla e inspiró varios temas de los álbumes Songs of Leonard Cohen (1967) y Songs from a Room (1969). La imagen de la joven noruega, sentada a la máquina de escribir en una habitación blanca, aparece en la contraportada de Songs From a Room. «Al presentar un momento tan íntimo ‒escribe Ian McGillis‒, Cohen aprovecha una potente mística mediterránea (Esa habitación estaba en Grecia, en la isla de Hydra).

Más tarde, los tres se mudaron a Montreal. Vivir con Cohen nunca fue fácil, pero un fuerte sentimiento pervivió entre ellos más allá de su ruptura al cabo de varios años. Cohen escribió «So Long, Marianne» cuando se separaron (sus traumas sentimentales acababan, a menudo, trasladados a las letras y títulos de sus canciones).


«Los años que pasamos en Hydra ‒contaba Marianne en 2005‒ fueron realmente buenos. Muy buenos. Nos sentábamos y caminábamos bajo el sol, escuchábamos música, nos bañábamos, tocábamos, bebíamos, discutíamos. y hacíamos el amor y… Fue absolutamente fabuloso, ya sabes, tenerlo así. Durante cinco años, fui siempre descalza (…) Y conocí a mucha gente hermosa. (…) Algunos están muertos. Muchos están muertos. (…) De repente te das cuenta de que ya no es posible comunicarse correctamente. Al final, no pudimos llegar a ninguna parte. No entendía qué decía él, ni entendía lo que yo decía. (…) Leonard se sumergió en su escritura y continuó con sus canciones. (…) A lo largo de los últimos 40 años, he seguido soñando con Leonard. Independientemente de si está con otra persona o de la escena que lo rodea, él es un sueño positivo. (…) Esta relación nuestra fue un regalo para mí. Y un regalo para Leonard, para no subestimarme por completo. Y eso es lo que fue. A partir de la ruptura, creo que también significó una especie de apertura vital para ambos, para bien o para mal».

 

A veces, la vida imita la poesía. Marianne murió en Oslo el 28 de julio de 2016, a los 81 años, víctima de una leucemia. Cohen, conocedor de su enfermedad, le escribió una carta poco antes de su muerte en la que decía: “Estoy solo un poco por detrás de ti, lo suficientemente cerca como para cogerte la mano. (…) Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero eso ya lo sabes. (…) Viaja segura, vieja amiga. Te veré al final del camino. Mi amor y gratitud”.

Cohen murió poco después, el 7 de noviembre de ese mismo año.



LA ÚLTIMA CARTA


La carta que Leonard Cohen le escribió a Marianne cuando esta yacía en su lecho de muerte se convirtió en un fenómeno viral tras el fallecimiento de ambos en 2016. A Ihlen le diagnosticaron leucemia en julio de 2016. Estando hospitalizada, un amigo cercano contactó con Cohen para informarle de la inminente muerte de la que fue su musa. Unas horas después, Cohen le hizo llegar una carta por medio de un correo electrónico. Ihlen murió pocos días después, el 28 de julio, tras haber escuchado el mensaje que Cohen le había enviado. A pesar de ser una nota íntima, pronto estaba en boca de todo el mundo.

El texto es considerado un tesoro, y no solo por los seguidores del poeta, cantante y compositor canadiense. Fue incluido recientemente en una colección epistolar, Written in History: Letters that Changed the World (Escrito en la historia: Cartas que cambiaron el mundo).

Tan solo unos días después del fallecimiento de Ihlen, la CBC, corporación de radiotelevisión pública en inglés de Canadá, contactó con su amigo Mollestad (director de cine). El 5 de agosto de 2016, el medio de comunicación publicó en su página web la entrevista radiofónica realizada al amigo de Ihlen junto con una transcripción imprecisa de la misma. En respuesta a una pregunta de la entrevistadora, Mollestad se atrevió a «citar» la carta de Cohen en su totalidad.


Bueno, Marianne. Ha llegado un momento en que somos tan viejos que nuestros cuerpos empiezan a fallar, tanto que creo que iré tras de ti muy pronto. Quiero que sepas que estoy tan cerca de ti que si extiendes tu brazo, creo que podrás alcanzar mi mano.

Siempre te he querido por tu belleza y tu sabiduría. No necesito decirte nada más, porque tú ya sabes todo de sobra. Solo quiero desearte un buen viaje. Adiós, vieja amiga. Mi amor eterno, nos vemos por el camino.

Poco después, el 7 de noviembre de 2016 fallecía Leonard Cohen. La carta fue inmediatamente rescatada por numerosos medios de comunicación y espacios informativos, que invitaron a la audiencia a centrarse en otro aspecto presente en la correspondencia: el vaticinio de Cohen («creo que iré tras de ti muy pronto») y la evocación de su propia muerte por medio de la imagen de la mano de Ihlen, como si le ofreciera acompañarle en su viaje.

A lo largo de los meses posteriores, la carta fue leída en los homenajes rendidos al desaparecido cantante, a menudo acompañada de diferentes versiones de So Long, Marianne, canción incluida en el primer álbum de Cohen, publicado en 1967. En noviembre de 2017, un año después de la muerte de Leonard, el hijo de este, Adam Cohen, añadió la carta a la letra de la canción en un concierto celebrado en su honor en Montreal, en el que participaron multitud de artistas reconocidos.

La carta de Cohen, aparentemente respaldada por su familia, forma parte de su legado. No habría nada que objetar si no fuera porque el contenido del mensaje, parece probado que no es el original del poeta canadiense. En su libro, Montefiore presenta lo que parece ser una reproducción bastante exacta de la carta escrita por Cohen, cedida por los gestores del patrimonio del músico canadiense. Las diferencias son considerables. El texto dice así:


Querida Marianne,

Estoy justo detrás de ti, tan próximo que podría tomar tu mano. Este viejo cuerpo se ha rendido, al igual que el tuyo, y el desahucio puede ocurrir en cualquier momento.

Nunca he olvidado tu amor y tu belleza. Pero eso ya lo sabes, así que no es necesario que diga nada más. Te deseo un viaje tranquilo, mi vieja amiga. Nos vemos por el camino. Todo mi amor y agradecimiento.
Leonard.


Además de ser un tercio más larga, la versión de Mollestad y la CBC contiene pequeñas pero significativas modificaciones que alteran el sentido del texto original.


HYDRA Y EL PARAÍSO

“Conocerás a un hombre que habla con lengua de oro”,
le vaticinó su abuela a Marianne Ihlen. Leonard Cohen efectivamente tenía ese "pico de oro" característico de los pájaros que cantan en el alambre.

La historia comenzó cuando, el por entonces desconocido poeta canadiense, llegó a la isla griega de Hydra, llevando consigo su guitarra, su famosa gabardina azul y su Olivetti verde: la misma en la que se ve escribiendo a Marianne en la contraportada de su disco, Songs from a room.

Transcurría 1960. La pequeña comunidad de artistas expatriados, residentes en la isla, representaba una continuidad del movimiento contracultural iniciado por los beatniks. Cohen, un rebelde con aspecto convencional, no tardó en integrarse. “Vivíamos bajo el sol, descalzos. Éramos muy pobres, pero muy felices. No había agua corriente, ni coches, solo burros y tardamos en tener electricidad”, recordaba con nostalgia Marianne, desde su casa en Larkollen, un pueblecito cercano a Oslo donde vivía con su actual marido, dedicada a pintar.

“Todo esto ocurrió hace muchas vidas. A mis años yo ya no contaría la historia como lo hace la joven Marianne, protagonista del libro que publicaron sobre mí”, dice Marianne Ihlen, al otro lado del teléfono, quejosa, en cierto modo, de las contradicciones que le provoca tener una parte importante de su vida unida a una personalidad tan pronunciada como la de Cohen. Aun así dice sentirse muy agradecida al hombre que supo ver lo que ella desconocía de sí misma. “Es muy honesto, uno de los hombres más honestos que he conocido, eso es lo que le hace ser tan buen poeta”, añade.


Comentarios

  1. A fines de junio de este año, Cohen recibió un e-mail de Jan Christian Mollestad, un amigo íntimo de Marianne, contándole que ella sufría de cáncer. En su última comunicación, Marianne le había contado a Cohen que había vendido su casa en la playa para asegurarse de que Axel estuviera a resguardo, pero nunca mencionó estar enferma. Pero bien, al parecer, sólo tenía algunos días más de vida. Cohen le respondió de inmediato:

    Bueno, Marianne, ha llegado este momento en que los dos estamos tan viejos y que nuestros cuerpos están deshaciéndose, y creo que te seguiré muy pronto. Que sepas que estoy tan cerca junto a ti que si estirases la mano, creo que alcanzarías la mía. Y sabes que siempre te he amado por tu belleza y tu sabiduría, pero no necesito decir nada sobre eso pues ya lo sabes bien. Pero bueno, sólo quiero desearte muy buen viaje: adiós, vieja amiga. Amor infinito, te veo al final del camino.

    Al cabo de dos días, Cohen recibió un e-mail de Noruega:

    Querido Leonard

    Marianne se adormeció lentamente fuera de esta vida anoche. Totalmente a gusto, rodeada de sus amigos íntimos.
    Tu carta llegó cuando ella aún podía hablar y reir con plena lucidez. Cuando se la leímos en voz alta, sonrió como sólo ella puede hacerlo. Levantó su mano, cuando dijiste que estabas allí junto a ella, lo bastante cerca como para alcanzarla.
    Le dio una profunda paz que estuvieras al corriente de su estado. Y tus deseos para el viaje le dieron fuerzas extras… En sus últimas horas, tomé su mano y le susurré “Bird on the Wire” mientras ella respiraba muy levemente. Y cuando abandonamos la habitación, luego de que su alma hubiera volado por la ventana hacia nuevas aventuras, la besamos en la cabeza y le murmuramos tus eternas palabras.
    So long, Marianne…
    http://sigilo-y-conticinio.blogspot.com/2016/10/cohen-oscurece_18.html

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