Papá Noél y la niña pequeña (artículos)
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Una canción perturbadora. Introducida por una música navideña nostálgica y melancólica nos va introduciendo en una historia de pederastia. Nos vemos sorprendidos por la seducción camuflada en el personaje y el traje de un perverso Papá Noel que, mira por donde, nos parece conocido; demasiado conocido… En el psicoanálisis del cuento de la cerillera faltaba esta milagrosa aparición “salvadora” del “bondadoso” personaje. Existen unas navidades muy oscuras, que solo percibiremos si prestamos atención. Cuando editaba el video y buscaba imágenes acordes con las secuencias de la canción iba encontrando parcelas de esas Navidades Negras. Papá pastel, tenía el apellido envenenado.
(Comentario del autor)
Opina René Fallet sobre esta canción en su libro “Georges Brassens»: Aparte de las cosas del amor, nos
preocupa poco en las canciones, la vida de las mujeres. Es en este sentido que
Santa Claus y la pequeña niña es un trabajo inusual. Brassens no tiene más que
piedad por la mujer que se vende a sí misma, no tiene más que desprecio por el
hombre que la compra. No tiene respeto por la barba blanca de este extraño
Santa Claus que "puso sus manos sobre sus caderas". En un lenguaje
perfecto y "sin una palabra más alta que la otra", mira el destino de
esta niña por la que se paga la cabeza y el cuerpo. Se inclina sobre ella y se
queja de ella en un verso, uno: ella nunca verá "El hermoso tiempo de la
abundancia".
(René Fallet en su libro “Georges Brassens” en un
extracto traducido libremente)
Papá Noel y la niña (1960).
En diciembre de 1966, se publicó un álbum titulado: El
comité francés contra el hambre presenta un disco de Navidad. Cuatro cantantes,
de diferentes compañías discográficas, acordaron ofrecer un tema
"puntero" de su repertorio. Charles Aznavour (Barclay): Navidad de
los magos, Dick Rivers (Pathé): Navidad de niños olvidados, Les
Compagnons de la chanson (CBS): Ángeles en nuestro campo y Brassens
(Philips)… Papá Noel y la niña pequeña. Un gerente de Philips, que
confiaba demasiado en el título, aceptó esta canción con demasiada rapidez,
convencido de que era una hermosa historia de Navidad. Sin embargo, estamos muy
lejos de un canto navideño de celebración.
Un pequeño coro de niños cantores tendría dificultades
para cantarla en el coro de una iglesia entre Noche de Paz y Adeste fideles. De
hecho, la niña de la canción es vendida a un extraño feligrés: viejo,
regordete, barbudo y rico… como Santa Claus. Nada lascivo todavía en esta canción
en tonos pastel, donde todo se sugiere, se toca ... con delicadeza y tacto, Brassens
cuenta la historia de una pobre princesa ("Tú, que no tenías nada en la
espalda ...") y un rijoso ricachón, con una gran bolsa de oro. La heroína
da paso a los apetitos de este tipo de mercader, no solo para dejar de pasar
frío sino también para acceder a una existencia lujosa. Si hay que rentabilizar
sus encantos, bien podría exigir lo máximo:
los esmaltes, las perlas, los rubíes ... No es como Bécassine que,
despreciando a sus ricos pretendientes, se entrega a un campesino. No, será más
bien la hermana de Sabine que un día vendió todo, su inocencia de paloma y su
amor… por una joya… Esto no es ni Zola ni Dickens sino la eterna historia de
Herodes comprándose los encantos de una joven diosa en zuecos. Brassens no
juzga, no se hace pasar por un consejero moral. Simplemente está triste. Al
ceder ante este culo cosido en oro, la bella criatura está sacrificando el
tiempo de la inocencia y la amistad, el hermoso tiempo de estar libre. Su joven
libertad frente a los lujosos regalos de un Papa Pastel necesitado de carne
fresca (pero la carne fresca, la carne tierna; anciano, es cara ...) Apreciamos
el progreso en la elección de los regalos: pan en su mesa, grano en su granero,
armiño en la manga, oro en la rama ... Uno se está despojando de su dinero, el
otro de su dignidad. El tema hubiera podido suscitar algunas groserías
disimuladas, pero sería subestimar la calidad y elegancia del poeta: "puso
sus manos en tus caderas". Aquí encontramos la escritura refinada de Pénélope,
El cordero de Panurgo, Saturno… Nótese que la belleza de las rimas en "au"
y "reed" suman encanto a esta canción. Podríamos comparar El
Papa Noel y la niña pequeña con Competencia desleal. ¿No describen
ambos el poder de estas fatales muchachas que tanto inspiran a los poetas?
Están estas niñas infelices, estas niñas que, aun chupándose el pulgar, se
involucran en el secuestro de los mayores y lo hacen de manera venal. Dos canciones, dos historias de niñas que
regatean por sus cuerpos. Ponemos nuestras manos en sus caderas. Sin embargo,
existe una diferencia notable entre los dos títulos: Competencia desleal
es extrañamente moralista; pero en El Papá Noel y la niña pequeña la
compasión de Brassens por su heroína es, sin embargo, perceptible. Es la misma ternura
que encontramos en su famosa "El lamento de las niñas de la
alegría", esta ternura del poeta por los gatos perdidos, por los niños
perdidos, que continúa angustiándonos.
(Extracto de la página “Los amigos de Brassens” en
traducción libre)
Es esta una canción nada alegre que sólo en apariencia
tiene que ver con la festividad cristiana que se anuncia. Aquí Papá Noel es el
representante por excelencia de esa parte del mundo masculino que siempre ha
basado su esencia y construido sus sociedades en la dominación, la posesión, el
comercio de cuerpos y mentes, y la violencia contra los más débiles y vulnerables.
Las razones y los pretextos pueden cambiar con el contexto: históricos, sexuales,
culturales, religiosos, bélicos… pero el objetivo es siempre el mismo:
controlar, someter y aniquilar. Hay poca diferencia entre quien abusa de un
niño, quien se folla a una chica tirada en la calle, quien golpea o mata a su
pareja, quien desfigura con ácido o mata a su hija que se rebela contra un
matrimonio concertado o quien, abusando de su posición de poder y prestigio,
compra, vende y consume carne humana como si fuera cualquier otra mercancía.
(Del blog “Canciones contra guerra”. Extracto con traducción libre)
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