Los compañeros primero (artículos)

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Este texto es una metáfora homérica. El título anuncia el contenido de la canción: la amistad a bordo de un barco. La amistad que une a la tripulación del barco está, por lo tanto, llena de acontecimientos, debido a disputas, por ejemplo; pero nunca se destruye por completo. El tema ha sido adoptado en toda Francia como un himno a la amistad e interpretado como tal en numerosos eventos y ocasiones en que se celebra esta virtud humana. Su música (que imita la marcha y bamboleo de una nave) es estimulante y pegadiza.

El texto comienza haciendo referencia a un hecho real que escandalizó a la sociedad francesa. Alude a los 147 náufragos supervivientes del barco La Medusa que, tras su hundimiento, el 2 de julio de 1816, quedaron a la deriva en una balsa construida apresuradamente, y en la que todos ellos, salvo 15, murieron en el transcurso de los 13 días que se tardó en rescatarlos. Los supervivientes tuvieron que soportar el hambre, la deshidratación, el canibalismo y la locura. El suceso llegó a ser un escándalo internacional, en parte porque sus causas fueron atribuidas a la incompetencia del capitán francés que actuaba bajo la autoridad de la reciente y restaurada monarquía francesa de Luis XVIII. Existe un cuadro al óleo "Le Radeau de la Méduse" de Théodore Géricault (1819) que refleja la tragedia en todo su dramatismo (lo incluyo en el video que acompaña la canción en el blog)

También aparecen referencias a Sodoma (la palabra sodomía procede de aquella ciudad bíblica destruida por el fuego divino). Sodoma y Gomorra, ciudades bíblicas que, en el Génesis, Dios destruyó a causa de la depravación de sus habitantes.

(Comentarios del autor)


Sobre la vida cotidiana de Brassens y su relación con la gente, tenemos algunos testimonios de sus convecinos en su refugio bretón. Georges Brassens era dueño de una casa en Lézardrieux que se encontraba cerca del puerto. "Vino a este lugar para estar tranquilo, pasear a su perro, para encontrar inspiración", explica Marie Laizet, directora de la oficina de turismo de Lézardrieux. El cantante apreciaba la tranquilidad de los habitantes, el clima gris ... y la charcutería local: "Compró dos salchichas de ajo cuando llegó", metros de salchichas durante su estadía de verano y "de 40 a 45 salchichas al salir, para ofrecer a sus amigos; era un ritual", recuerda el ex carnicero de Lézardrieux, quien las entregó en su casa. Todos los días, alrededor de las 7 de la mañana, “Georges se iba a tomar un café a Paimpol antes de ponerse a trabajar tranquilo en casa o descansar”, dice su antiguo vecino Gérard Beauverger. "Por la noche, bajaba a la orilla con su caniche negro que se bañaba, daba vueltas en el agua y no quería volver", se ríe de nuevo. La gata de Gérard se ha tranquilizado y ahora se recuesta en la ventana de la cocina donde Püppchen, la compañera de Brassens, invita a sus vecinos a compartir su lasaña. "Solíamos llamarlos el viernes, mi esposa hacía panqueques", recuerda Gérard.

El apego del cantante a Bretaña nació a mediados de la década de 1950, cuando acompañó a "la Jeanne", su amante y confidente que lo había escondido en París bajo la ocupación, a ver a su sobrino en Paimpol.


"Le encontré a la vuelta de la esquina", dice Michel le Bonniec, de 81 años, para quien Brassens se había convertido en "casi un hermano" en 1942. "Le gustó, la gente, especialmente, era menos exuberante que en el Sur: Georges apreciaba esta tranquilidad; la gente no saltaba sobre él para pedirle autógrafos. Lo saludábamos con un 'hola Georges' y eso es todo", recuerda. E insiste: "durante los últimos diez años de su vida, vino aquí cada verano. Vino a recargar sus baterías, le gustó el clima gris, y aquí la gente no le prestaba atención. A veces nos decía: ¿me juras que no puedes oírme cuando canto? No podíamos escucharlo porque la habitación estaba bastante aislada, así que estaba feliz; siempre temía molestar a la gente ". En Lézardrieux, "Georges" dejó el recuerdo de un hombre sencillo y cálido, improvisando ocasionalmente delante de un filete con sus amigos en casa. Lo cuenta uno de sus amigos, Pierre Mulot, de 82 años. En Paimpol, donde se organizó un homenaje en memoria de Brassens, el bar donde acostumbraba a acudir pasó a llamarse "Los amigos primero", después de su muerte. El hombre también fue generoso con Lézardrieux, "Cada verano, antes de irse, dejaba dos cheques por 200,000 francos viejos: uno para el club de fútbol y el otro para los ancianos.”

(Fuente no datada)


Al clásico grito de los naufragios: "¡Mujeres y niños primero!", Brassens responde: ¡Los amigos primero! Los poetas de la Edad Media y el Renacimiento, a menudo componía sus mejores obras por encargo. Los amigos primero (Los compañeros de a bordo) fue escrita para la película "Los amigos" por cortesía para con Yves Robert. No era una tarea cualquiera. El tema elegido no era como para despacharlo con cualquier cosa. Canciones de amor, hay miles, y algunas buenas. Las canciones de amistad se cuentan en los dedos de la mano y Brassens tuvo la habilidad de tocar el corazón con sus "amigos primero". ¿Cómo no nos íbamos a conmover cuando oímos la voz de este hombre decir: "Cuando uno de ellos estaba desaparecido a bordo, era porque estaba muerto -sí- pero nunca después su agujero en el agua se cerraba"

(René Fallet en “George Brassens”, en traducción libre)

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