L'orphelin (Opiniones)

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Canción corrosiva que atenta contra los valores familiares al uso. La tristeza del huérfano está tratada aquí con ironía cercana al cinismo.

En contradicción con otras canciones del propio Brassens (“Maman, papa”, “Les quatre bachelliers”) y de las opiniones sobre sus padres recogidas por sus amigos y publicadas (Pierre Nicolás), Brassens se burla de los hipócritas sentimientos de pena que producen los huerfanitos. Los contrasta con las prebendas que obtienen (El mejor trozo de pastel, la semana de cuatro jueves, el interés de las niñas por su luto elegante…), se burla de su pérdida (¡ojalá tuviera más padres que perder!), apela a darse prisa en adquirir el status (antes de llegar a la edad canónica, donde perderá sus privilegios…), frivoliza con la muerte (al contrario del poema que musicó “Pensees des morts”), cuestiona el amor filial (al contrario que en su conmovedora “La marche nupciale”) y de forma explícita lo contrario en “Ce n'est pas tout d'être mon père”: L'enfant naturel, l'orphelin est malheureux et je le plains, mais, du moins, il n'est pas tenu au respect d'un père inconnu (‎El niño natural, el huérfano es infeliz y me compadezco de él, pero, al menos, no está obligado por el respeto de un padre desconocido).

Una canción, en suma, para tomársela a broma (hacerlo en serio, sería monstruoso).

Pierre Nicolas contó en una ocasión que cuando Brassens estaba cantando en Marsella le informaron de la muerte de su madre Elvira en Sète (el 31 de diciembre de 1962). Brassens hizo el viaje de ida y vuelta durante el día, ya que esa noche iba a actuar en el Alcázar. Elvira nunca lo había visto en el escenario. Esa noche, después de cantar La Marche nuptiale, Brassens se acercó a Pierre Nicolas con lágrimas en los ojos y le dijo: "Esta noche, por primera vez me ve cantar...". ¡Sí existía amor y respeto filiar! Pero una canción es solo una canción… Y, respeto aparte, hay cosas socialmente cuestionables en la forma que ciertas personas (hipócritas) tienen de tratar a los huerfanitos…

Es el Brassens de “La fesse”, el Brassens irrespetuoso con normas y convenciones sociales; el Brassens que aborrece la hipocresía (“La conplainte des filles de joie”) del que no llega a percibir en una puta su propia filiación… Un Brassens corrosivo como pocas veces al que, sin embargo, perdonamos estas subidas de tono al igual que lo hacemos con sus canciones “paillardes” o sus alegatos contra cualquier tipo de guerra…

Una nota para investigar: La información de las fuentes más conocidas sobre las canción aseguran que la letra es de Brassens, pero la música corresponde a J. Bertola. Sin embargo he localizado una grabación casera de G. Brassens casi desconocida donde aparece la melodía asociada a otra canción. Se trata de La Commune (L. Marchand - A. Bruant) y está interpretada por Georges Brassens. Antoine Bial encontró a los autores de la canción: letra de Louis Marchand, música de Aristide Bruant. (Puedes escucharla en este enlace: https://youtu.be/m0AVxyZdmgI?t=31

(Comentarios del autor)


L'Orphelin, lo recomiendo a todos aquellos, que los hay que pierden a sus padres después de los cincuenta años.

cincuenta años. Se dice que Brassens lo empezó a escribir a la semana de morir su padre. Tras enumerar los numerosos beneficios de que gozan los jóvenes huérfanos, termina con esto:

Así que, hijo mío, si tienes
que ser huérfano, date prisa:
Si vas a perder a tus queridos padres
pequeño, no esperes a ser mayor
con la edad, es bastante normal
que las heridas del corazón
no se se curen bien.
Muchas veces, incluso, ¡hola!
ya no cierran

(“Brassens y yo” por Maxime Le Forestier. Extracto en traducción libre)



Duelo y orfandad. La orfandad de la primera hora no es necesariamente digna de lástima, nos canta Georges Brassens. Recordemos que el dolor de la pérdida no se extingue con la vejez y que podemos sufrir mucho por la muerte de nuestros seres queridos cuando, un triste día, nos convertimos en huérfanos a nuestra vez. Es un momento crucial en la vida, un momento de inquietante extrañeza, nos habría susurrado Sigmund Freud al oído. También es el momento que dice que nuestra generación estará en el próximo coche fúnebre. Un pie ya en la muerte, el nuestro, sin más mamá o papá que estrechen nuestra pequeña mano en la suya.

(C. Gallopin en “Diccionario impertinente de la vejez”. Extracto en traducción libre)

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