Las maltratadoras (artículos)
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La canción pertenece al disco: Trompe la mort (1976).
Brassens mira a las mujeres en la mayoría de sus canciones con el mismo afecto, ya sean pastoras mimosas, chicas de la alegría, monjas amantes del onanismo (La religieuse), maestras de escuela cuya pedagogía reside enteramente en los besos, o Penélope entre sus sábanas vacías, temiendo que el cielo la castigue por imaginar tan solo el poner su carne femenina en los brazos de otro Ulises. Brassens la insta a no sentirse culpable y a correr por el campo... Por último, está la amante a la que se tiene el honor de no pedir la mano en matrimonio (La non-demande en mariage) porque no se quiere una cocinera ni una sirvienta, sólo amor y deseo, sin el rescate de la vida cotidiana. Uno podría sopesar estos textos con otros (Les Casseuses, Misogynie à part) y sorprenderse de encontrar a Brassens tan machista como feminista; pero eso sería razonar con espíritu maniqueo, intentar simplificar la complejidad de un hombre y de una obra dividiéndola nítidamente en dos, lo que no puede hacerse; porque en Brassens, como en tantas otras almas, conviven contradicciones y matices. Su discurso, su obra -considerada en su conjunto- y la forma en que llevó su vida dan testimonio de una mente cuyas ideas no pueden resumirse en una sola palabra, frase o declaración.
“Ciertamente, Brassens busca lo esencial de la mujer. Siempre es ella la que hace cornudos a los hombres, salvo en casos excepcionales y esto es un rasgo llamativo en sus canciones porque, en vida, Brassens era todo lo contrario; pero sabía que parte de su público era relativamente machista y se adaptó a él en cierto modo. Por otro lado, hay una docena de canciones que son el perfecto opuesto de este espíritu sexista, como “La non-demande en mariage”, por nombrar la más conocida -un monumento a la igualdad entre sexos- o “Je me suis fait tout petit”. Al final, Brassens jugó a dos bandas, sin tratar de racionalizarlo.” (Salvador Juan).
Ya sea en "Misogynie à part” o "les Casseuses" uno puede escuchar una acusación contra la mujer. Ambas revelan mucho humor y podemos adivinar aquí la sonrisa esquinada de Georges Brassens deleitándose al ver el aspecto ofendido de "celles qui nous les cassent" (los que nos los rompen), expresión cuyo significado nunca ha sido explicado por el autor. A menudo acusado de misoginia por sus detractores, Brassens siempre se ha defendido de tales insinuaciones. Vamos a escucharlo justificándose durante una entrevista radiofónica: "La mujer es el tema principal de mi trabajo y generalmente es tratada con gran estima y veneración. Y no solo me interesaba la ninfa joven y seductora, sino todas las mujeres. Bajo todas las condiciones. De todos los orígenes y edades. Si mi enfoque siempre ha consistido en glorificar al ser humano por lo que tiene de grandeza, de nobleza de alma; por el contrario, necesariamente me he visto obligado a denunciar la mediocridad, la bajeza. Pero, como tal, los hombres han sido más a menudo el objeto de mis denuncias. Así que, si he vilipendiado virulentamente a algunas musarañas culpables, convengamos en que he tratado a hombres y mujeres como iguales. Y cuando he denunciado a alguna pesada molesta, normalmente les concedí algún valor de redención".
Es cierto que este punto de vista es muy subjetivo ya que el autor se defiende. Sin embargo, se puede añadir a su favor que su trabajo en realidad trata tanto de las hijas de María como de las hijas de una marie-salope (perra-maría) y que, si las mujeres lo pasaron mal, los hombres no se libraron (95 por ciento). Muchas tesis académicas también han abundado en esta dirección y han exonerado totalmente al poeta de la más mínima intención de misoginia. La mejor prueba de la buena fe del autor se obtiene leyendo sus textos más bellos en homenaje a la mujer. Nos permiten descubrir un Brassens muy tierno y apasionado. Como él dijo: "Las mujeres en general son más generosas, más altruistas que los hombres. Ella es más grande en amor".
Brassens mira a las mujeres en la mayoría de sus canciones con el mismo afecto, ya sean pastoras mimosas, chicas de la alegría, monjas amantes del onanismo (La religieuse), maestras de escuela cuya pedagogía reside enteramente en los besos, o Penélope entre sus sábanas vacías, temiendo que el cielo la castigue por imaginar tan solo el poner su carne femenina en los brazos de otro Ulises. Brassens la insta a no sentirse culpable y a correr por el campo... Por último, está la amante a la que se tiene el honor de no pedir la mano en matrimonio (La non-demande en mariage) porque no se quiere una cocinera ni una sirvienta, sólo amor y deseo, sin el rescate de la vida cotidiana. Uno podría sopesar estos textos con otros (Les Casseuses, Misogynie à part) y sorprenderse de encontrar a Brassens tan machista como feminista; pero eso sería razonar con espíritu maniqueo, intentar simplificar la complejidad de un hombre y de una obra dividiéndola nítidamente en dos, lo que no puede hacerse; porque en Brassens, como en tantas otras almas, conviven contradicciones y matices. Su discurso, su obra -considerada en su conjunto- y la forma en que llevó su vida dan testimonio de una mente cuyas ideas no pueden resumirse en una sola palabra, frase o declaración.
“Ciertamente, Brassens busca lo esencial de la mujer. Siempre es ella la que hace cornudos a los hombres, salvo en casos excepcionales y esto es un rasgo llamativo en sus canciones porque, en vida, Brassens era todo lo contrario; pero sabía que parte de su público era relativamente machista y se adaptó a él en cierto modo. Por otro lado, hay una docena de canciones que son el perfecto opuesto de este espíritu sexista, como “La non-demande en mariage”, por nombrar la más conocida -un monumento a la igualdad entre sexos- o “Je me suis fait tout petit”. Al final, Brassens jugó a dos bandas, sin tratar de racionalizarlo.” (Salvador Juan).
(Emisión de Frace Culture. Serie Georges Brassens noous rend heureux. Épisode 3)
Ya sea en "Misogynie à part” o "les Casseuses" uno puede escuchar una acusación contra la mujer. Ambas revelan mucho humor y podemos adivinar aquí la sonrisa esquinada de Georges Brassens deleitándose al ver el aspecto ofendido de "celles qui nous les cassent" (los que nos los rompen), expresión cuyo significado nunca ha sido explicado por el autor. A menudo acusado de misoginia por sus detractores, Brassens siempre se ha defendido de tales insinuaciones. Vamos a escucharlo justificándose durante una entrevista radiofónica: "La mujer es el tema principal de mi trabajo y generalmente es tratada con gran estima y veneración. Y no solo me interesaba la ninfa joven y seductora, sino todas las mujeres. Bajo todas las condiciones. De todos los orígenes y edades. Si mi enfoque siempre ha consistido en glorificar al ser humano por lo que tiene de grandeza, de nobleza de alma; por el contrario, necesariamente me he visto obligado a denunciar la mediocridad, la bajeza. Pero, como tal, los hombres han sido más a menudo el objeto de mis denuncias. Así que, si he vilipendiado virulentamente a algunas musarañas culpables, convengamos en que he tratado a hombres y mujeres como iguales. Y cuando he denunciado a alguna pesada molesta, normalmente les concedí algún valor de redención".
Es cierto que este punto de vista es muy subjetivo ya que el autor se defiende. Sin embargo, se puede añadir a su favor que su trabajo en realidad trata tanto de las hijas de María como de las hijas de una marie-salope (perra-maría) y que, si las mujeres lo pasaron mal, los hombres no se libraron (95 por ciento). Muchas tesis académicas también han abundado en esta dirección y han exonerado totalmente al poeta de la más mínima intención de misoginia. La mejor prueba de la buena fe del autor se obtiene leyendo sus textos más bellos en homenaje a la mujer. Nos permiten descubrir un Brassens muy tierno y apasionado. Como él dijo: "Las mujeres en general son más generosas, más altruistas que los hombres. Ella es más grande en amor".
(Extracto de “Brassens misógino” en Wikibooks, en traducción libre)
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