La caza de Mariposas (artículos)
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Brassens suele ser pesimista sobre la permanencia del amor humano, pero en esta canción alegre y obscena sugiere que la pasión sexual extrema es capaz de unir a una pareja, si el destino lo desea, en una unión feliz y duradera.
Esta canción escrita hacia los 25 años, registrada el 21 de octubre de 1952 y registrada nuevamente el 18 de enero de 1955; pertenece a ese grupo de temas que plantea situaciones que conducen a aventuras: Brassens multiplica las historias en las que una situación excepcional o inesperada sirve como pretexto y ocasión para la aventura amorosa. Podemos citar como tales: La tormenta, La caza de mariposas, El paraguas, En el agua de la fuente clara o el El almendro...
En Las trompetas de la fama, Brassens se define a sí mismo como oscuro y bucólico revelando así dos aspectos de una personalidad rica en estas contradicciones esenciales que enriquecen una obra como la suya. Las dos caras de su debut no dejaban de desconcertar a unos y de encantar a otros. Desde sus primeros discos se impone la leyenda. A menudo son los malentendidos los que alimentan las leyendas, luego el artista puede mantener la duda para embellecer la historia. Brassens dio la apariencia de un poeta grave y a veces oscuro (Pobre Martin, No hay amor feliz...) en contraste con la voluntad, la de un cantor cuya inspiración campestre y campechana (¡él, que afirmaba no amar el campo!) iba a ofrecernos algunos estribillos inolvidables (Brave Margot, Les sabots d'Hélène ...)
Un manuscrito de la canción, que data del 2 de abril de 1950, nos revela un verso inédito que no encontrará gracia finalmente a los ojos del poeta:
En el pequeño teatro pastoral de Brassens La caza de las mariposas ocupa un lugar destacado. Sus decasílabos bailan sobre dos rimas ligeras y graciosas. Los censores de la época no se escandalizaron por su brizna de erotismo:
Ciertamente, no había aquí nada como para azotar a un gato del poeta, pero en aquellos tiempos los censores tachaban más rápido que su sombra, y una sola palabra en una canción bastaba para ser crucificado, al menos en las antenas. Brassens confió a Jacqueline Cartier (en 1958): “Tengo que trabajar mucho para hacer una canción. Es un trabajo duro. “La mala reputación me llevó años” [...] En “La caza de las mariposas”, por ejemplo, "un buen pequeño diablo" era la décima expresión en una lista en la que había intentado "feliz ladrón", "buen conductor"...” Viene a cuento aquí una divertida anécdota: en el programa de FR3 (1973), «¿Por qué tienes el pelo blanco?», para ilustrar La margarita los realizadores hacen correr, saltar, revolotear por un prado a un... ¡sacerdote con sotana! y, como si su maldito gorro fuera una red, imita ¡la caza de mariposas! Cierto es que el guion está firmado en codirección con un tal... René Fallet.
Boris Vian ha comentado acertadamente el arte de Brassens: La manera de cantar de Georges Brassens es a menudo comparable a la de los cantantes de blues, sobre todo por su puesta en escena y su manera de atacar un poco tarde en el acompañamiento, tan característico en La caza de las mariposas. La nitidez del estilo de Brassens y la frescura de su expresión lo emparentan, por otra parte, con los cantantes folclóricos negros en lo que se refiere al contenido mismo de sus canciones. La caza de mariposas es una canción soleada. No hay duda de que ese dulce lepidóptero, puesto en el mango de su guitarra, trajo suerte a Brassens. Más de medio siglo después, esta canción se deslizó entre las garras del tiempo para llegar hasta nosotros con el mismo brillo, la misma juventud.
Esta canción escrita hacia los 25 años, registrada el 21 de octubre de 1952 y registrada nuevamente el 18 de enero de 1955; pertenece a ese grupo de temas que plantea situaciones que conducen a aventuras: Brassens multiplica las historias en las que una situación excepcional o inesperada sirve como pretexto y ocasión para la aventura amorosa. Podemos citar como tales: La tormenta, La caza de mariposas, El paraguas, En el agua de la fuente clara o el El almendro...
(Comentarios de fuente no datada)
En Las trompetas de la fama, Brassens se define a sí mismo como oscuro y bucólico revelando así dos aspectos de una personalidad rica en estas contradicciones esenciales que enriquecen una obra como la suya. Las dos caras de su debut no dejaban de desconcertar a unos y de encantar a otros. Desde sus primeros discos se impone la leyenda. A menudo son los malentendidos los que alimentan las leyendas, luego el artista puede mantener la duda para embellecer la historia. Brassens dio la apariencia de un poeta grave y a veces oscuro (Pobre Martin, No hay amor feliz...) en contraste con la voluntad, la de un cantor cuya inspiración campestre y campechana (¡él, que afirmaba no amar el campo!) iba a ofrecernos algunos estribillos inolvidables (Brave Margot, Les sabots d'Hélène ...)
Un manuscrito de la canción, que data del 2 de abril de 1950, nos revela un verso inédito que no encontrará gracia finalmente a los ojos del poeta:
La gamine alors lui tient ce langage
Quel bonheur d’aller courir les sillons
Si le cœur t’en dit qu’il répond, j’ t’engage
J’ t’emmène à la chasse aux papillons
La chica le dice entonces
Qué alegría es recorrer los surcos
Si te apetece, te contrato
Te llevaré a cazar mariposas
En el pequeño teatro pastoral de Brassens La caza de las mariposas ocupa un lugar destacado. Sus decasílabos bailan sobre dos rimas ligeras y graciosas. Los censores de la época no se escandalizaron por su brizna de erotismo:
Sur sa bouche en feu qui criait «Sois sage!»
Il posa sa bouche en guise de bâillon…
Sobre su boca ardiente que gritaba "¡Sé bueno!"
Puso su boca como una mordaza...
Boris Vian ha comentado acertadamente el arte de Brassens: La manera de cantar de Georges Brassens es a menudo comparable a la de los cantantes de blues, sobre todo por su puesta en escena y su manera de atacar un poco tarde en el acompañamiento, tan característico en La caza de las mariposas. La nitidez del estilo de Brassens y la frescura de su expresión lo emparentan, por otra parte, con los cantantes folclóricos negros en lo que se refiere al contenido mismo de sus canciones. La caza de mariposas es una canción soleada. No hay duda de que ese dulce lepidóptero, puesto en el mango de su guitarra, trajo suerte a Brassens. Más de medio siglo después, esta canción se deslizó entre las garras del tiempo para llegar hasta nosotros con el mismo brillo, la misma juventud.
(Extracto de “Los amigos de Brassens” en traducción libre)
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