Historia de falsedad (artículos)
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La canción aparece en el disco Trompe la mort (1976). “Historia de un fraude” pertenece al grupo de canciones en las que son protagonistas los juegos lingüísticos. En ella aparece al menos 35 veces la palabra “falso” o “falsedad” o un sinónimo o una paráfrasis (“una llama sin humo” es la que da una falsa chimenea). Otras canciones similares serían: “Le temps ne fait rien à l’affaire” (en la que la palabra o el sonido con, “gilipollas” en español, aparece 39 veces), “Misogynie à part” (con la reiteración del lexema “enmmerd-”), ”La ronde des jurons” (con un interesante repertorio de tacos) etc..
En un mundo en el que todo es falso, en el que el artificio se ha convertido en la norma, en el que la sofisticación ostentosa está en todas partes, Georges Brassens nos regala una canción en la que denuncia el reino de los objetos, el materialismo y la ostentación...
La canción empieza con la visión de una "granja" en la que lo "falso" parece ser un hecho evidente, como si nuestras sociedades cultivaran todo lo que es falso. Esta granja que "destaca en un campo azul" ya parece ilusoria, a través de este fondo azul idealizado..."hierba sintética, falso boj, falso pozo...", la decoración acumula elementos donde lo natural ya no tiene cabida... Como en una sucesión de planos cinematográficos, descubrimos la granja progresivamente, al mismo tiempo que el narrador: tras una visión global, percibimos, entonces, todo tipo de detalles, y tenemos así la impresión de una proximidad con el poeta... A continuación, aparece "la dueña de la casa", cuya vestimenta encaja perfectamente con el escenario, ya que lleva un traje de "granjera de comedia". Todo es fingido, como en una obra de teatro, una comedia, y las perífrasis vienen a subrayar este aspecto sobrevalorado y caduco. A partir de ahí, el poeta parece completamente desubicado, ya que se presenta, con toda su sencillez, con "un pequeño ramo" soso y mustio, frente a los "lechos de flores falsas", con sus colores brillantes. Tras pisar "la hierba falsa", el narrador, que habla en primera persona, en una especie de confidencia, es invitado a entrar en la casa... También en este caso, la decoración se caracteriza por una serie de elementos falsos: "Una especie de fuego sin humo, un aparador falso de estilo Enrique II, la librería de madera falsa, libros falsos comprados al peso, Aubussons falsos, armaduras falsas, cuadros falsos en la pared..." El adjetivo "falso" se repite como leit-motiv, al principio del verso, subrayando la omnipresencia del artificio... Además, los objetos se multiplican en una enumeración denunciante de palabras a menudo en plural: vislumbramos un mundo invadido por el materialismo...Incluso los libros parecen formar parte de la decoración, y ciertamente no están destinados a ser leídos, pierden su función esencial, ya no son herramientas de cultura y conocimiento. Una vez más, el agricultor aparece ataviado con diversos adornos que se asemejan a la impostura: "Perlas y joyas falsas, lunares falsos en sus mejillas, uñas postizas en el extremo de los dedos..." E incluso el piano parece falso, ya que toca "notas falsas"... El comportamiento de la dama que se quita "el falso encaje" tampoco es sincero: finge modestia y no duda en mentir, interpretando el papel de virgen, mientras despliega sus encantos; actitudes totalmente contradictorias. El vocabulario de la falsedad se diversifica: "falsa fiebre, simulada", como para subrayar una propagación de la mentira y el artificio...
En cambio, emerge la sinceridad de los sentimientos del poeta: "Lo único remotamente sincero en esta historia de un falsificador... Es mi afición por ella". Georges Brassens insinúa también una especie de engaño sentimental cuando la dama se deja finalmente seducir por otro hombre, "un verdadero marqués de Carabás", alusión a un personaje de Le Chat botté, arquetipo del impostor que toma prestado un falso título de nobleza... Brassens contrasta así hábilmente sus sentimientos con el mundo materialista y falso que acaba de evocar. Frente a este mundo falso en el que a menudo vivimos, lo que realmente importa, la esencia de la vida, son los sentimientos que experimentamos... este es el mensaje que el poeta lanza aquí. Invocando a Cupido, Venus y los antiguos dioses, Brassens ironiza sobre la mala pasada que le hicieron... "Faux jeton, faux témoin", son expresiones coloquiales para referirse a ellos, con humor. Y la canción termina con una nota de autenticidad, ternura y humor: el poeta nos confía la verdadera felicidad que sintió, a pesar de todo, al seducir a la dama.
Encontramos en este texto todo el universo de Georges Brassens: cultura, referencias literarias, juegos de palabras, expresiones coloquiales, ternura, burla... Encontramos una sencillez, una modestia, un rechazo del artificio, una necesidad de sinceridad, todas estas cualidades que tienden a desaparecer en un mundo dedicado a la modernidad. Brassens, en cambio, nos recuerda que debemos centrarnos en lo esencial: la verdad de los sentimientos.
En cuanto a la melodía, nos traslada con ligereza a este caserío de mala muerte, en el que el poeta apenas se siente en casa y parece atrapado en un vértigo de objetos.
(Comentarios de Ramón Gª Toga en "Brassens en castellano")
En un mundo en el que todo es falso, en el que el artificio se ha convertido en la norma, en el que la sofisticación ostentosa está en todas partes, Georges Brassens nos regala una canción en la que denuncia el reino de los objetos, el materialismo y la ostentación...
La canción empieza con la visión de una "granja" en la que lo "falso" parece ser un hecho evidente, como si nuestras sociedades cultivaran todo lo que es falso. Esta granja que "destaca en un campo azul" ya parece ilusoria, a través de este fondo azul idealizado..."hierba sintética, falso boj, falso pozo...", la decoración acumula elementos donde lo natural ya no tiene cabida... Como en una sucesión de planos cinematográficos, descubrimos la granja progresivamente, al mismo tiempo que el narrador: tras una visión global, percibimos, entonces, todo tipo de detalles, y tenemos así la impresión de una proximidad con el poeta... A continuación, aparece "la dueña de la casa", cuya vestimenta encaja perfectamente con el escenario, ya que lleva un traje de "granjera de comedia". Todo es fingido, como en una obra de teatro, una comedia, y las perífrasis vienen a subrayar este aspecto sobrevalorado y caduco. A partir de ahí, el poeta parece completamente desubicado, ya que se presenta, con toda su sencillez, con "un pequeño ramo" soso y mustio, frente a los "lechos de flores falsas", con sus colores brillantes. Tras pisar "la hierba falsa", el narrador, que habla en primera persona, en una especie de confidencia, es invitado a entrar en la casa... También en este caso, la decoración se caracteriza por una serie de elementos falsos: "Una especie de fuego sin humo, un aparador falso de estilo Enrique II, la librería de madera falsa, libros falsos comprados al peso, Aubussons falsos, armaduras falsas, cuadros falsos en la pared..." El adjetivo "falso" se repite como leit-motiv, al principio del verso, subrayando la omnipresencia del artificio... Además, los objetos se multiplican en una enumeración denunciante de palabras a menudo en plural: vislumbramos un mundo invadido por el materialismo...Incluso los libros parecen formar parte de la decoración, y ciertamente no están destinados a ser leídos, pierden su función esencial, ya no son herramientas de cultura y conocimiento. Una vez más, el agricultor aparece ataviado con diversos adornos que se asemejan a la impostura: "Perlas y joyas falsas, lunares falsos en sus mejillas, uñas postizas en el extremo de los dedos..." E incluso el piano parece falso, ya que toca "notas falsas"... El comportamiento de la dama que se quita "el falso encaje" tampoco es sincero: finge modestia y no duda en mentir, interpretando el papel de virgen, mientras despliega sus encantos; actitudes totalmente contradictorias. El vocabulario de la falsedad se diversifica: "falsa fiebre, simulada", como para subrayar una propagación de la mentira y el artificio...
En cambio, emerge la sinceridad de los sentimientos del poeta: "Lo único remotamente sincero en esta historia de un falsificador... Es mi afición por ella". Georges Brassens insinúa también una especie de engaño sentimental cuando la dama se deja finalmente seducir por otro hombre, "un verdadero marqués de Carabás", alusión a un personaje de Le Chat botté, arquetipo del impostor que toma prestado un falso título de nobleza... Brassens contrasta así hábilmente sus sentimientos con el mundo materialista y falso que acaba de evocar. Frente a este mundo falso en el que a menudo vivimos, lo que realmente importa, la esencia de la vida, son los sentimientos que experimentamos... este es el mensaje que el poeta lanza aquí. Invocando a Cupido, Venus y los antiguos dioses, Brassens ironiza sobre la mala pasada que le hicieron... "Faux jeton, faux témoin", son expresiones coloquiales para referirse a ellos, con humor. Y la canción termina con una nota de autenticidad, ternura y humor: el poeta nos confía la verdadera felicidad que sintió, a pesar de todo, al seducir a la dama.
Encontramos en este texto todo el universo de Georges Brassens: cultura, referencias literarias, juegos de palabras, expresiones coloquiales, ternura, burla... Encontramos una sencillez, una modestia, un rechazo del artificio, una necesidad de sinceridad, todas estas cualidades que tienden a desaparecer en un mundo dedicado a la modernidad. Brassens, en cambio, nos recuerda que debemos centrarnos en lo esencial: la verdad de los sentimientos.
En cuanto a la melodía, nos traslada con ligereza a este caserío de mala muerte, en el que el poeta apenas se siente en casa y parece atrapado en un vértigo de objetos.
(Traducción libre de Brassens-chierdechanson.fr)
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