Engañando a la muerte (artículos)

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El tema pertenece al último disco publicado por Brassens en 1976 con el título de la canción: Trompe la mort. Editado 5 años antes de su muerte. Brassens tenía entonces 55 años.
"Trompe la mort” puede traducirse como “Engaño a la muerte” (jugarreta, torear, trampear...) Jesús Álvarez en su página "Brassens en español" abandona la literalidad con una frase sinónima un poco alejada del contenido: “Salud de hierro". El contenido de la canción está emparejado con el de “Le boulletin de santé”, en el que Brassens se burla de aquellos que quieren enterrarle antes de tiempo. Para la adaptación he seguido en buena medida la traducción publicada en su blog con las libertades y modificaciones necesarias para conservar el ritmo y rima, agilizar la interpretación y/o mejorar la comprensión del contenido. Para la edición del video he buscado imágenes sobre el teatro medieval (Brassens declaró en su tiempo que se sentía “jodidamente” medieval). Uno de los temas recurrentes en aquellas representaciones era “La danza de la muerte"; de ahí que se incluyan en el video fragmentos de grabaciones de esta tradición que aún persiste en España: Danzas de la muerte de Verger).
(Comentarios del autor)

“Según la enciclopedia Wikipedia, Engañar a la muerte” sería una respuesta a ciertos periodistas, vendedores ambulantes de rumores alarmistas. Brassens, de 55 años, sigue valiente y lo hace saber: "No es mañana del día anterior, Dios mío, despedidas".
(Wikipedia. Traducción automática)

Al acercarse la muerte, vienen a la cabeza variados sueños de inmortalidad. Brassens escribió esta canción en 1976, después de que aparecieran en los periódicos informes alarmistas sobre la gravedad de sus problemas médicos. Brassens sólo tenía 55 años. La canción afirma que está tan en forma como siempre y que aún le queda cuerda para rato: " C'est pas demain la veille, Bon Dieu, de mes adieux ". La canción explica que todos los síntomas que citan los periodistas no son más que sus pretensiones teatrales de hombre de espectáculo y se ocupa de cada uno de ellos. Sin embargo, la defensa que hace Brassens no es lo que parece. Sus excusas son deliberadamente absurdas, comenzando por la afirmación de que su pelo no se ha vuelto realmente blanco (como efecto dramático lleva una peluca blanca sobre el pelo negro azabache por el que era bien conocido). Termina con un último verso de farsa total.
Bajo la exageración cómica se esconde el triste mensaje de que los informes de los periódicos son correctos. El formidable Georges Brassens experimenta un grave declive físico y la muerte no está lejos. Le quedaban cinco años de vida después de escribir esta canción y murió en 1981.
(Extraído del blog de David Yendley)

"No es mañana el día antes de mi despedida ...", canta Brassens. Una semana antes de su regreso a Bobino, le contó a Danièle Heymann todo lo que pensaba sobre la fama, las "malas palabras", el dinero, el anarquismo ... Brassens no tiene nada que esconder. Está ahí, en su silla, en su chándal, su ropa de andar por casa. Responde: "No es que esté declarando que somos inmortales. Pero ¿por qué creemos que tenemos que conocer a la gente más de lo que ellos mismos nos dicen? Yo sabía poco de mi padre, tú no sabes de mí. Yo no tengo nada que ocultar. Nada que esconder a la gente honesta. Lo que digo en mis canciones es lo mejor que puedo hacer ". Es verdad. Siempre ha sido verdad. Quizás más ese año que nunca. Sus canciones pobladas de policías y bribones, rascatripas y funerarias, princesas y putas; esas canciones que nos unen a todos, de hecho, se le parecen. Él estaba allí. Cumpliría 55 años el 22 de ese mes. Había pasado un cuarto de siglo desde que el éxito lo violó. Saturno se esmeró con su bigote. Coge su guitarra: "¿Quieres escuchar mi canción de entrada? Se llama Trompe la mort ...
"Con esta nieve en abundancia
Que cubre, cubre mi cabello:
¿Podrías creer, a primera vista,
que me blanqueo bajo el arnés? (que me vuelvo viejo)
Bueno, damas y caballeros,
No es más que polvo en el espejo ...
No es hoy la víspera ¡buen Dios!
De mis despedidas ".
Como no estaba pensando en desengancharse, ¿todavía tenía, mientras cantaba, una cierta sensación de eternidad?
"¿Qué eternidad? En veinte años, no hablaremos el idioma que hablo ahora. No lo hablamos ya. Es convencional. Supongo, de entrada, que los chicos que me escuchan saben quiénes son Hipócrates o Esculapio. Aunque esto no es necesariamente cierto ".
(Entrevista en L'Express, 11 de octubre de 1976, tras el lanzamiento del disco)

Se aproxima el centenario del nacimiento de Georges Brassens. Nacido hace un siglo, el cantante francés ha marcado a varias generaciones, incluso después de su muerte hace cuarenta años.
“Entonces, como por arate de magia, cuando haya que levantar el campamento, considerando que se interpreta la farsa; yo muy contento, y juguetón, me exhumaré y saldré de la bóveda para hacer una reverencia bajo los aplausos. No es hoy la víspera, Dios mío, de mis despedidas”, cantaba Georges Brassens en 1976 en su canción “Trompe la mort”. La Parca, sin embargo, no se dejó engañar, porque frente a ella hubo de rendirse el 29 de octubre de 1981. Siete días después de haber celebrado sus sesenta años. Y sus fans pueden esperar: todavía no ha salido de su bóveda en el cementerio de Le Py de Sète ...
Para su centenario se esperan grandes homenajes… La Parca se removerá un poco en su propia tumba, de alguna manera ha sido trompeada.
(Comentario del autor)

Decididamente, Brassens, en su escritura y en sus composiciones, se diferenciaba de todos los demás, fuera cual fuera el tema. Con picardía, adoptó la postura contraria a lo razonable; pero también y sobre todo a lo pactado, siguiendo el ejemplo de Sthendhal que, en palabras de Sanitt'BVeuge "le gusta ser imprevisible en todo y no soporta lo pactado en nada".
Así, a diferencia de muchos cantantes que se despiden del escenario (a veces por poco tiempo), Brassens canta una canción de no despedida, una canción de falsa salida en la que, como define la expresión, el artista finge abandonar el escenario, se toma un breve descanso tras las cortinas y luego vuelve a entrar en él para satisfacer las llamadas del público. Esta actitud nos recuerda la divertida letra de una canción de Anne Sylvestre titulada “Fausse sortie”:
Fue una finta / Si me fui
Siempre tengo miedo / de que parezca verdad.
Sin embargo, por desgracia, Trompe-la-mort, la canción que pretendía tranquilizar a los admiradores de Brassens, resultó ser una verdadera canción de despedida. Georges estaba a punto de experimentar su último Bobino... una intuición inquietante que acabó dando la razón a los que, a lo largo de su carrera, quisieron enterrarlo demasiado rápido... Trompe-la-mort forma parte de su primer disco publicado en 1976 bajo el sencillo título de Nouvelles chansons. Se grabó en los cuatro primeros días de noviembre del mismo año. Brassens canta esta canción en público antes de que se grabara. André Tilleu cuenta que la composición de la canción comenzó a principios de 1975 y terminó en 1976, el día de la inauguración del Bobino. No fue, como algunos pensaron, inspirado por los primeros síntomas de su cáncer, que no apareció hasta 1979.
En el estreno de su espectáculo en la ilustre sala de la rue de la Gaité, tuvo tres lapsos de memoria ese día, lo que le obligó a detenerse y disculparse ante el público: "No me lo he aprendido de memoria". Un público especialmente cálido, deseoso de reencontrarse con el poeta después de más de cuatro años de ausencia, aplaudió con más ahínco cada lapsus de memoria.
Trompe-la-mort, el apodo que Balzac dio a Vautrin -uno de los personajes más célebres de La Comédie humaine- no podía sino encantar a Brassens por su fascinación por la muerte, su pompa y su ceremonia.
Uno de sus allegados recuerda que, cuando cenaba con amigos, a veces bromeaba señalándoles con la mano derecha: "¿Quién de nosotros, de los que estamos alrededor de esta mesa, será el primero en irse?” Inconsciente, o más bien muy consciente de la emoción que despertaba esta frase, que rompe uno de los tabúes que más ansiedad provocan en el ser humano, Georges se rió ante la mirada desanimada de sus anfitriones.
Trompe la mort, esta burla del paso del tiempo, es en cierto modo la continuación del “Bulletin de santé”. Es una canción de optimismo, pero de un optimismo demasiado obvio para ser creído. La desesperación parece ocultar su nombre utilizando el humor. "Pero yo no he muerto, no, no, no, ¡tres veces no! de este misterioso mal cuyo nombre está oculto". Las Parcas, que tienen fama de no ser ni ingeniosas ni delicadas, acabaron por infligirle ese misterioso mal cuyo nombre ya no se ocultaba.
Sólo le quedaban entonces cinco años de vida y planeaba un regreso a los escenarios en 1978 o 1979, y un nuevo disco.
Pero no pudo "intentar acortar / El avance del tiempo que corre..." ¡El viejo canalla acabó sacando lo mejor de un poeta tan irreverente con él! Trompe-la-mort, una canción circunstancial con un léxico impecable, es sin duda la más autobiográfica. No se priva en ella del habitual guiño literario: encontramos esta famosa línea: "En làchant la bonde à vos pleurs" (En obstruyendo tus lágrimas) en referencia a Jean-Jacques Rousseau en “Les Confessions”: "Je l`chai la bonde à mes larmes" (Quité el tapón de mis lágrimas). La última estrofa es la más conmovedora porque más allá de la burla concluye la intemporalidad de una obra y la inmortalidad de un autor:
Et puis, coup de théâtre, quand
Le temps aura levé le camp
Estimant que la farce est jouée
Moi tout heureux, tout enjoué
J'm'exhumerai du caveau
Pour saluer sous les bravos
C'est pas demain la veille, bon Dieu
De mes adieux.
Y luego, en un efecto teatral, cuando
Haya pasado un tiempo,
Creyendo que ya se ha consumado la farsa Yo tan feliz y tan jovial
me exhumaré de la tumba
para saludar bajo las aclamaciones
No estaos en la víspera, buen Dios,
de mis despedidas.
A Brassens nunca le faltaron bravos, ni esa noche, ni en el transcurso de sus treinta años de canto, hay aclamaciones que tienen el sabor de la eternidad.
(Jean-Paul Sermonte en “Les amis de Georges”, con traducción libre)

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