Coplas a un ladrón (artículos)
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Los ladrones como deben ser, es raro encontrarlos ahora. Es obvio que la raza de Arséne Lupin se ha extinguido y, estas estrofas a un ladrón, que podrían haber llevado por título "Del robo considerado como una de las Bellas Artes", le ofrecen un tributo final. La desventura, que cuenta con humor y amabilidad, le ocurrió realmente a Brassens. Había algo más entre el autor de "La mala reputación" y su ladrón, algo que parecía una canción casi "cívica", casi "social"; mitad moral, mitad amoral; y aquí está. Nos gustaría que este ladrón modelo apareciera junto a Brassens una mañana y le dijera en su oído: "Soy yo". ¿El afectado está decepcionado por el ladrón o no? Es cierto que, entre otros sabios consejos, él le da éste: “Déjame, te lo ruego, un buen recuerdo...”
Coplas a un ladrón (1972) Todos sabíamos que la canción Stances à un cambrioleur era autobiográfica. El robo se produjo en Crespières, en la famosa casa de campo de las Yvelines adquirida en 1958; pero no sabíamos las circunstancias de este caso y Brassens nunca conoció, a pesar de algunas sospechas, la identidad de su ladrón. Hubo varias redadas, varios pillajes. Las Stances hablan del primero. El ladrón actuó solo y birló "lo estrictamente necesario". Los demás robos fueron probablemente cometidos por varios merodeadores menos delicados que atacaron incluso a los radiadores y a la tubería. Hoy, más de cincuenta años después, gracias al testimonio del hijo del ladrón (el número 154 de las ADG), tenemos algunas indicaciones sobre este "príncipe de los ladrones con escala", que en realidad pasó por... la planta baja. La canción fue grabada en octubre de 1972, mientras Brassens actuaba en Bobino entre el 10 de octubre y el 7 de enero de 1973, por lo que revelará a los 135.000 espectadores que vinieron a aplaudirle en la Rue de la Gaire; un hecho que es bastante común pero que, "santificado" por su talento, pasará a la historia de la canción. Es cierto que Brassens sublimó a su personaje. Desde la primera palabra de su poema, le dio el título de: "El príncipe de los ladrones con escala" Estafador, malhechor, bandido, canalla, cortacuellos, bribón, carne de horca, delincuente, merodeador, parásito, traficante, etc., no faltan sinónimos de "ladrón" en la obra de quien confesaba: "Si no hubiera tenido éxito, hubiera llegado, como tú, a vivir deshonestamente”. No solo le perdona, sino que es coherente con el espíritu de sus canciones y no lo denuncia, lo idealiza viendo en él a un hombre de valor ("Los ladrones como deben serlo, son raros en este tiempo"), le da incluso consejos (“Así que pon tu propia tienda, entra en los negocios”) y lo felicita ¡sobre sus gustos! La verdad, sin duda, es más prosaica; pero, ¿no son los poetas transgresores de lo real? Si el príncipe, buen príncipe, le deja su guitarra y su pintura; es simplemente porque no quiere apropiarse de ningún bulto embarazoso que pueda hacer que lo identifiquen. Solo le interesarán algunos pequeños objetos, entre ellos un pequeño revólver que se apresurará a vender. ¿Debería este "ladrón modelo", como hubiera deseado René Fallet, haberse dado a conocer a su víctima? ¿Qué habría pasado entonces? ¿Habríamos visto el nacimiento de una amistad entre el gentleman-poeta y el gentleman-ladrón? El ladrón podría haber dicho: "¡Le debo la inmortalidad de un anónimo!"y el robado respondería sonriendo: "Los derechos de autor me cubrirán los gastos de tu robo... Así que: no tengas demasiados remordimientos, por cierto, estamos a la par; después de todo, ¿no te debo una canción?" Brassens ha entrado en la eternidad con su mundo de seres imaginarios o conocidos en "lo real de la vida". Entre ellos, un ladrón que se ha vuelto eterno simplemente por haber tenido "el buen gusto de elegir su casa".
(Extracto traducido libremente de “Georges Brassens”, deRené Fallet)
(Extraído de la página “Amigos de Brassens! Traducción libre)
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