Sucio hombrecillo (artículos)
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Comienza la canción y se perciben, inconfundibles, los cascos de los caballos que se acercan tirando de la calesa. Luego escuchamos los golpes en la puerta y contemplamos recortada contra el cielo plomizo la silueta del alguacil mostrando a la triste pareja un certificado de bancarrota. Un sucio Cupido, despojado de sus alas, ha descendido las escaleras del Olimpo y alquilado un carruaje barato para presentarse como funcionario judicial y entregar una orden de desahucio. Viene a ejecutar el embargo de todo el capital de amor prestado a los antiguos amantes. Dentro de la casa selecciona rutinariamente flechas y corazones de segunda mano, aún aprovechables, que se llevará a su armería para darlos nuevo uso. Lo que no le resulta útil por el maltrato o el uso recibido irá directamente al fuego. Uno tras otro, desmonta los símbolos del amor: recompone la margarita, borra corazones y flechas de las paredes, arranca las hojas de poemas de sus diarios … Con apático letargo le contemplan los viejos amantes mientras arroja pasiones y recuerdos al cubo de basura. El hombrecillo taciturno, rompe el incómodo silencio explicando a los antiguos enamorados la causa obvia de su ruina: Han malgastado el capital del amor concedido y ya no habrá más crédito. “Eso les pasa a ustedes por preferir la fugaz belleza de las rosas a la sencilla eternidad de la siempreviva.”
Y con el auditorio ahogado en pena, abatido por la melancolía ante las vívidas imágenes de esta tragedia; Brassens comprende que no puede dejarnos así, que debe aflojar este lazo de tristeza que nos asfixia desde hace unos minutos. Y como suele hacer cuando los chacales de la prensa se lanzan a su yugular intentando comprometerlo en una respuesta que les permita hacer “sangre”, responde con una sonrisa: “Es solo una canción…”
Reconozco que vibran mis fibras más sensibles. ¿Quién no se emociona ante el descomunal fracaso en el amor que plantea el tema? ¿Quién no se siente ahogado por la melancolía al ser testigo del aburrimiento, de la desidia de aquellos amantes apasionados!
Realicé la adaptación con esmero. Me ajusté todo lo que pude al texto original por el especial respeto que me merece. Edité el video sincronizado con la interpretación de la canción en vivo de Brassens con los textos simultáneos en español y francés. La música en formato midi, con el ritmo mucho más marcado y una melodía más rígida, realza los devastadores efectos de la indiferencia.
La forma fortuita en que se reunieron los temas de este álbum ha hecho que nos quedemos Sucio hombrecillo para solo para nuestros oídos. Sobre el lienzo eterno del amor muerto, Brassens ha tejido con una aguja cruel, tal vez, el más desgarrador de sus estribillos. ¿Qué podría ser más amargo que esta imagen oscura del pequeño dios que viene a “empacar su vana panoplia"? Como si hubiera sentido que estaba empujando la angustia un poco lejos, Brassens, este caballero que no quiere llorar; se permite ironías atroces como “Casi siempre olvido el nombre de la heroína - Cuando la comedia ha terminado" o “Y sin duda habría enterrado esta historia -si no necesitara renovar un poco mi repertorio- necesitaba canciones". “No es alegre", como dijo Leautaud (y muchos otros); pero es de una belleza que se une naturalmente al agua oscura de este Sena que fluye bajo el Pont Mirabeau d'Apollinaire.
Sale petit bonhomme pertenece al álbum de 1969 Misogynie à part.
Comienza la canción y se perciben, inconfundibles, los cascos de los caballos que se acercan tirando de la calesa. Luego escuchamos los golpes en la puerta y contemplamos recortada contra el cielo plomizo la silueta del alguacil mostrando a la triste pareja un certificado de bancarrota. Un sucio Cupido, despojado de sus alas, ha descendido las escaleras del Olimpo y alquilado un carruaje barato para presentarse como funcionario judicial y entregar una orden de desahucio. Viene a ejecutar el embargo de todo el capital de amor prestado a los antiguos amantes. Dentro de la casa selecciona rutinariamente flechas y corazones de segunda mano, aún aprovechables, que se llevará a su armería para darlos nuevo uso. Lo que no le resulta útil por el maltrato o el uso recibido irá directamente al fuego. Uno tras otro, desmonta los símbolos del amor: recompone la margarita, borra corazones y flechas de las paredes, arranca las hojas de poemas de sus diarios … Con apático letargo le contemplan los viejos amantes mientras arroja pasiones y recuerdos al cubo de basura. El hombrecillo taciturno, rompe el incómodo silencio explicando a los antiguos enamorados la causa obvia de su ruina: Han malgastado el capital del amor concedido y ya no habrá más crédito. “Eso les pasa a ustedes por preferir la fugaz belleza de las rosas a la sencilla eternidad de la siempreviva.”
Y con el auditorio ahogado en pena, abatido por la melancolía ante las vívidas imágenes de esta tragedia; Brassens comprende que no puede dejarnos así, que debe aflojar este lazo de tristeza que nos asfixia desde hace unos minutos. Y como suele hacer cuando los chacales de la prensa se lanzan a su yugular intentando comprometerlo en una respuesta que les permita hacer “sangre”, responde con una sonrisa: “Es solo una canción…”
Reconozco que vibran mis fibras más sensibles. ¿Quién no se emociona ante el descomunal fracaso en el amor que plantea el tema? ¿Quién no se siente ahogado por la melancolía al ser testigo del aburrimiento, de la desidia de aquellos amantes apasionados!
Realicé la adaptación con esmero. Me ajusté todo lo que pude al texto original por el especial respeto que me merece. Edité el video sincronizado con la interpretación de la canción en vivo de Brassens con los textos simultáneos en español y francés. La música en formato midi, con el ritmo mucho más marcado y una melodía más rígida, realza los devastadores efectos de la indiferencia.
(Comentarios del autor)
La forma fortuita en que se reunieron los temas de este álbum ha hecho que nos quedemos Sucio hombrecillo para solo para nuestros oídos. Sobre el lienzo eterno del amor muerto, Brassens ha tejido con una aguja cruel, tal vez, el más desgarrador de sus estribillos. ¿Qué podría ser más amargo que esta imagen oscura del pequeño dios que viene a “empacar su vana panoplia"? Como si hubiera sentido que estaba empujando la angustia un poco lejos, Brassens, este caballero que no quiere llorar; se permite ironías atroces como “Casi siempre olvido el nombre de la heroína - Cuando la comedia ha terminado" o “Y sin duda habría enterrado esta historia -si no necesitara renovar un poco mi repertorio- necesitaba canciones". “No es alegre", como dijo Leautaud (y muchos otros); pero es de una belleza que se une naturalmente al agua oscura de este Sena que fluye bajo el Pont Mirabeau d'Apollinaire.
(Extracto de “Georges Brassens” de René Falle en traducción libre)
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