No basta con ser mi padre (artículos)
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No aparece en discos del mismo Brassens. Es una canción póstuma interpretada en 1982 por Jean Bertola dentro del disco “Dernieres chansons de Brassens”.
Jean Bertola ha grabado alrededor de treinta canciones de Brassens en forma de 2 álbumes, para algunas de las cuales ha escrito la música.
Canción póstuma (letra y música de Brassens), poco conocida y grabada por Bertola en 1982. El estribillo está inspirado en el "puente" de la canción "Le petit bateau de pêche" (Hornez-Misraki).
Adaptar esta canción resulta difícil. Sin la traducción previa de Jesús Álvarez (que no tradujo ninguna de las canciones póstumas publicadas por otros artistas) y guiándome solo de los traductores on line y de mis pobres conocimientos del francés la insatisfacción termina por apoderarse de uno quitándole las ganas de ser perfeccionista.
Hay unas cuantas expresiones que los diccionarios, e incluso los propios franceses que comentan sus textos en "Análisis Brassens" no clarifican. Por otro lado, Brassens aquí pone en solfa la figura paternal de una manera ¿antinatural? Es irreverente incluso con la natural autoridad de la figura paterna, se supone que en broma; pero cuesta seguir su juego. También alterna frases despectivas sobre los hijos (los adjetivos tonto e imbécil; se repiten refiriéndose a uno u otro). Al final realiza una aclaración salvando a su padre de esta quema (en los "Los cuatro bachilleres" le brinda además todo un rendido homenaje). Termina con una frase que se nos hace antipática: no se conforma con adjetivar a los niños como "locos bajitos"; sino que les llama directamente "imbéciles pequeños". Quizá por todo esto la canción permanecía inédita y G. Brassens no se decidió a publicarla. Necesitaba ser pulida y repensada para, conservando su causticidad e ironía, no resultar ofensiva ni irreverente.
Ante ese panorama realizo una adaptación bastante libre deduciendo lo que ha querido decir el autor allí donde no llega la coherencia de las traducciones que obtengo y alterando en parte el contenido cuando la música hace imposible la transcripción literal. Incluso altero la métrica en el estribillo haciéndola más acorde con el ritmo de la canción.
Decididamente, he de rehacer parte de esta adaptación; especialmente el estribillo (que no me convence demasiado). Pero mi pequeño reto de adaptar una de sus canciones cada día ha de cumplirse. Sin esas premisas podría pasarme "las horas muertas". Literal.
Brassens y su padre: "...Mi padre, Louis, tiene 80 años. Nació en Castelnaudary y es un vividor. Me llevó a París por primera vez en 1931. Estuve enfermo debido a todos los viajes en coche, avión, tren y barco. Apenas podía mantener los pies en el suelo. Mi padre y mi madre nunca me impidieron mi vocación. Por supuesto, después de diez años de vivir en París, empezaron a impacientarse un poco... Pero soy un poco lento. Soy de los que guardan un trozo de madera con la idea de que algún día hará una caja. Y mis canciones son, como mi vida, una sucesión de emociones. Así que no trato de analizarme a mí mismo..."
Solía decirnos: "Sólo intento igualar a mi padre..." Le gustaba hablar de su padre. Nunca olvidó aquel día de 1939... En aquella época, en compañía de unos cuantos colegiales, hijos de funcionarios y de gente de clase media de Sète, Georges Brassens hacía peculiares travesuras: hurtos, robos. Tenía dieciocho años: sucede que uno desperdicia su juventud por la torpeza. La policía había sido alertada durante varios meses de estos robos. Lo investigaron y encontraron los culpables. La banda fue descubierta, llevados a la comisaría y encerrados. El juicio comenzó. En Sète, el escándalo fue mayúsculo. Los padres se creyeron deshonrados para siempre. Se podían oír los gritos en los pasillos, las maldiciones, "¡No quiero verte más!". Cuando Georges recibió la visita de su padre, éste le dijo: "¿Necesitas algo? Toma, te he traído tabaco". Y nunca más Louis Brassens, el albañil, le echó en cara esta aventura; ni cuando dejó el tribunal ni cuando tuvo que dejar de estudiar: un año perdido y, del lado del Golfo de León entre el Mediterráneo y la laguna de Thau, era difícil perdonar cualquier fechoría. "Creo que mi padre, con su conducta, me dio una lección que me ayudó a concebirme a mí mismo: traté de ganar mi propia estima... No sé quién escribió que cualquier superioridad molesta en una época en la que todo el mundo se eleva menospreciando a los demás. Intenté, con mis escasos medios, igualar a mi padre. Digo bien, intenté... "
Le gustaba hablar de su madre, de la que "guarda un bello recuerdo". Fue ella quien le introdujo en el canto. De origen napolitano, cantaba mientras tejía, cosía, limpiaba, cocinaba canelones, ñoquis de patata, tortelloni, raviolis (Brassens siempre recordará el sabor de cada uno sus "pasteles cortos y regordetes llamados madeleines"). Una tarde, fueron al casino de Sète. Guy Berry actuaba allí. El público fue despiadado: silbidos, ruido, invectivas. Mme. Elvire Brassens estaba enferma de vergüenza. Por la noche, con su amigo Henri Delpont, Georges buscó a Guy Berry en la ciudad. Ambos querían borrar la ofensa recibida por el cantante. Querían explicar que Sète no era exclusivamente un "relato de escritor", Brassens había elegido la portada que consideraba más prestigiosa. El primer ejemplar fue enviado al editor con una carta de agradecimiento, salvo que su paciencia fue superada a menudo por los acontecimientos. Cuando Guy Berry fue encontrado, asoció a la Sra. Brassens con las excusas. Apreció la conducta de su hijo.
Jean Bertola ha grabado alrededor de treinta canciones de Brassens en forma de 2 álbumes, para algunas de las cuales ha escrito la música.
Canción póstuma (letra y música de Brassens), poco conocida y grabada por Bertola en 1982. El estribillo está inspirado en el "puente" de la canción "Le petit bateau de pêche" (Hornez-Misraki).
Adaptar esta canción resulta difícil. Sin la traducción previa de Jesús Álvarez (que no tradujo ninguna de las canciones póstumas publicadas por otros artistas) y guiándome solo de los traductores on line y de mis pobres conocimientos del francés la insatisfacción termina por apoderarse de uno quitándole las ganas de ser perfeccionista.
Hay unas cuantas expresiones que los diccionarios, e incluso los propios franceses que comentan sus textos en "Análisis Brassens" no clarifican. Por otro lado, Brassens aquí pone en solfa la figura paternal de una manera ¿antinatural? Es irreverente incluso con la natural autoridad de la figura paterna, se supone que en broma; pero cuesta seguir su juego. También alterna frases despectivas sobre los hijos (los adjetivos tonto e imbécil; se repiten refiriéndose a uno u otro). Al final realiza una aclaración salvando a su padre de esta quema (en los "Los cuatro bachilleres" le brinda además todo un rendido homenaje). Termina con una frase que se nos hace antipática: no se conforma con adjetivar a los niños como "locos bajitos"; sino que les llama directamente "imbéciles pequeños". Quizá por todo esto la canción permanecía inédita y G. Brassens no se decidió a publicarla. Necesitaba ser pulida y repensada para, conservando su causticidad e ironía, no resultar ofensiva ni irreverente.
Ante ese panorama realizo una adaptación bastante libre deduciendo lo que ha querido decir el autor allí donde no llega la coherencia de las traducciones que obtengo y alterando en parte el contenido cuando la música hace imposible la transcripción literal. Incluso altero la métrica en el estribillo haciéndola más acorde con el ritmo de la canción.
Decididamente, he de rehacer parte de esta adaptación; especialmente el estribillo (que no me convence demasiado). Pero mi pequeño reto de adaptar una de sus canciones cada día ha de cumplirse. Sin esas premisas podría pasarme "las horas muertas". Literal.
(Comentarios del autor)
Brassens y su padre: "...Mi padre, Louis, tiene 80 años. Nació en Castelnaudary y es un vividor. Me llevó a París por primera vez en 1931. Estuve enfermo debido a todos los viajes en coche, avión, tren y barco. Apenas podía mantener los pies en el suelo. Mi padre y mi madre nunca me impidieron mi vocación. Por supuesto, después de diez años de vivir en París, empezaron a impacientarse un poco... Pero soy un poco lento. Soy de los que guardan un trozo de madera con la idea de que algún día hará una caja. Y mis canciones son, como mi vida, una sucesión de emociones. Así que no trato de analizarme a mí mismo..."
(Artículo en La Dêpeche, 1962)
Solía decirnos: "Sólo intento igualar a mi padre..." Le gustaba hablar de su padre. Nunca olvidó aquel día de 1939... En aquella época, en compañía de unos cuantos colegiales, hijos de funcionarios y de gente de clase media de Sète, Georges Brassens hacía peculiares travesuras: hurtos, robos. Tenía dieciocho años: sucede que uno desperdicia su juventud por la torpeza. La policía había sido alertada durante varios meses de estos robos. Lo investigaron y encontraron los culpables. La banda fue descubierta, llevados a la comisaría y encerrados. El juicio comenzó. En Sète, el escándalo fue mayúsculo. Los padres se creyeron deshonrados para siempre. Se podían oír los gritos en los pasillos, las maldiciones, "¡No quiero verte más!". Cuando Georges recibió la visita de su padre, éste le dijo: "¿Necesitas algo? Toma, te he traído tabaco". Y nunca más Louis Brassens, el albañil, le echó en cara esta aventura; ni cuando dejó el tribunal ni cuando tuvo que dejar de estudiar: un año perdido y, del lado del Golfo de León entre el Mediterráneo y la laguna de Thau, era difícil perdonar cualquier fechoría. "Creo que mi padre, con su conducta, me dio una lección que me ayudó a concebirme a mí mismo: traté de ganar mi propia estima... No sé quién escribió que cualquier superioridad molesta en una época en la que todo el mundo se eleva menospreciando a los demás. Intenté, con mis escasos medios, igualar a mi padre. Digo bien, intenté... "
Le gustaba hablar de su madre, de la que "guarda un bello recuerdo". Fue ella quien le introdujo en el canto. De origen napolitano, cantaba mientras tejía, cosía, limpiaba, cocinaba canelones, ñoquis de patata, tortelloni, raviolis (Brassens siempre recordará el sabor de cada uno sus "pasteles cortos y regordetes llamados madeleines"). Una tarde, fueron al casino de Sète. Guy Berry actuaba allí. El público fue despiadado: silbidos, ruido, invectivas. Mme. Elvire Brassens estaba enferma de vergüenza. Por la noche, con su amigo Henri Delpont, Georges buscó a Guy Berry en la ciudad. Ambos querían borrar la ofensa recibida por el cantante. Querían explicar que Sète no era exclusivamente un "relato de escritor", Brassens había elegido la portada que consideraba más prestigiosa. El primer ejemplar fue enviado al editor con una carta de agradecimiento, salvo que su paciencia fue superada a menudo por los acontecimientos. Cuando Guy Berry fue encontrado, asoció a la Sra. Brassens con las excusas. Apreció la conducta de su hijo.
(Extracto de artículo de Louis Nucera, Traducción libre)
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