Los zuecos de Helena (artículos)

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Brassens se acercó muchas veces al folclore francés. Vemos un primer ejemplo de esto con Los zuecos de Helena. Habrá otros, igual de exitosos, pero no se equivoquen: esto no es un desprecio, sino una profunda admiración. Estas nuevas canciones tienen la forma y el alma de las antiguas. Si esto último no fuera conocido, el oído más exigente no podría distinguirlos de obras como Les Sabots, A la sombra del corazón de mi amiga, etc. Quién escribió: "No busques más una fuente - Tú que necesitas agua - No busques. Las lágrimas de Helena - Van a saciar tu sed", ¿acaso no fue el autor de Cerca de mi rubia o Marinette?

(Extraído de Georges Brassens (René Fallet)


Este es uno de los primeros temas que he traducido personalmente. Me he apoyado ligeramente en otras adaptaciones (Horacio Cerván, por ejemplo) y en traductores automáticos (mi francés aun no es muy bueno); pero creo que conserva el sentido y la calidad suficiente.

Brassens realiza tantas referencias a la canción tradicional que, para realizar la edición del video, he tomado casi exclusivamente ilustraciones de esta canción encontradas en la red de diversas fuentes: libros, partituras, dibujos e ilustraciones...

(Comentarios del autor)



Canción grabada el 28 de octubre de 1954. Ese mismo día, de las 17 a las 21 horas, se grabaron otros cinco "clásicos": Chanson pour l'Aubergnat, Une jolie fleur, Je suis un voyou, La Mauvaise Herbe, Le Première Fille (estos dos últimos títulos se regrabarán el 2 de noviembre de 1954).
Les sabots d'Hélène se editó en 78 rpm (junto con Chanson pour l'Aubergnat) y luego, en marzo de 1955, en 25 cm.

Los radioyentes, muy numerosos en aquella época, descubrieron un adelanto de "Les sabots" en el programa Les Chemins du jour, emitido el 8 de octubre de 1954, en una versión bastante diferente de la original (que puede escucharse en la integral 2012): el estribillo es más brusco, menos melodioso. Brassens tardó veinte días en perfeccionar su obra y llevarla a su punto final de perfección.

Una anécdota: Jean-Pierre Chavrol encontró una bonita metonimia para George Brassens:

Me tomé la molestia
De descalzarlos:
Los zuecos de Helene,

- ¡No te descalzas los zapatos! - le reprochó -. Brassens respondió señalando al escritor:

- ¡Eso es lo que diría el hijo de un profesor! Tomándose acertadamente esta licencia poética (¡habrá otras!) Georges no corrigió su texto.

Brasens confió a Philippe Némo que esta canción había sido escrita ¡en medio día! A Jean-Serge le reveló que a René Fallet no le gustaba Les Sabots d'Hélène: "A mí tampoco", dijo, "lo escribí bastante rápido, como se hace con un niño sin pensarlo, y luego, a posteriori, con la retrospectiva, me dije que al final este niño no estaba lejos de compartir su punto de vista... Cuando a Fallet no le gusta una canción, no la canto... excepto Les Sabots d'Hélèna porque a otras personas les gustaba..." (entrevista realizada por Jean-Serge el 24 de febrero de 1967, para Europe 1). Esta canción, entre otras (Comme hier, La Chasse aux papillons, Il suffit de passer le pont...) había popularizado su imagen de "poeta rural", aunque no le gustara el campo. Se irritó con André Sève, que quería que admitiera un amor por las flores que Brassens no sentía: "Pongo flores porque quedan bien en una canción, pero si crees que me interesan, mira a tu alrededor, en la mesa, en mi ventana, no hay ninguna [...] ¿Los zuecos de Hélêne? No me importan los zuecos; pero era una buena imagen para el contraste que buscaba:zuecos y reina. La dignidad de un ser que los idiotas desprecian por las apariencias (Brassens, toute une vie pour la chanson, Andrè Sève, Le Centurion, 1979). En una frase Brassens resumió su canción. Según él, los trece capitanes son los que "se basan sólo en lo que es evidente"... los que no saben, en palabras de Mathurin Règnier, "separar el bien real de la apariencia" y que nunca probarán los "trocitos de piel de una chica, bien escondidos / que los otros no han tocado".

Así, en unos zuecos sucios pueden esconderse los pies de una reina, bajo una enagua apolillada, unas piernas muy bonitas, y en un corazón lleno de lágrimas, la más insospechada melodía de amor. Sólo era necesario tomarse el tiempo para detenerse allí. El Sétois consuela así a la pequeña Lorena de la que se burlan los tres capitanes que, además de militares, son "groseros consumados" y descarados.

Sin buscar un simbolismo oculto, que siempre es tentador cuando se trata de agua, manantiales o fuentes, el estribillo:

No busques más una fuente.
Tú, que necesitas agua,
no busques más: las lágrimas de Helen
van a saciar tu sed.

es una imagen muy bella donde las lágrimas de la pobre Helena, más allá de la tristeza, se convierten para quien sabe recogerlas en una fuente de vida y de amor.

Los zuecos han sido tema frcuente en la historia de la canción francesa: Les sabots (Alain Barrière), Un ruido de zuecos (André Claveau), Mis zuecos de madera (Anne Sylvestre)... Muy populares entre las orquestas y las bandas de música, Les sabots d'Hélène no van a ser olvidados. Dios quiera que, al igual que En passant par la Lorraine, a la que hace referencia; esta canción no se convierta con el tiempo en una marcha militar. Eso sería el colmo para quien cantara:

El día catorce de julio,
me quedo en mi acogedora cama;
la música que marcha al paso,
no es de mi incumbencia.

(Traducción libre de Jean-paul Sermonte en “Les amis de Georges”)



Según cuenta David Yendley en su blog esta canción estaba dedicada a la esposa del dueño de un bistró que Brassens frecuentaba y que una vez le tocó el corazón.

Este canto de admiración y cariño estaba dedicado a la atractiva joven que, con su marido, dirigía el “café charbon” en la esquina de la rue Bardinet y la rue Alésia, frente al Impasse Florimont, donde Georges Brassens vivía con su Jeanne y su marido. Marcel Planche. Durante los primeros años, Brassens era un cliente habitual del café y, a veces, le costaba demasiado pagar sus bebidas. Su anfitriona, comprensiva, fue Hélène Malet-Orsal y Brassens unió su composición con la tradicional canción popular, “En passant par la Lorraine”, que tenía a otra Hélène como heroína. (Quizás eso hizo que la canción fuera menos personal para el esposo de Helene, quien seguramente debe haber tenido sentimientos encontrados sobre el cumplido).

Estos “cafés charbon”, agrupados principalmente en el 11º distrito, se establecieron s. XIX gracias a los comerciantes de carbón que habían venido de la región de Auvernia, en el centro de Francia. Sus negocios vendían carbón; pero también servían vino y café. Hélène Malet-Orsalno no era originaria de Auvernia, sino de Aubrac Le Cayrol en la región de Midi Pyrénées. Pasó su vida con la honorable reputación de ser la Helena de la canción Brassens. Murió en 1992, habiendo regresado a vivir a su pueblo natal de Le Cayrol.

El título de la canción popular original es “En passant par Lorraine”. Sorprendentemente, se incluye en colecciones de canciones de borrachos, aunque no tiene el contenido lascivo de las canciones francesas estándar de las tabernas. La versión popular de la canción, al menos, es muy inocente (por ejemplo, el texto de Ediciones Grimaud de Chansons à boire). Sin embargo, la imagen que acompaña su texto sugiere que podría haber otras versiones en esa línea.

Al final, esta canción de Brassens no tiene una conexión cercana con la canción popular. (Debemos agregar que Brassens no utiliza la melodía tradicional con la que se canta “En passant par Lorraine”.) Sin embargo, el nombre de Helene, los zuecos campesinos y los prejuicios sociales fueron suficientes para darle la inspiración para esta canción tan personal.

(Comentarios de la página en inglés de David Yendley, en traducción libre)

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