Los funerales de antaño (artículos)

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Esta es una de las pocas canciones (otra es "Gastibeltza", con letra de Víctor Hugo) donde el poeta usa el ritmo dactílico (Un dáctilo (del latín dactylus, y este del griego, dáktylos, - «dedo», en la métrica grecolatina por corresponder a las longitudes de las falanges-, es un pie compuesto por una sílaba larga seguida de dos breves. Es la base del verso llamado hexámetro dactílico, empleado en la epopeya y en la poesía religiosa (por ejemplo, en los oráculos).

Inicié la sincronización de esta canción del genial Brassens a partir de la adaptación de uno de los muchos cantantes que realizan versiones de sus temas en castellano. No recuerdo bien cuál de los 5 o 6 que manejo habitualmente. Pero pronto me decidí a realizar una versión personal (quizá con algún verso de ayuda del que me apropio de vez en cuando). Resulta, desde luego, mucho más divertido. Al fin y al cabo, el francés es el único idioma, aparte del español, del que tengo nociones (pese a las nefastas clases a lo largo de mi educación y el pésimo profesorado que tuve). Con ayuda de alguna traducción (manejo frecuentemente las de Jesús Álvarez que publica en su web Brassens en español) y los traductores de Google y Microsfot me hago una idea lo más fiel posible de lo que quiere decir el cantante y, para ciertas dudas, acudo a una página francesa de análisis cooperativo de sus canciones: Analyse Brassens)

Así que practico mi francés y adquiero destrezas poéticas pues hay que respetar el ritmo y la rima del autor, a la par que intentar mantener la mayor parte de rasgos fonéticos y ser fiel a la estructura de las frases y sus significados. A veces me sorprendo de lo que uno puede ser capaz mediante trabajo y constancia pues, para alguien como yo sin experiencia en esto, no salen demasiado mal estas versiones personales. Reconozco, no obstante, que en ocasiones traduzco a mi aire y realizo una adaptación bastante libre. Así pues, aquí presento una adaptación libre y personal de esta célebre canción sobre la pompa funeraria que destila ironía y crítica social. Espero que os guste.

(Comentarios personales del autor)

 

Entre las otras canciones de Brassens, me gusta mucho Los funerales de antaño, que nos habla sobre un mundo que estaba desapareciendo en el momento en que Brassens escribió la canción, un mundo donde nos tomamos el tiempo necesario para vivir y también para morir. Este texto nos  habla particularmente porque, en el pequeño pueblo de mi infancia, el coche fúnebre iba tirado por un caballo. Y como el cementerio estaba a un kilómetro de la iglesia, duraba mucho, mucho tiempo.

(Bernard en su blog "Musique, piafs et billets d'humeur")

 

Apunta Rene Fallet que se necesita cierto nervio para atreverse a ridiculizar lo que más se teme, la muerte. Si el ridículo hubiera muerto, la muerte de Los Funerales de antaño habría muerto. Entre nosotros, sería su turno. Coche fúnebre, herederos, pompas fúnebres, fallecidos, "orgullosas expresiones", "¿me viste en mi bonito ataúd?"… Se puede realizar un baile tan macabro como divertido, todo un aire alegre de "hermoso pompón, pompón, pompón, pompón, alegría, bombas funerarias". Tanta falta de respeto te haría dudar de la realidad. Una canción tónica, Los funerales de antaño es el triunfo absoluto del humor negro, el humor de luto en veinticuatro horas. "No sé nada que sea tan gracioso como un funeral", afirmó Verlaine. Aquí hay una demostración. Y la lección de sabiduría de los pueblos que dicen "es mejor reírse de ella que llorar".

(Traducción libre de un comentario de Rene Fallet en “Georges Brassens”)

 

La canción está grabada en febrero de 1960 y comercializada en marzo del mismo año. Antes había sido presentada en el Olympia el 21 de enero de 1961. Podemos imaginar con qué placer compuso Brassens esta farsa sobre la muerte explotando de nuevo uno de sus temas favoritos. El tema alcanzó el éxito rápidamente: Francia se reía con una historia de coches fúnebres y fiambres "prósperos y orondos" justo cuando la década de los sesenta marcaba el comienzo de la ola yeyé (cuyo ídolo indiscutible Johnny Hallyday comenzaba a cantar The Little Horse). En aquellos tiempos felices Brassens canta "las bellas pom, pom, pompas fúnebres..." mientras el país salta al eléctrico ritmo del rock-and-roll. Cuando se dio a conocer en el Olympia la prensa fue muy elogiosa. Podemos leer en France-Soir el día siguiente de su presentación: "En su nuevo recital, Brssens cantó una docena de canciones, incluidas siete nuevas, entre las que se encuentran "El incrédulo" y "Los funerales de antaño", que son obras maestras del absurdo. Esta divertida danza de la muerte comienza con una palabra que gusta especialmente a Brassens; "jadis" (antes) seguida, en el estribillo, de un sinónimo que aprecia también: "d'antan" (de antaño). Este último es un guiño a su maestro François Villon; así se superponen "pero dónde están las nieves de antaño" con "pero dónde están los funerales de antaño". "Jadis" aparece en diecinueve de sus canciones. Estas dos palabras son las de un hombre que mira al pasado, que afirma: "no te extrañes, querida mía, si encuentras los versos de antaño junto a mi cama".

En Los funerales de antaño, Brassens, transforma un acontecimiento penoso en un relato alegre. Palabras del ayer, escenas de antaño para reírse de los muertos y los vivos. Es una canción acertada: cada alejandrino contiene dentro risas y sonrisas. Olvidada, de momento, la sobriedad y tristeza del Pobre Martín y Bonhomme, ahora se desahoga en una buena carcajada en la propia cara de la muerte. ¡En el trabajo de Brassens la palabra "camarde" (muerte) se usa en casi 150 ocasiones! Esta omnipresencia, desaprobada por algunos, le hacía replicar: "Me critican por hablar demasiado de entierros en mis canciones; pero mis funerales son bastante divertidos" Y no dudará en agregar sacando la lengua: "Repito el mío, cuando voy a los funerales ajenos"; porque, según atestiguaron sus familiares, los cementerios estaban entre sus paseos favoritos. Con René Fallet asistía a los funerales de los amigos y, a veces con gran asombro de las propias familias, al de desconocidos. Es conocida la anécdota de cuando, conduciendo Gibraltar, acompañaron un coche fúnebre hasta más allá de 3 km. de París, pensando que seguían el furgón de René-Louis Lafforge (fallecido el 3 de junio de 1967). Al ver un letrero se dieron cuenta de que estaban en el entierro equivocado: "¡Pero, bueno, Pierre, no es Lafforgue! Mira: antes el coche estaba cubierto de flores ¡ahora sólo quedan una o dos coronas!" De hecho tuvieron un muerto equivocado. El pobre Lafforgue estuvo a punto de llegar solo al cementerio.

(Extracto traducido libremente de la página francesa “Amigos de Brassens”) 

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