Las mala reputación (artículos)
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Es esta una de las canciones más populares del autor. Cuando alguien (y cada vez son más entre la gente joven) te dice que no conoce al autor francés suelo asegurarles que conocen algunas de sus canciones y no me equivoco; apenas empiezo a tatarear "En mi pueblo sin pretensión tengo muy mala reputación..." y enseguida les suena.
Este tema también lo trata en otras como "La mauvaise herbe" o "Celui qui a mal tourné" donde canta a un individuo
marginado, o proscrito, o fuera de norma; por los que Brassens muestra a menudo
cierta debilidad y simpatía como muestra de rebeldía individual sobre la
autoridad establecida. No deja de incluir buenas dosis de bravura e inocencia
en estos personajes que, ciertamente, reconfortan el corazón.
Esta era, según Miquel Pujadó, la canción de ataque de Brassens en sus primeras actuaciones en los cabarets, al inicio de la década de los 50. Era su manera de decir: "o me toma como soy, o me deje”. Y, de hecho, la mitad del público solía levantarse y marchar antes de acabar la canción. "La mala reputación", aparecida de entrada en un 78 rpm, también abrió el primer disco grande de Brassens, un 25 cm. de 1952.
Pablo Moíño Sánchez realiza (en “Brassens en español”) un análisis de las diversas traducciones realizadas de esta popular canción.
De todas las canciones de Brassens, «La mauvaise réputation» es probablemente la más conocida, versionada, interpretada y reinterpretada en español. Traducida por Pierre Pascal y convertida en un himno de lucha por Paco Ibáñez es, además, junto con «La canne de Jeanne» («La pata de Juana») y «Le testament» («El testamento»), una de las tres canciones que Brassens grabó en nuestro idioma (en este caso, por cierto, la última estrofa es diferente a la que solemos escuchar). Sin embargo, lejos de desalentarse ante el éxito de esta primera versión ya bendecida, los traductores han continuado hurgando, retocando, perfeccionando.
Que «La mala reputación» se ha entendido y cantado muchas veces en
España como poema contra el clero, el ejército o, sencillamente, el régimen
franquista no es ningún secreto. Ni tampoco ningún problema, por otra parte.
Anticlericalismo y antimilitarismo están más que presentes en la obra de Brassens
y también aquí tienen su lugar de honor; pero es cierto que el francés carga en
«La
mauvaise réputation»,
sobre todo, contra la «gente de bien», y las connotaciones asociadas a esa
«gente de bien» no son las mismas, pongamos por caso, en Francia que en España,
del mismo modo que la bandera no es lo mismo, aunque lo parezca, aquí que allí.
¿Y qué hacer con las banderas y con las celebraciones? Pues es difícil.
Brassens se queda en la cama el Quatorze Juillet y la versión española de Pascal traslada la siesta al día de la
«Fiesta Nacional». Ningún problema, claro, en el cambio de fecha —otros
traductores se han llevado la celebración a su terreno: el chileno Eduardo
Peralta a la «Parada Militar» (19 de septiembre); los argentinos Nacha Guevara
y Claudina y Alberto Gambino al «Día de la Bandera» (20 de junio); el también
argentino Horacio Cerván al «Nueve de Julio»; y el español Agustín García
Calvo, también al «Doce de Octubre»—, pero cada fiesta se entiende (y se
escucha) de una manera. En el caso de Pascal, además, la cosa se completa con
una puntilla —«en el mundo, pues, no hay mayor pecado / que el de no seguir al
abanderado»— que no estaba en el original.
También sorprende ese estribillo forzadísimo, «No, a la gente no
gusta que / uno tenga su propia fe», que elude por razones métricas un “le” casi imprescindible y que, además, coloca en rima un término cargado,
otra vez, de connotaciones. Brassens habla en el original de route; y como ‘camino’ lo han
entendido, con mayor o menor fortuna rítmica, otros traductores («Mas la gente no tiene
a bien / que uno vaya en su propio tren», Cerván; «No es feliz la gente de pro / pues no tomé su senda yo», Peralta; y, con errores de
medida, «Pero
a la gente le sienta mal / que haya un camino personal», Claudina y Alberto Gambino; y
«¡Ay!, por
qué no quiere la gente / que una sea diferente», Guevara).
Por otro lado, las cosas no son tan fáciles. En mi opinión, Pascal sí
acierta al colocar en rima, en el estribillo, la conjunción que, átona tanto en
francés como en español y por tanto chocante ya en la versión original («Mais les brav’s gens
n’aiment pas que / l’on suive une autre route qu’eux»). Y esto, que forma parte del
personalísimo estilo de Brassens, no lo ven los demás traductores, mucho más
ajustados a la route marcada por el significado del original. Salvo García
Calvo, que solventa los dos problemas así: «Pero es que ellos no quieren que / ande uno por donde le
dé».
NOTA: Examinemos ahora un extracto del trabajo fin de grado de
Francisco Alberto Santos Quiroz, en el 2015, donde analiza el traslado de la
obra de Georges Brassens al castellano y su influencia en la música y cultura
española.
La mauvaise réputation es, sin lugar a dudas, la pieza más representativa
de Brassens para el pueblo español. Esta canción aparece en dos momentos
diferentes de la historia en España. En 1969, Paco Ibáñez decide interpretar
por primera vez dicha canción en castellano, en un mítico concierto que tuvo
lugar en el Olympia de París, que lo consagra como figura de la canción engagée o de protesta. Con esta
versión, Ibáñez busca y tiene un objetivo en concreto. Éste critica, y se
dirige directamente, a la dictadura franquista, contextualizando de esta manera
las palabras que tradujera Pierre Pascal en un plano político, acabando así con
la ambigüedad de Brassens. Después, a finales de los años 80, cuando la música
popular española no gozaba de su mejor momento; es cuando resurge de la mano de
Loquillo y los Trogloditas la versión en castellano de «La mala reputación».
Así es como, la traducción de La mauvaise reputation, entra a formar parte del repertorio cultural
español, tanto en los anaqueles históricos de la música española como en los de
la política y los movimientos sociales de la juventud española y francesa de
las décadas de los años 60, 70 y 80. En primer lugar, Ibáñez emplea la
traducción de Pascal como himno contestatario contra el régimen franquista y,
en segundo lugar, sirve como reivindicación existencial para Loquillo y los
Trogloditas. Esto demuestra la importancia que pueden llegar a tener las
traducciones, en este caso, de canciones o poemas, ya que Brassens juega con
ambas categorías al mismo tiempo. La dimensión que alcanza la versión en
castellano es impresionante, puesto que incluso se llega a pensar que la
canción versionada en castellano es la original, como contara Paco Ibáñez en
uno de sus conciertos al relatar que ,un día, un conocido le comentó que había
escuchado en la radio francesa una de sus canciones versionada al francés.
Los dos primeros versos de esta canción, ya sea en castellano o en francés,
se parecen tanto en forma como en significado, que es prácticamente una
traducción literal; sin embargo, las dos líneas que le siguen se parecen en
significado; mas no en forma. Con la frase «que je me démène ou que je reste coi, je pass’ pour un
je-ne-sais-quoi», Brassens
dice exactamente lo que Ibáñez logra traducir con elegancia, justo como se
diría en España: «haga lo que haga es igual, todo lo consideran mal», así pues,
la traducción queda muy bien hecha y con un juego de palabras distinto. Esto
muestra que es posible emplear métodos diferentes de traducción, incluso dentro
de un mismo estribillo o párrafo. La siguiente es la quinta línea antes
mencionada, la cual Brassens repite en cada uno de los cuatro estribillos de la
canción y, en cambio, en la canción de Ibáñez se modifica en cada uno de sus
cuatro estribillos. El cantautor de Sète emplea la frase hecha en francés «ne faire de tort à
personne» para
referirse a «no dañar a nadie», Ibáñez por su parte traduce de manera similar
este estribillo, sin embargo, en los tres estribillos restantes de la canción, Brassens
deja el mismo verso e Ibáñez, en cambio, opta por transformar el sentido de la
frase.
A continuación, Brassens vuelve a emplear una frase hecha muy familiar
en francés: «Aller son chemin de petit bonhomme», que significa ir a su propio
ritmo o ir tranquilamente por la vida. En la versión de Ibáñez se utiliza la
frase hecha de «estar o “vivir” (como canta el valenciano) fuera del rebaño»
que, aunque un poco diferente a la empleada en francés, es muy atinada, incluso
aporta un toque más crudo o fuerte, como suele suceder en las versiones de
Ibáñez. El final de los estribillos está compuesto por dos versos que se repiten
en una ocasión. Estas líneas son diferentes en forma, pero tienen un
significado muy parecido, quizá la única diferencia que se podría mencionar es
el término «brav'es gens», en el que Brassens es más condescendiente con las personas al
mencionar que son buenas; en cambio Ibáñez simplemente menciona a gente; una
vez más se muestra el tono un poco más crudo con el que se versiona en
castellano. Cada estribillo está seguido de un pequeño coro de dos versos en
los que la traducción en castellano respeta la métrica de los cuatro coros que
componen la canción en francés.
Con respecto a la traducción, en castellano se optó por traducir de
forma muy apegada al significado y a la intención del original, no obstante, la
traducción de estas líneas no es nada sencilla, puesto que en francés Brassens termina
tres de estos corillos con «ça va de soi», en cambio, debido a la exigencia del idioma y las rimas, en las
versiones de Ibáñez se traduce cada coro de forma diferente dependiendo la rima
que se tenga que respetar. A pesar de estos cambios, la traducción no pierde la
melodía del original, como tampoco la intención del cantautor francés. De los
pequeños coros, es de mencionar que se hace alusión a personas discapacitadas
o, tal vez más en concreto, personas que han sufrido heridas o amputaciones de
guerra. En la canción de «Les patriotes», Brassens habla de los veteranos de guerra con un poco de humor negro o
sarcasmo ya que, a pesar de haber quedado mutilados a causa de las guerras y de
haber defendido a la patria, estos siguen amando los colores de la patria y su
ejército. En la canción de «La mauvaise réputation», dichos discapacitados son los
únicos que paradójicamente no señalan o critican a Brassens. Todo lo antes
mencionado es un problema de traducción, no sólo del idioma sino de referencias
culturales, incluso un francés, si no conoce la obra de Brassens, es posible
que no sea capaz de captar el sentido que el cantautor francés busca. Es debido
a esto que, en las traducciones en castellano, aunque muy bien traducidas; se
pierde el juego de palabras y de ideas de Brassens.
En el comienzo del segundo estribillo podemos ver un buen ejemplo del
empleo de la técnica de compensación en una traducción. Brassens habla del «quatorze-Julliet», fiesta nacional en Francia
que conmemora la Toma de la Bastilla (14 de julio de 1789) y la Fiesta de la
Federación, que a su vez es una celebración conmemorativa del primer
aniversario de la Toma de la Bastilla. En este día, las tropas militares
marchan por los Campos Elíseos al son de los tambores y las trompetas, bajo la
atenta mirada del presidente. Dicho esto, se puede ver el tinte nacionalista
que tienen ambas festividades y, por consiguiente, el deseo de Brassens para
alejarse de nacionalismos y sus símbolos. En la traducción del álbum de Ibáñez,
este simplemente menciona «fiesta nacional», y es posible que con esto se capte
el mismo mensaje, sin embargo, Ibáñez menciona en la tercera línea del
estribillo a la música militar, con lo que intenta romper de la misma manera
con nacionalismos y patriotismos, ya que el ejército es de los símbolos más
emblemáticos y representativos de una nación. Así pues, Ibáñez logra enviar el
mismo mensaje de antipatriotismo que Brassens. En cuanto al estilo de
traducción esta, más que una traducción, sería una adaptación. En estas cuatro
primeras líneas del estribillo, Ibáñez se aleja totalmente del texto en
francés, pero no por eso se cambia el sentido y el significado de los versos.
Este sigue respetando las rimas y la métrica, y también respeta el mensaje de Brassens
en su totalidad, no obstante, en la traducción es posible que se pierda un poco
de la belleza poética de las palabras de Brassens, quien en sus palabras
muestra más dulzura que la traducción en castellano. La siguiente línea (5ª),
se ha mencionado con anterioridad. Este es el verso que Brassens mantiene
invariable en los cuatro estribillos de la canción y que en la versión de
Ibáñez cambia en todos los estribillos. En las dos versiones (castellana y
francesa) se puede escuchar el mismo mensaje de antimilitarismo e
individualidad que siempre caracterizan a Brassens; sin embargo, en la versión
en castellano es posible extraer un mensaje diferente, ya que este dice que «En
el mundo pues no hay mayor pecado, que el de no seguir al abanderado», y con
esto critica uno de los dogmas sociales más enraizados en la sociedad como es
el orgullo nacional, de esta manera se vuelve a mostrar el carácter más
enérgico de las traducciones en castellano de las canciones de Ibáñez. Después
del estribillo encontramos el segundo coro de dos líneas, en donde la
traducción se asemeja mucho al texto en francés. De nueva cuenta se vuelve a
hacer mención de a los heridos de guerra, en este caso a los mancos. Aquí es de
resaltar que, en la versión en castellano, la segunda línea está compuesta por
un decasílabo y, en cambio, la versión en francés es un octosílabo.
El siguiente estribillo es muy interesante, ya que enmarca de buena
manera la idiosincrasia del autor francés. En este, Brassens muestra el lado
anarquista que tanto le caracterizó durante su vida. El cantautor de Sète siempre
abogó y cantó por, y para, los más necesitados y débiles; y en esta canción
pone de manifiesto que el «voleur» que necesita de una manzana para comer está por encima de un «cul-terreux», que en castellano podría ser
un pueblerino, campesino o palurdo. Recordemos que existe el cliché en Francia
de que los gitanos son «voleurs de poulets» o, en este caso, de manzanas. Es posible que Brassens
se refiera a los gitanos, pueblo que, como él mismo, profesa un espíritu
anarquista. En la traducción en castellano se omite este detalle. Sin embargo;
no es de gran importancia, ya que en España también se tiene este cliché en
contra de los gitanos. Ibáñez menciona a un «ricachón» en la versión
castellana, en lugar del «cul-terreux», que se puede leer en la versión francesa. Esto puede parecer extraño,
ya que las acepciones entre ambos términos pueden ser muy distintas; pero aun
así, lo realmente importante, en ambos casos, es transmitir el mensaje de apoyo
a los sectores más marginados y discriminados de la sociedad, quienes son
señalados con el dedo por los pueblerinos o gente rural local (en el caso de la
canción en francés), y azotados o perseguidos por los ricos o la oligarquía (en
el caso de la versión en castellano). En los dos siguientes versos, Brassens vuelve
a repetir la quinta línea y en la sexta menciona a los «ladrones de manzanas»,
en cambio Ibáñez deja implícito algo muy curioso: este dice «siempre tengo yo
que meter la pata», por lo que puede dar a entender que siempre es él quien
alza la voz en contra de las injusticias, sin embargo, cualquiera que sea el
caso, el cantante valenciano sigue respetando la rima de los versos y la
métrica existentes en la versión francesa. En el tercer coro se vuelve a hacer
referencia a una deficiencia física, en este caso a los cojos, como menciona
Ibáñez, de igual manera que Brassens con «culs-d’-jatt’», y la métrica se sigue respetando en la traducción.
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