Las mala reputación (artículos)

 Comentarios


Es esta una de las canciones más populares del autor. Cuando alguien (y cada vez son más entre la gente joven) te dice que no conoce al autor francés suelo asegurarles que conocen algunas de sus canciones y no me equivoco; apenas empiezo a tatarear "En mi pueblo sin pretensión tengo muy mala reputación..." y enseguida les suena.

Este tema también lo trata en otras como "La mauvaise herbe" o "Celui qui a mal tourné" donde canta a un individuo marginado, o proscrito, o fuera de norma; por los que Brassens muestra a menudo cierta debilidad y simpatía como muestra de rebeldía individual sobre la autoridad establecida. No deja de incluir buenas dosis de bravura e inocencia en estos personajes que, ciertamente, reconfortan el corazón.

En este caso se trata de un sujeto un poco de pueblo, mal mirado por sus convecinos honorables, que sin hacer nada, o casi nada para ello (excepto no hacer lo establecido y lo habitual), es perseguido y propuesto para linchamiento. Sería el típico "raro" que, junto con el "tonto del pueblo" suele tener cada localidad y que sirve a sus habitantes "normales" para mirarse "y admirarse" en el espejo de la normalidad.

(Adaptación de los comentarios de Antonio García Calvo en su libro "19 canciones de Brassens")


Esta era, según Miquel Pujadó, la canción de ataque de Brassens en sus primeras actuaciones en los cabarets, al inicio de la década de los 50. Era su manera de decir: "o me toma como soy, o me deje”. Y, de hecho, la mitad del público solía levantarse y marchar antes de acabar la canción. "La mala reputación", aparecida de entrada en un 78 rpm, también abrió el primer disco grande de Brassens, un 25 cm. de 1952.
Pablo Moíño Sánchez realiza (en “Brassens en español”) un análisis de las diversas traducciones realizadas de esta popular canción.

De todas 
las canciones de Brassens, «La mauvaise réputation» es probablemente la más conocida, versionada, interpretada y reinterpretada en español. Traducida por Pierre Pascal y convertida en un himno de lucha por Paco Ibáñez es, además, junto con «La canne de Jeanne» («La pata de Juana») y «Le testament» («El testamento»), una de las tres canciones que Brassens grabó en nuestro idioma (en este caso, por cierto, la última estrofa es diferente a la que solemos escuchar). Sin embargo, lejos de desalentarse ante el éxito de esta primera versión ya bendecida, los traductores han continuado hurgando, retocando, perfeccionando.

Que «La mala reputación» se ha entendido y cantado muchas veces en España como poema contra el clero, el ejército o, sencillamente, el régimen franquista no es ningún secreto. Ni tampoco ningún problema, por otra parte. Anticlericalismo y antimilitarismo están más que presentes en la obra de Brassens y también aquí tienen su lugar de honor; pero es cierto que el francés carga en «La mauvaise réputation», sobre todo, contra la «gente de bien», y las connotaciones asociadas a esa «gente de bien» no son las mismas, pongamos por caso, en Francia que en España, del mismo modo que la bandera no es lo mismo, aunque lo parezca, aquí que allí.

¿Y qué hacer con las banderas y con las celebraciones? Pues es difícil. Brassens se queda en la cama el Quatorze Juillet y la versión española de Pascal traslada la siesta al día de la «Fiesta Nacional». Ningún problema, claro, en el cambio de fecha —otros traductores se han llevado la celebración a su terreno: el chileno Eduardo Peralta a la «Parada Militar» (19 de septiembre); los argentinos Nacha Guevara y Claudina y Alberto Gambino al «Día de la Bandera» (20 de junio); el también argentino Horacio Cerván al «Nueve de Julio»; y el español Agustín García Calvo, también al «Doce de Octubre»—, pero cada fiesta se entiende (y se escucha) de una manera. En el caso de Pascal, además, la cosa se completa con una puntilla —«en el mundo, pues, no hay mayor pecado / que el de no seguir al abanderado»— que no estaba en el original.

También sorprende ese estribillo forzadísimo, «No, a la gente no gusta que / uno tenga su propia fe», que elude por razones métricas un “le” casi imprescindible y que, además, coloca en rima un término cargado, otra vez, de connotaciones. Brassens habla en el original de route; y como ‘camino’ lo han entendido, con mayor o menor fortuna rítmica, otros traductores («Mas la gente no tiene a bien / que uno vaya en su propio tren», Cerván; «No es feliz la gente de pro / pues no tomé su senda yo», Peralta; y, con errores de medida, «Pero a la gente le sienta mal / que haya un camino personal», Claudina y Alberto Gambino; y «¡Ay!, por qué no quiere la gente / que una sea diferente», Guevara).

Por otro lado, las cosas no son tan fáciles. En mi opinión, Pascal sí acierta al colocar en rima, en el estribillo, la conjunción que, átona tanto en francés como en español y por tanto chocante ya en la versión original («Mais les brav’s gens n’aiment pas que / l’on suive une autre route qu’eux»). Y esto, que forma parte del personalísimo estilo de Brassens, no lo ven los demás traductores, mucho más ajustados a la route marcada por el significado del original. Salvo García Calvo, que solventa los dos problemas así: «Pero es que ellos no quieren que / ande uno por donde le dé».

NOTA: Examinemos ahora un extracto del trabajo fin de grado de Francisco Alberto Santos Quiroz, en el 2015, donde analiza el traslado de la obra de Georges Brassens al castellano y su influencia en la música y cultura española.  

La mauvaise réputation es, sin lugar a dudas, la pieza más representativa de Brassens para el pueblo español. Esta canción aparece en dos momentos diferentes de la historia en España. En 1969, Paco Ibáñez decide interpretar por primera vez dicha canción en castellano, en un mítico concierto que tuvo lugar en el Olympia de París, que lo consagra como figura de la canción engagée o de protesta. Con esta versión, Ibáñez busca y tiene un objetivo en concreto. Éste critica, y se dirige directamente, a la dictadura franquista, contextualizando de esta manera las palabras que tradujera Pierre Pascal en un plano político, acabando así con la ambigüedad de Brassens. Después, a finales de los años 80, cuando la música popular española no gozaba de su mejor momento; es cuando resurge de la mano de Loquillo y los Trogloditas la versión en castellano de «La mala reputación».

Así es como, la traducción de La mauvaise reputation, entra a formar parte del repertorio cultural español, tanto en los anaqueles históricos de la música española como en los de la política y los movimientos sociales de la juventud española y francesa de las décadas de los años 60, 70 y 80. En primer lugar, Ibáñez emplea la traducción de Pascal como himno contestatario contra el régimen franquista y, en segundo lugar, sirve como reivindicación existencial para Loquillo y los Trogloditas. Esto demuestra la importancia que pueden llegar a tener las traducciones, en este caso, de canciones o poemas, ya que Brassens juega con ambas categorías al mismo tiempo. La dimensión que alcanza la versión en castellano es impresionante, puesto que incluso se llega a pensar que la canción versionada en castellano es la original, como contara Paco Ibáñez en uno de sus conciertos al relatar que ,un día, un conocido le comentó que había escuchado en la radio francesa una de sus canciones versionada al francés.

Los dos primeros versos de esta canción, ya sea en castellano o en francés, se parecen tanto en forma como en significado, que es prácticamente una traducción literal; sin embargo, las dos líneas que le siguen se parecen en significado; mas no en forma. Con la frase «que je me démène ou que je reste coi, je pass’ pour un je-ne-sais-quoi», Brassens dice exactamente lo que Ibáñez logra traducir con elegancia, justo como se diría en España: «haga lo que haga es igual, todo lo consideran mal», así pues, la traducción queda muy bien hecha y con un juego de palabras distinto. Esto muestra que es posible emplear métodos diferentes de traducción, incluso dentro de un mismo estribillo o párrafo. La siguiente es la quinta línea antes mencionada, la cual Brassens repite en cada uno de los cuatro estribillos de la canción y, en cambio, en la canción de Ibáñez se modifica en cada uno de sus cuatro estribillos. El cantautor de Sète emplea la frase hecha en francés «ne faire de tort à personne» para referirse a «no dañar a nadie», Ibáñez por su parte traduce de manera similar este estribillo, sin embargo, en los tres estribillos restantes de la canción, Brassens deja el mismo verso e Ibáñez, en cambio, opta por transformar el sentido de la frase.

A continuación, Brassens vuelve a emplear una frase hecha muy familiar en francés: «Aller son chemin de petit bonhomme», que significa ir a su propio ritmo o ir tranquilamente por la vida. En la versión de Ibáñez se utiliza la frase hecha de «estar o “vivir” (como canta el valenciano) fuera del rebaño» que, aunque un poco diferente a la empleada en francés, es muy atinada, incluso aporta un toque más crudo o fuerte, como suele suceder en las versiones de Ibáñez. El final de los estribillos está compuesto por dos versos que se repiten en una ocasión. Estas líneas son diferentes en forma, pero tienen un significado muy parecido, quizá la única diferencia que se podría mencionar es el término «brav'es gens», en el que Brassens es más condescendiente con las personas al mencionar que son buenas; en cambio Ibáñez simplemente menciona a gente; una vez más se muestra el tono un poco más crudo con el que se versiona en castellano. Cada estribillo está seguido de un pequeño coro de dos versos en los que la traducción en castellano respeta la métrica de los cuatro coros que componen la canción en francés.

Con respecto a la traducción, en castellano se optó por traducir de forma muy apegada al significado y a la intención del original, no obstante, la traducción de estas líneas no es nada sencilla, puesto que en francés Brassens termina tres de estos corillos con «ça va de soi», en cambio, debido a la exigencia del idioma y las rimas, en las versiones de Ibáñez se traduce cada coro de forma diferente dependiendo la rima que se tenga que respetar. A pesar de estos cambios, la traducción no pierde la melodía del original, como tampoco la intención del cantautor francés. De los pequeños coros, es de mencionar que se hace alusión a personas discapacitadas o, tal vez más en concreto, personas que han sufrido heridas o amputaciones de guerra. En la canción de «Les patriotes», Brassens habla de los veteranos de guerra con un poco de humor negro o sarcasmo ya que, a pesar de haber quedado mutilados a causa de las guerras y de haber defendido a la patria, estos siguen amando los colores de la patria y su ejército. En la canción de «La mauvaise réputation», dichos discapacitados son los únicos que paradójicamente no señalan o critican a Brassens. Todo lo antes mencionado es un problema de traducción, no sólo del idioma sino de referencias culturales, incluso un francés, si no conoce la obra de Brassens, es posible que no sea capaz de captar el sentido que el cantautor francés busca. Es debido a esto que, en las traducciones en castellano, aunque muy bien traducidas; se pierde el juego de palabras y de ideas de Brassens.

En el comienzo del segundo estribillo podemos ver un buen ejemplo del empleo de la técnica de compensación en una traducción. Brassens habla del «quatorze-Julliet», fiesta nacional en Francia que conmemora la Toma de la Bastilla (14 de julio de 1789) y la Fiesta de la Federación, que a su vez es una celebración conmemorativa del primer aniversario de la Toma de la Bastilla. En este día, las tropas militares marchan por los Campos Elíseos al son de los tambores y las trompetas, bajo la atenta mirada del presidente. Dicho esto, se puede ver el tinte nacionalista que tienen ambas festividades y, por consiguiente, el deseo de Brassens para alejarse de nacionalismos y sus símbolos. En la traducción del álbum de Ibáñez, este simplemente menciona «fiesta nacional», y es posible que con esto se capte el mismo mensaje, sin embargo, Ibáñez menciona en la tercera línea del estribillo a la música militar, con lo que intenta romper de la misma manera con nacionalismos y patriotismos, ya que el ejército es de los símbolos más emblemáticos y representativos de una nación. Así pues, Ibáñez logra enviar el mismo mensaje de antipatriotismo que Brassens. En cuanto al estilo de traducción esta, más que una traducción, sería una adaptación. En estas cuatro primeras líneas del estribillo, Ibáñez se aleja totalmente del texto en francés, pero no por eso se cambia el sentido y el significado de los versos. Este sigue respetando las rimas y la métrica, y también respeta el mensaje de Brassens en su totalidad, no obstante, en la traducción es posible que se pierda un poco de la belleza poética de las palabras de Brassens, quien en sus palabras muestra más dulzura que la traducción en castellano. La siguiente línea (5ª), se ha mencionado con anterioridad. Este es el verso que Brassens mantiene invariable en los cuatro estribillos de la canción y que en la versión de Ibáñez cambia en todos los estribillos. En las dos versiones (castellana y francesa) se puede escuchar el mismo mensaje de antimilitarismo e individualidad que siempre caracterizan a Brassens; sin embargo, en la versión en castellano es posible extraer un mensaje diferente, ya que este dice que «En el mundo pues no hay mayor pecado, que el de no seguir al abanderado», y con esto critica uno de los dogmas sociales más enraizados en la sociedad como es el orgullo nacional, de esta manera se vuelve a mostrar el carácter más enérgico de las traducciones en castellano de las canciones de Ibáñez. Después del estribillo encontramos el segundo coro de dos líneas, en donde la traducción se asemeja mucho al texto en francés. De nueva cuenta se vuelve a hacer mención de a los heridos de guerra, en este caso a los mancos. Aquí es de resaltar que, en la versión en castellano, la segunda línea está compuesta por un decasílabo y, en cambio, la versión en francés es un octosílabo.

El siguiente estribillo es muy interesante, ya que enmarca de buena manera la idiosincrasia del autor francés. En este, Brassens muestra el lado anarquista que tanto le caracterizó durante su vida. El cantautor de Sète siempre abogó y cantó por, y para, los más necesitados y débiles; y en esta canción pone de manifiesto que el «voleur» que necesita de una manzana para comer está por encima de un «cul-terreux», que en castellano podría ser un pueblerino, campesino o palurdo. Recordemos que existe el cliché en Francia de que los gitanos son «voleurs de poulets» o, en este caso, de manzanas. Es posible que Brassens se refiera a los gitanos, pueblo que, como él mismo, profesa un espíritu anarquista. En la traducción en castellano se omite este detalle. Sin embargo; no es de gran importancia, ya que en España también se tiene este cliché en contra de los gitanos. Ibáñez menciona a un «ricachón» en la versión castellana, en lugar del «cul-terreux», que se puede leer en la versión francesa. Esto puede parecer extraño, ya que las acepciones entre ambos términos pueden ser muy distintas; pero aun así, lo realmente importante, en ambos casos, es transmitir el mensaje de apoyo a los sectores más marginados y discriminados de la sociedad, quienes son señalados con el dedo por los pueblerinos o gente rural local (en el caso de la canción en francés), y azotados o perseguidos por los ricos o la oligarquía (en el caso de la versión en castellano). En los dos siguientes versos, Brassens vuelve a repetir la quinta línea y en la sexta menciona a los «ladrones de manzanas», en cambio Ibáñez deja implícito algo muy curioso: este dice «siempre tengo yo que meter la pata», por lo que puede dar a entender que siempre es él quien alza la voz en contra de las injusticias, sin embargo, cualquiera que sea el caso, el cantante valenciano sigue respetando la rima de los versos y la métrica existentes en la versión francesa. En el tercer coro se vuelve a hacer referencia a una deficiencia física, en este caso a los cojos, como menciona Ibáñez, de igual manera que Brassens con «culs-d’-jatt’», y la métrica se sigue respetando en la traducción.

La traducción del último párrafo puede llegar a representar un esfuerzo mayor. Por un lado, tenemos que la métrica del nombre «Jéŕemi» no coincide con el de «Jeremías» en castellano. Esto lleva a buscar una alternativa para no perder la armonía y carácter recital de Brassens, y la versión de Ibáñez logra dicho objetivo al adaptar «Pas besoin d'être Jérémi’» por «No hace falta saber latín», puesto que junto con el verso siguiente: «yo ya sé cual será mi fin», la canción en castellano alcanza el mismo significado que la versión original, y también guarda la misma rima que en francés. No obstante, a pesar de haber logrado guardar la métrica, el significado y la rima de la canción en francés, la versión de Ibáñez pierde la metáfora con la que juega Brassens, puesto que «Jeremías» fue un profeta hebreo que vivió posiblemente entre el año 650 y el año 586 a.C. Por ello, la traducción en castellano puede pecar de simplismo, sin embargo, como es bien sabido en el ámbito traductor, las traducciones no siempre pueden llegar a ser perfectas, y mucho menos en el caso de una traducción de estilo Brassensiano con todos sus versos poéticos y sus metáforas cargadas de referencias culturales. Y, de igual manera que las primeras dos líneas, los cuatro versos siguientes, en lugar de ser una traducción, son una adaptación, que por supuesto busca el mismo significado. Es digno señalar que, en ocasiones, es mejor traducir o, en este caso, adaptar de la manera más simple posible, y esto es precisamente lo que este estribillo representa ya que, si se compara la versión en francés y la castellana, la segunda puede resultar un poco más sencilla en el uso del lenguaje y metáforas, sin embargo, no por ello carece de belleza.

(Comentarios de fuentes no datadas)

Comentarios