La maestra de escuela (artículos)

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 Esta es una de las canciones póstumas de Brassens. El autor dejó sin publicar canciones suficientes como para que el músico y cantante Máxime Le Forestier completara dos álbunes.

Desde mi punto de vista se trata de una canción ingenua, bastante alejada de la psicología infantil (los niños parecen más bien adolescentes o adultos). La maestra de escuela, Georges Brassens, interpretada por Maxime le Forestier (1998) fue prohibida en la radio comercial y para el público en general, debido a su texto algo ambiguo. Brassens se refiere a "los métodos avanzados" de su maestra de escuela, gracias a quienes los "perezosos, los mordaces, los tontos, los imbéciles" se convierten en "premios a la excelencia". ¿Cómo lo consigue la maestra? Pues prometiendo un beso al primero de la clase ...

Es sabido que a Brassens no le gustaba la escuela. Siempre mostró un irrenunciable individualismo que le llevó a escapar del influjo de la autoridad: “No tengo necesidad de maestro. La noción de maestro es contraria a mi naturaleza. Prefiero equivocarme solo que tener razón con los demás”, contaba en una entrevista.

El joven Georges enseguida descubrió que, si se quedaba a vivir en su pueblo, gozaría de una vida plácida como la de sus padres, pero no podría desarrollar todo el castillo de ilusiones que su maestro Alphonse Bonnafé le había descubierto. Era mal estudiante, pero buen soñador. Eso contaba el profesor a sus padres: "Déjenlo ir, que vuele. Tiene madera." Y en 1940, con 19 años, desembarcó en París para empaparse de escaparates, de librerías, de ruido, de libertad. Se levantaba tarde y se dejaba embriagar por la euforia que proporciona el alcohol de unos bistrós que ofrecen diversión a bajo precio. Chicas y música, la combinación perfecta.


La canción: simpática, imaginativa también; pero adolece de cierta inmadurez: coquetea con la ambigüedad y con el erotismo niño-adulto.

En mi inocencia, para las notas personales a la adaptación elegida, interpreté el verso “Enfin bref, un patin” en su traducción literal: “En fin, un patín”; es decir pensaba: “Un beso, sí, pero finalmente un patín que es lo que más podría desear un niño en esa edad, por encima incluso de los besos”. Desde mi punto de vista resultaba una concesión mucho más ajustada a la psicología infantil que su promesa erótica de beso “de tornillo”, algo que a muchos niños les produce realmente asco.


"Un baiser sur la bouche, enfin bref, un patin. 
Enfin bref, un patin"

("Un beso en la boca, de todos modos, un patín (beso apasionado)
De todos modos, un patín" (beso apasionado).

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