Entre la calle Atocha y la Puerta del Sol (artículos)
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Canción grabada en 1982 por Jean Bertola, y versionada en 1996 por Maxime Le Forestier.
La canción es la número 10 del disco de Jean Bertola en su álbum “Dernieres Chansons De Brassens”, junto con los temas siguientes temas también adaptados aquí: 1. Quand les cons sont braves, 2. - Méchantes avec de jolis seins, 3 - Dieu s'il existe, 4 - Le vieux Normand, 5 - Le passéiste, 6 - Ceux qui ne pensent pas comme nous, 7 - La visite, 8 - La nymphomane, 9 - Clairette et la fourmi, 10 - Entre la rue Didot et la rue de Vanves, 11 - L'andropause, 12 - Entre l'Espagne et l'Italie, 13 - La maîtresse d'école, 14 - Ce n'est pas tout d'être mon père, 15 - Le sceptique, 16 - Retouches à un roman d'amour de quatre sous, 17 - Le pêcheur.
La canción Entre la rue Didot et la rue de Vanves, cuenta un episodio de la Ocupación. Dos "esbirros con sus abrigos negros" vinieron a detener al héroe y se apartaron tras oírle tocar la guitarra. Georges Brassens no tuvo tiempo de grabarla, y fue Jean Bertola quien lo hizo en el álbum Les dernières chansons (1982). Desde 1945, la rue de Vanves se llama rue Raymond Losserand. Brassens también lo cita en la canción Le Vieux Léon: “... Les bons enfants/D'la ru' de Van-/Ves à la Gaîté...”. Al leer a Alix de Saint-André y a los hermanos de Saint-Cheron, uno podría pensar que los jóvenes de finales de los 60 y principios de los 70 se sintieron abrumados por su admiración al leer a Malraux. Creo, por el contrario, que la mayoría de ellos compartían la opinión de Georges Brassens. Puedo atestiguar que, en la escuela de ingeniería en la que estudiaba, si las representaciones televisadas de André Malraux (¡y más aún de De Gaulle!) atraían a mucha gente frente al televisor de la casa de los estudiantes, era por su hilarante cursilería y su involuntaria comicidad. La revuelta de mayo del 68 se originó en el desprecio (recíproco) que toda una generación sentía por la clase política dirigente de la época. Y cuando la voz del autobús 96 anuncia “Próxima parada Michel Debré”, no puedo evitar dar un respingo y reírme (la parada se llamaba Croix Rouge hasta finales de 2005, ¡gracias, señor Delanoë! La estatua monumental del escultor César Le Centaure adorna lo que antes era el cruce de la Croix Rouge, y ahora la plaza Michel Debré. ¿Lo habría apreciado el artista, ya que era su "obra favorita"?
No puede uno dejar de pensar que Joaquín Sabina, que reconoce beber en las fuentes brassenianas, pudo tomar la idea de este encuentro callejero para componer su “Pacto entre caballeros” donde también “la música amansa las fieras” de unos jóvenes delincuentes que pretenden robarle.
He realizado una traducción con resultado más o menos coherente. La canción se lee así como una historia callejera con toques de humor y muchas referencias francesas (la Gretchen, Languedoc, Calles y plazas de París, la Venus Hottentote, los oficiales de la Gestapo, el músico Django, André Malraux, ''En el teatro de esta noche'' (programa de la TV francesa)... He pensado, para la adaptación, situarla en un ambiente más familiar: en el Madrid de los años sesenta con la policía franquista y los pueblerinos que visitaban la urbe entre impresionados y atrevidos... Es un intento de contextualizarla en nuestro propio país. Intentos como ese se dan en muchas adaptaciones ("Talavera” (Carcasone) de Pedro Almeida, La balada de los cementerios de J. Carbonell, etc.) Así, trasvaso el ambiente parisino al madrileño de los años 60-70 cuando yo lo conocí. Los que veníamos de provincias (de Burgos, en mi caso) nos encontramos con un ambiente como el que reflejan las fotografías del video. Los emplazamientos resultan emblemáticos y el ritmo y la fonética acompañan (suprimo, no obstante, el artículo “la” en ocasiones, libertad que me permito pues se hace igualmente en el lenguaje apresurado de la calle). El imposible encuentro en Madrid de una “gretchen” queda perfectamente cubierto (y es aún una imagen más potente) con una “sueca escultural” (aquellas míticas valkirias del imaginario colectivo durante el franquismo). La visión de estas turistas en las calles aún hacía girar la cabeza en aquellos años. El requiebro y la palmada en el culo (esta última una clara exageración, pues no era en absoluto corriente) son algo muy de “macho hispánico” en aquella época. La reacción de la escandalizada turista, la llegada de la policía y la situación creada se parecen mucho a la descrita por Brassens con la salvedad de que sustituyo el acorde de Dyango por la canción “Satisfaction” de los Rollins, justo en la estrofa en que (los subtítulos tienen su función y los conservo) se puede leer: “No puedo obtener ninguna satisfacción", “No puedo obtener ninguna reacción de una chica” “porque intento, y yo intento, y yo intento, y yo intento..."
La escena resulta surrealista (también la de Brassens lo es). Elegí los Rollins y su canción por ser un símbolo de la época y representar la transgresión y el deseo de liberación en España (el tema apareció en el año 68). Las escenas en video de bailes de la policía son las únicas que pude encontrar de policías bailando, pero le dan un toque humorístico que queda muy bien.
La resolución del conflicto remite de alguna manera al final que propone Brassens: pero me permito hacer referencia al “desmadre nacional” que apareció por aquellos años en lo relativo al “ligueteo” y “el macho hispánico"... en fin, ese chiché de pueblerino (tan bien interpretado por uno de los mejores actores españoles de la época: Alfredo Landa, el seductor hispánico que dejó para la posteridad una palabra con su nombre: el “landismo")
La canción se cierra con una alusión al “Me Too” ligeramente cínica (la interpretación se deja abierta).
Confieso que la edición del video me ha costado más que la composición y sincronización de la letra en español. Al final me considero satisfecho del trabajo realizado. Dados los medios de que dispongo, es más que aceptable. No obstante; considero que la letra es mejorable. Solo habría que reposarla un poco y corregir las soluciones apresuradas que me vi forzado a adoptar por falta de tiempo. Al fin y al cabo, Georges Brassens dedicaba a sus canciones innumerables revisiones y descartes de material hasta tenerlas aquilatadas. Pero yo no aspiro a tanto.
La canción es la número 10 del disco de Jean Bertola en su álbum “Dernieres Chansons De Brassens”, junto con los temas siguientes temas también adaptados aquí: 1. Quand les cons sont braves, 2. - Méchantes avec de jolis seins, 3 - Dieu s'il existe, 4 - Le vieux Normand, 5 - Le passéiste, 6 - Ceux qui ne pensent pas comme nous, 7 - La visite, 8 - La nymphomane, 9 - Clairette et la fourmi, 10 - Entre la rue Didot et la rue de Vanves, 11 - L'andropause, 12 - Entre l'Espagne et l'Italie, 13 - La maîtresse d'école, 14 - Ce n'est pas tout d'être mon père, 15 - Le sceptique, 16 - Retouches à un roman d'amour de quatre sous, 17 - Le pêcheur.
La canción Entre la rue Didot et la rue de Vanves, cuenta un episodio de la Ocupación. Dos "esbirros con sus abrigos negros" vinieron a detener al héroe y se apartaron tras oírle tocar la guitarra. Georges Brassens no tuvo tiempo de grabarla, y fue Jean Bertola quien lo hizo en el álbum Les dernières chansons (1982). Desde 1945, la rue de Vanves se llama rue Raymond Losserand. Brassens también lo cita en la canción Le Vieux Léon: “... Les bons enfants/D'la ru' de Van-/Ves à la Gaîté...”. Al leer a Alix de Saint-André y a los hermanos de Saint-Cheron, uno podría pensar que los jóvenes de finales de los 60 y principios de los 70 se sintieron abrumados por su admiración al leer a Malraux. Creo, por el contrario, que la mayoría de ellos compartían la opinión de Georges Brassens. Puedo atestiguar que, en la escuela de ingeniería en la que estudiaba, si las representaciones televisadas de André Malraux (¡y más aún de De Gaulle!) atraían a mucha gente frente al televisor de la casa de los estudiantes, era por su hilarante cursilería y su involuntaria comicidad. La revuelta de mayo del 68 se originó en el desprecio (recíproco) que toda una generación sentía por la clase política dirigente de la época. Y cuando la voz del autobús 96 anuncia “Próxima parada Michel Debré”, no puedo evitar dar un respingo y reírme (la parada se llamaba Croix Rouge hasta finales de 2005, ¡gracias, señor Delanoë! La estatua monumental del escultor César Le Centaure adorna lo que antes era el cruce de la Croix Rouge, y ahora la plaza Michel Debré. ¿Lo habría apreciado el artista, ya que era su "obra favorita"?
(Traducción libre de Jacques Haussy,.en su blog Le grand Malraux)
No puede uno dejar de pensar que Joaquín Sabina, que reconoce beber en las fuentes brassenianas, pudo tomar la idea de este encuentro callejero para componer su “Pacto entre caballeros” donde también “la música amansa las fieras” de unos jóvenes delincuentes que pretenden robarle.
He realizado una traducción con resultado más o menos coherente. La canción se lee así como una historia callejera con toques de humor y muchas referencias francesas (la Gretchen, Languedoc, Calles y plazas de París, la Venus Hottentote, los oficiales de la Gestapo, el músico Django, André Malraux, ''En el teatro de esta noche'' (programa de la TV francesa)... He pensado, para la adaptación, situarla en un ambiente más familiar: en el Madrid de los años sesenta con la policía franquista y los pueblerinos que visitaban la urbe entre impresionados y atrevidos... Es un intento de contextualizarla en nuestro propio país. Intentos como ese se dan en muchas adaptaciones ("Talavera” (Carcasone) de Pedro Almeida, La balada de los cementerios de J. Carbonell, etc.) Así, trasvaso el ambiente parisino al madrileño de los años 60-70 cuando yo lo conocí. Los que veníamos de provincias (de Burgos, en mi caso) nos encontramos con un ambiente como el que reflejan las fotografías del video. Los emplazamientos resultan emblemáticos y el ritmo y la fonética acompañan (suprimo, no obstante, el artículo “la” en ocasiones, libertad que me permito pues se hace igualmente en el lenguaje apresurado de la calle). El imposible encuentro en Madrid de una “gretchen” queda perfectamente cubierto (y es aún una imagen más potente) con una “sueca escultural” (aquellas míticas valkirias del imaginario colectivo durante el franquismo). La visión de estas turistas en las calles aún hacía girar la cabeza en aquellos años. El requiebro y la palmada en el culo (esta última una clara exageración, pues no era en absoluto corriente) son algo muy de “macho hispánico” en aquella época. La reacción de la escandalizada turista, la llegada de la policía y la situación creada se parecen mucho a la descrita por Brassens con la salvedad de que sustituyo el acorde de Dyango por la canción “Satisfaction” de los Rollins, justo en la estrofa en que (los subtítulos tienen su función y los conservo) se puede leer: “No puedo obtener ninguna satisfacción", “No puedo obtener ninguna reacción de una chica” “porque intento, y yo intento, y yo intento, y yo intento..."
La escena resulta surrealista (también la de Brassens lo es). Elegí los Rollins y su canción por ser un símbolo de la época y representar la transgresión y el deseo de liberación en España (el tema apareció en el año 68). Las escenas en video de bailes de la policía son las únicas que pude encontrar de policías bailando, pero le dan un toque humorístico que queda muy bien.
La resolución del conflicto remite de alguna manera al final que propone Brassens: pero me permito hacer referencia al “desmadre nacional” que apareció por aquellos años en lo relativo al “ligueteo” y “el macho hispánico"... en fin, ese chiché de pueblerino (tan bien interpretado por uno de los mejores actores españoles de la época: Alfredo Landa, el seductor hispánico que dejó para la posteridad una palabra con su nombre: el “landismo")
La canción se cierra con una alusión al “Me Too” ligeramente cínica (la interpretación se deja abierta).
Confieso que la edición del video me ha costado más que la composición y sincronización de la letra en español. Al final me considero satisfecho del trabajo realizado. Dados los medios de que dispongo, es más que aceptable. No obstante; considero que la letra es mejorable. Solo habría que reposarla un poco y corregir las soluciones apresuradas que me vi forzado a adoptar por falta de tiempo. Al fin y al cabo, Georges Brassens dedicaba a sus canciones innumerables revisiones y descartes de material hasta tenerlas aquilatadas. Pero yo no aspiro a tanto.
(Comentario del autor)
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