El vino (artículos)
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Quiso la casualidad de que adaptara esta canción justo cuando estaba haciendo un curso de cata. Ganas me dieron de cantársela a mis compañeros. Pero… ¡Destino cruel! si lo hubiera hecho habría convertido el vino “en agua”. Agua que llovería a cántaros sobre nuestras cabezas.
La canción para beber, cuando Brassens se atreve a tocarla, pierde muchos de sus golpes en la mesa. Una lágrima cae en Le Vin, más cerca de las añadas de Baudelaire que de las de Raoul Ponchon. "Es el vino que consuela, ay, y hace la vida...” Brassens responde con otra, por desgracia: "Desafortunadamente nunca llueve, - nunca un gran azul, que manche...” Este vino no es el de los labios francos. Más bien el que bebemos para olvidar. Ni Bourgueil ni beaune. Esta vid crece entre los fragmentos de botella de la Porte des Lilas.
Le vin es una de las tres canciones escritas por Brassens para la película Porte des Lilas de René Clair, estrenada en 1957 (junto con Au bois de mon coeur y L'Amandier). Hay dos versiones de Le vin. Una de ellas se grabó el 21 de mayo de 1957 y lleva escritas las palabras "no utilizar" en la hoja de registro ; y la otra, que todos conocemos, se grabó el 6 de julio del mismo año. La llamada versión "alternativa" se nos ofrece en L'Intégrale 2011 en el CD Rarezas y versiones inéditas. El balanceo, imitando el andar de un borracho, sólo se descubrió mñás tardiamente. Otra pequeña curiosidad discofráfica: en los 25 cm. la introducción de 27 segundos es la más larga de todas las canciones de Brassene (¡casi la mitad de la canción Le Vent!). Para el 45 rpm, se acortó posteriormente de forma considerable (¡un minuto menos!) y es esta versión la que aparecerá en la discografía oficial.
Es una canción admirable. En efecto, ¡con qué arte Brassens, imita la embriaguez, desarticulando su texto (escrito sobre la estructura métrica de Colombine, de Verlaine, favorable a este tipo de evocación) y utiliza la "rima cortada"! Brassens era muy aficionado a este proceso de insertar una rima dentro de una palabra. Así:
El alcohólico de Brassens está más cerca del jovial borracho de Nougaro (Je suis sous) que del desesperado pimienta de Brel (L'Ivrogne), del desilusionado borrachuzo de Boris Vian (Le bois) o incluso del lúcido de sed-asesina de Graeme Alwright (Sacrée bouteille). La canción comienza con un guiño autobiográfico: "Antes de cantar / Ma vi’, de fair' des / harangues...". La referencia autobiográfica se detiene ahí. Gran bebedor de agua frente el Señor (casi dos litros al día, a causa de su cólico renal), Brassens no desdeña los aperitivos ni los digestivos. La cerveza también le gusta, pero no en exceso. A pesar de esta canción, el autor de Bistro y L'Épave no mostró una preferencia pronunciada por el "gros bleu". Lo confirmó durante una comida, a uno de sus más fervientes admiradores, Loïc Robinot: "No sé cómo llegamos a hablar de vino tinto ¿quizás le tendimos la mano para servirle un poco de vino tinto y se negó... ?". En cualquier caso, qué sorpresa cuando explicó que no le gustaba esta bebida [...] - ¿Pero su canción, entonces? - Creo que la escribí para complacer a mi padre. [...] Terminó diciéndonos que su bebida era el whisky. En esto no compartía el gusto de Charlie Chaplin que decía que "el whisky es lo más difícil de tragar... En los países civilizados, bebemos vino. »
El vino no fluye libremente en los poemas de Brassens, aunque se alude a él en más de once canciones. En Celui qui a mal tourné, Brassens no deja de sacrificar uno de sus rituales favoritos, el de "apropiarse indebidamente de expresiones", así "mettre de l'eau dans son vin" (poner agua en su vino) se convierte en esta canción: "Il y avait des temps et des temps [...] Qu'je n' mettais plus d' vin dans mon eau" (hacía tiempo que no ponía vino en mi agua), para subrayar su indigencia.
Tanto si se trata de vinos peleones como de grandes vinos, el vino es una cuestión de compartir. En La Rose, la Boutelle et la Poignée de main, estamos lejos del « grueso azul » (morapio, tintorro) (véase el Grand Robert: una cita del Bistro para la palabra "azul"), y desgraciadamente el pobre no encontrará ninguna garganta seca para compartir con él esta "botella de vino fino / Milésimé, béni, divin"... (botella de vino fino, de añada bendita y divina). Del mismo modo, en L'Ancêtre, unos amigos quieren ofrecer a un anciano en sus últimos días "la fina flor de la vid" (¡Saumur, Entre-Dos-Mares, Beaujolais, Marsala!!); ¡ay! una vez más la implacable foralidad de las instituciones no autoriza este gesto de generosidad y el anciano morirá, ¡ehh! con el insípido sabor de un "gran vaso de agua bendita". Otra canción donde Brassens, a escondidas, por una ruina, una bolsa de vino, un don nadie, juega el papel de la Aubergnat. Un tabernero de la ternura.
(Comentario del autor)
La canción para beber, cuando Brassens se atreve a tocarla, pierde muchos de sus golpes en la mesa. Una lágrima cae en Le Vin, más cerca de las añadas de Baudelaire que de las de Raoul Ponchon. "Es el vino que consuela, ay, y hace la vida...” Brassens responde con otra, por desgracia: "Desafortunadamente nunca llueve, - nunca un gran azul, que manche...” Este vino no es el de los labios francos. Más bien el que bebemos para olvidar. Ni Bourgueil ni beaune. Esta vid crece entre los fragmentos de botella de la Porte des Lilas.
(Confesiones de René Fallet en «Georges Brassens». Traducción libre)
Le vin es una de las tres canciones escritas por Brassens para la película Porte des Lilas de René Clair, estrenada en 1957 (junto con Au bois de mon coeur y L'Amandier). Hay dos versiones de Le vin. Una de ellas se grabó el 21 de mayo de 1957 y lleva escritas las palabras "no utilizar" en la hoja de registro ; y la otra, que todos conocemos, se grabó el 6 de julio del mismo año. La llamada versión "alternativa" se nos ofrece en L'Intégrale 2011 en el CD Rarezas y versiones inéditas. El balanceo, imitando el andar de un borracho, sólo se descubrió mñás tardiamente. Otra pequeña curiosidad discofráfica: en los 25 cm. la introducción de 27 segundos es la más larga de todas las canciones de Brassene (¡casi la mitad de la canción Le Vent!). Para el 45 rpm, se acortó posteriormente de forma considerable (¡un minuto menos!) y es esta versión la que aparecerá en la discografía oficial.
Es una canción admirable. En efecto, ¡con qué arte Brassens, imita la embriaguez, desarticulando su texto (escrito sobre la estructura métrica de Colombine, de Verlaine, favorable a este tipo de evocación) y utiliza la "rima cortada"! Brassens era muy aficionado a este proceso de insertar una rima dentro de una palabra. Así:
Quand on est un sa-
ge, et qu'on a du sa-
voir-boire
Cuando eres un sa-
-bio tienes que sa-
-ber beber
se une a la famosa
"Laissons le chap libre à l'oiseau,
nous serons tous les deux priso-
nniers sur parole"
"Deja que el pájaro sea libre,
ambos estaremos prisio-
-neros bajo plalabra »
de La Non-Demande en mariage.El alcohólico de Brassens está más cerca del jovial borracho de Nougaro (Je suis sous) que del desesperado pimienta de Brel (L'Ivrogne), del desilusionado borrachuzo de Boris Vian (Le bois) o incluso del lúcido de sed-asesina de Graeme Alwright (Sacrée bouteille). La canción comienza con un guiño autobiográfico: "Antes de cantar / Ma vi’, de fair' des / harangues...". La referencia autobiográfica se detiene ahí. Gran bebedor de agua frente el Señor (casi dos litros al día, a causa de su cólico renal), Brassens no desdeña los aperitivos ni los digestivos. La cerveza también le gusta, pero no en exceso. A pesar de esta canción, el autor de Bistro y L'Épave no mostró una preferencia pronunciada por el "gros bleu". Lo confirmó durante una comida, a uno de sus más fervientes admiradores, Loïc Robinot: "No sé cómo llegamos a hablar de vino tinto ¿quizás le tendimos la mano para servirle un poco de vino tinto y se negó... ?". En cualquier caso, qué sorpresa cuando explicó que no le gustaba esta bebida [...] - ¿Pero su canción, entonces? - Creo que la escribí para complacer a mi padre. [...] Terminó diciéndonos que su bebida era el whisky. En esto no compartía el gusto de Charlie Chaplin que decía que "el whisky es lo más difícil de tragar... En los países civilizados, bebemos vino. »
El vino no fluye libremente en los poemas de Brassens, aunque se alude a él en más de once canciones. En Celui qui a mal tourné, Brassens no deja de sacrificar uno de sus rituales favoritos, el de "apropiarse indebidamente de expresiones", así "mettre de l'eau dans son vin" (poner agua en su vino) se convierte en esta canción: "Il y avait des temps et des temps [...] Qu'je n' mettais plus d' vin dans mon eau" (hacía tiempo que no ponía vino en mi agua), para subrayar su indigencia.
Tanto si se trata de vinos peleones como de grandes vinos, el vino es una cuestión de compartir. En La Rose, la Boutelle et la Poignée de main, estamos lejos del « grueso azul » (morapio, tintorro) (véase el Grand Robert: una cita del Bistro para la palabra "azul"), y desgraciadamente el pobre no encontrará ninguna garganta seca para compartir con él esta "botella de vino fino / Milésimé, béni, divin"... (botella de vino fino, de añada bendita y divina). Del mismo modo, en L'Ancêtre, unos amigos quieren ofrecer a un anciano en sus últimos días "la fina flor de la vid" (¡Saumur, Entre-Dos-Mares, Beaujolais, Marsala!!); ¡ay! una vez más la implacable foralidad de las instituciones no autoriza este gesto de generosidad y el anciano morirá, ¡ehh! con el insípido sabor de un "gran vaso de agua bendita". Otra canción donde Brassens, a escondidas, por una ruina, una bolsa de vino, un don nadie, juega el papel de la Aubergnat. Un tabernero de la ternura.
(Artículo de Jean-Paul Sermonte en «Les amis de Georges», en traducción libre)
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