El tío Archivald (artículos)
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Mientras traducía la letra con ayuda del traductor de Google y de Microsoft encontraba numerosos puntos en común con la canción de Javier Krahe “El tío Marcial” (desde el título y su fonética similar, pasando por algunos pasajes de su diálogo con la muerte, la referencia a la guadaña y al golpe seco, el desdén por la macabra criatura, la querencia posesiva de la Parca sobre los pobres mortales y su invitación a vivir consigo…). He de investigar un poco más; pero seguro que, en algún momento o lugar, Krahe reconoce esta influencia.
Destaco los puntos comunes que encuentro ente esta canción de Brassens y "El tío Marcial" de J. Krahe. Empezaré por el título (que rima): Marcial y Archivald pueden ser sustituidos en ambos temas pues su fonética es semejante. No coinciden mucho las fechas (Oncle Archival, 1957 y El tío Marcial 1980) pero es muy posible que Krahe tuviera algún boceto anterior de la canción (creo que escribía en algún cuaderno sus ideas y esbozos y que lo repasaba de cuando en cuando). El modo teatral en que se presenta la canción, como un diálogo entre la muerte y el anciano, es muy similar en ambas y la alusión a "cortar el césped con la guadaña" es casi idéntica. El tono irónico es común y, aunque la muerte en el caso del francés es una bella dama en forma de cadáver (al igual que "Mi novia cadáver" de Tim Burton), también son comunes la resignación final de ambos finados. Más semejanzas, quizá, podrían encontrarse; pero de tiempo ando escaso. Solo apuntaré que he realizado una versión de la famosa canción de J. Krahe dedicada a mis sobrinos con algunos guiños (que solo ellos podrán interpretar) pero que resulta, cuando menos, simpáticas.
Según nos cuenta René Fallet, Brassens una vez cantó en la Sorbona frente a Sartre y los estudiantes. ¿Qué programa llevo? - nos preguntó. "Tienes que poner al tío Archibald”. Era obvio. El Tío Archibald es una canción para la Sorbona, una canción filosofal si es que la filosofía interviene en la escritura de lo que a veces sucede. Aunque solo sea para hacer de la muerte un personaje comprensivo, un papel al que apenas estamos acostumbrados. Sin embargo, se convierte en él, por la gracia de Brassens. Porque en los brazos de La Parca, la vida parece más fácil: "Estarán fuera de tu alcance: perros, lobos, hombres y tontos". Enorme canción esta del tío Archibald. Nada de un entretenimiento de tocadiscos: La muerte, como la ve Brassens, hace piruetas y burbujas. No es de Edgar Poe. Y, sin embargo, es lo mismo.
No sé si habrá algún estudio sobre el sexo del personaje. La muerte (La Camarde) es nombrada en femenino y, a veces (como en la canción), con tintes seductores. Otros creadores (Igmar Bergman, por ejemplo) la pintan de oscuro caballero. Los mejicanos celebran a “La Santa Muerte”, etc. La idiosincrasia de cada uno se refleja en el sexo de su muerte particular. La de Brassens es una muerte erótica, entrañable a veces (véase El fantasma), familiar… no es una muerte que asusta, sino que seduce. Ese asunto tan serio (el morir) lo aborda con intención traviesa. Juega con sus propios temores y se ríe, quizá para exorcizarlos. La presencia de La Parca hubo de ser sentida por Brassens desde muy pronto cuando sus “cólicos al riñón” (en realidad un cáncer) le hacían doblarse sobre sí mismo… Desde luego, esta señora descarnada, no tenía nada de seductora en la realidad. Pero para eso está la fantasía y el humor. Para llevarnos a otra vida mejor en la presente.
La calle Froidevaux (Valles fríos) es una calle del distrito 14 de París, que en sí misma no tendría nada de especial si no fuera porque es la entrada a uno de los mayores y más históricos cementerios de París, el de Montparnasse. En realidad el nombre de la calle, corresponde a un teniente coronel del cuerpo de bomberos. Un cementerio en la calle "Fríosvalles", a las tres de la noche brumosa de diciembre, debe producir un pequeño escalofrío; aunque el pobre teniente coronel no tenga nada que ver. Imagínate que, como le ocurrió a Archivald, uno de los famosos tíos de Georges; te encontraras nada menos que con la Dama Negra, que viene a por ti…
Sin embargo, debes saber que la Muerte, con toda su parafernalia habitual, no había contado con la personalidad de este famoso tío de Brassens. Tampoco con su sobrino, que, al contar su historia, enseguida empezó a tratarla como a una puta que golpea el pavimento del cementerio. Y ya era hora, por Dios: ¡basta de tanta mierda de "hermana muerta"! Pero no es por aquí; no, no es por aquí, por donde el tío Arcibald se muestra recalcitrante hasta decir basta: es que no tiene ningún deseo de tener ni siquiera uno rapidito, ni siquiera una petite baise en levrette, con esa señora. Al solemne discursito de la madame, el tío Arcibaldo responde con una declaración de importancia histórica, que debería -estoy convencido- quedar grabada en todas partes, en los lugares públicos, en los templos, en nuestras conciencias:
La muerte no esperaba esto. Quizá se haya sometido a un tratamiento de adelgazamiento milenario, decididamente energético, sin que por ello consiga estar más guapa, más agradable; además se encuentra ante alguien a quien no le gusta nada "Twiggy" (actriz conocida por su delgadez). Es demasiado: sin tener que hacer muchos discursos, mejor darle una buena paliza y largarse. En resumen, el tío Archibald no le había mostrado ni respeto ni miedo, la había llevado de paseo, la había llamado "despellejada" (bueno...); y luego se había acordado (¡Oh!... ¡Ay!) de tener el cuchillo -perdón, la guadaña- siempre por el mango.
Así pues, esta historia bastaría para hacer de esta canción una obra maestra absoluta, incluso si se detuviera en los primeros versos. Pero esto no fue suficiente para el tío Georges. Continuó la historia, por supuesto que la continuó; haciendo de esta canción no sólo una "obra maestra" (porque hay muchas obras maestras, y quizás demasiadas) sino algo absolutamente único. No te voy a contar las "secuelas" de Brassens, o mejor dicho del tío Arcibaldo y su chica poco atractiva de la calle Froidevaux. Todo lo que puedo decir es que, Madame La Parca, convence de alguna manera a su tío; y para hacerlo, le prodiga una serie de estrofas que son un himno a un verdadero paraíso, un paraíso que -está implícito en la canción- debería estar en la tierra. Porque esta canción nos habla de lo que debe ser el más allá, y no será precisamente en otra vida. Porque nos habla de los deseos humanos: de dejar de inclinar la cabeza ante el amo, de dejar de ser explotados como bestias de carga, de dejar de tener que decir "Señor". Nos habla, sobre todo, de no tener que esperar la muerte para tener un poco de paz, de libertad, de igualdad. En este mundo, parece que es la muerte la que tiene que hablarnos de la vida, y de la vida como debe ser.
Por cierto: en la canción Brassens no dice que todo haya ocurrido en la calle Froidevaux, aunque menciona esa calle en otra canción que no voy a contar. Pero él vivía a un paso de la calle Froidevaux….
Destaco los puntos comunes que encuentro ente esta canción de Brassens y "El tío Marcial" de J. Krahe. Empezaré por el título (que rima): Marcial y Archivald pueden ser sustituidos en ambos temas pues su fonética es semejante. No coinciden mucho las fechas (Oncle Archival, 1957 y El tío Marcial 1980) pero es muy posible que Krahe tuviera algún boceto anterior de la canción (creo que escribía en algún cuaderno sus ideas y esbozos y que lo repasaba de cuando en cuando). El modo teatral en que se presenta la canción, como un diálogo entre la muerte y el anciano, es muy similar en ambas y la alusión a "cortar el césped con la guadaña" es casi idéntica. El tono irónico es común y, aunque la muerte en el caso del francés es una bella dama en forma de cadáver (al igual que "Mi novia cadáver" de Tim Burton), también son comunes la resignación final de ambos finados. Más semejanzas, quizá, podrían encontrarse; pero de tiempo ando escaso. Solo apuntaré que he realizado una versión de la famosa canción de J. Krahe dedicada a mis sobrinos con algunos guiños (que solo ellos podrán interpretar) pero que resulta, cuando menos, simpáticas.
(Comentarios del autor)
Según nos cuenta René Fallet, Brassens una vez cantó en la Sorbona frente a Sartre y los estudiantes. ¿Qué programa llevo? - nos preguntó. "Tienes que poner al tío Archibald”. Era obvio. El Tío Archibald es una canción para la Sorbona, una canción filosofal si es que la filosofía interviene en la escritura de lo que a veces sucede. Aunque solo sea para hacer de la muerte un personaje comprensivo, un papel al que apenas estamos acostumbrados. Sin embargo, se convierte en él, por la gracia de Brassens. Porque en los brazos de La Parca, la vida parece más fácil: "Estarán fuera de tu alcance: perros, lobos, hombres y tontos". Enorme canción esta del tío Archibald. Nada de un entretenimiento de tocadiscos: La muerte, como la ve Brassens, hace piruetas y burbujas. No es de Edgar Poe. Y, sin embargo, es lo mismo.
(Palabras de René Fallet en “Georges Brassens”. Traducción libre)
No sé si habrá algún estudio sobre el sexo del personaje. La muerte (La Camarde) es nombrada en femenino y, a veces (como en la canción), con tintes seductores. Otros creadores (Igmar Bergman, por ejemplo) la pintan de oscuro caballero. Los mejicanos celebran a “La Santa Muerte”, etc. La idiosincrasia de cada uno se refleja en el sexo de su muerte particular. La de Brassens es una muerte erótica, entrañable a veces (véase El fantasma), familiar… no es una muerte que asusta, sino que seduce. Ese asunto tan serio (el morir) lo aborda con intención traviesa. Juega con sus propios temores y se ríe, quizá para exorcizarlos. La presencia de La Parca hubo de ser sentida por Brassens desde muy pronto cuando sus “cólicos al riñón” (en realidad un cáncer) le hacían doblarse sobre sí mismo… Desde luego, esta señora descarnada, no tenía nada de seductora en la realidad. Pero para eso está la fantasía y el humor. Para llevarnos a otra vida mejor en la presente.
(Comentario del autor)
La calle Froidevaux (Valles fríos) es una calle del distrito 14 de París, que en sí misma no tendría nada de especial si no fuera porque es la entrada a uno de los mayores y más históricos cementerios de París, el de Montparnasse. En realidad el nombre de la calle, corresponde a un teniente coronel del cuerpo de bomberos. Un cementerio en la calle "Fríosvalles", a las tres de la noche brumosa de diciembre, debe producir un pequeño escalofrío; aunque el pobre teniente coronel no tenga nada que ver. Imagínate que, como le ocurrió a Archivald, uno de los famosos tíos de Georges; te encontraras nada menos que con la Dama Negra, que viene a por ti…
Sin embargo, debes saber que la Muerte, con toda su parafernalia habitual, no había contado con la personalidad de este famoso tío de Brassens. Tampoco con su sobrino, que, al contar su historia, enseguida empezó a tratarla como a una puta que golpea el pavimento del cementerio. Y ya era hora, por Dios: ¡basta de tanta mierda de "hermana muerta"! Pero no es por aquí; no, no es por aquí, por donde el tío Arcibald se muestra recalcitrante hasta decir basta: es que no tiene ningún deseo de tener ni siquiera uno rapidito, ni siquiera una petite baise en levrette, con esa señora. Al solemne discursito de la madame, el tío Arcibaldo responde con una declaración de importancia histórica, que debería -estoy convencido- quedar grabada en todas partes, en los lugares públicos, en los templos, en nuestras conciencias:
¡Mujeres asquerosas y despojadas!
¡Viva las mujeres que son un poco
mujeres redondas!
Así pues, esta historia bastaría para hacer de esta canción una obra maestra absoluta, incluso si se detuviera en los primeros versos. Pero esto no fue suficiente para el tío Georges. Continuó la historia, por supuesto que la continuó; haciendo de esta canción no sólo una "obra maestra" (porque hay muchas obras maestras, y quizás demasiadas) sino algo absolutamente único. No te voy a contar las "secuelas" de Brassens, o mejor dicho del tío Arcibaldo y su chica poco atractiva de la calle Froidevaux. Todo lo que puedo decir es que, Madame La Parca, convence de alguna manera a su tío; y para hacerlo, le prodiga una serie de estrofas que son un himno a un verdadero paraíso, un paraíso que -está implícito en la canción- debería estar en la tierra. Porque esta canción nos habla de lo que debe ser el más allá, y no será precisamente en otra vida. Porque nos habla de los deseos humanos: de dejar de inclinar la cabeza ante el amo, de dejar de ser explotados como bestias de carga, de dejar de tener que decir "Señor". Nos habla, sobre todo, de no tener que esperar la muerte para tener un poco de paz, de libertad, de igualdad. En este mundo, parece que es la muerte la que tiene que hablarnos de la vida, y de la vida como debe ser.
Por cierto: en la canción Brassens no dice que todo haya ocurrido en la calle Froidevaux, aunque menciona esa calle en otra canción que no voy a contar. Pero él vivía a un paso de la calle Froidevaux….
(Extracto del blog “Canciones contra la guerra”, traducido libremente)
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