El nostálgico (artículos)
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Canción póstuma. Podemos encontrarla en el álbum de Jean Bertola: “Les dernières chansons inédites de Georges Brassens” de 1982.
Existe un Brassens libertario y descarado, pero no debemos olvidar el Brassens nostálgico. La nostalgia, en sus canciones, es una construcción utópica de un pasado idealizado. Se trata de una nostalgia de carácter estético articulada en torno a un tema determinado. Los temas que trata el cantautor incluyen el amor (“amor” con mayúsculas y “amorcillos”), la amistad, los cornudos, la muerte, las prostitutas, la estupidez, la hipocresía, la independencia, la solidaridad… Lo hizo siempre con un lenguaje directo, lleno de lirismo, delicadeza, sensibilidad y con gran fuerza expresiva. Su propia imagen (el espeso bigote, su eterna guitarra, su franqueza, su aspecto de “oso”, su voz…) no combina bien con el aspecto de un pretendiente romántico y, sin embargo, la nostalgia está muy presente en sus canciones como un eco íntimo que, en ocasiones, resuena con gran fuerza; pero también como homenaje literario y cultural o como mecanismo de crítica.
Brassens muestra su aprecio por la poesía tradicional, incluso medieval, y los temas históricos. Se aleja de los temas de vanguardia (aunque los trata ocasionalmente) y realiza un enfoque popular y romántico de la canción y la poesía. Encuentra sus referentes estéticos en autores del pasado, siendo así necesariamente “nostálgico” el enfoque de muchos de sus temas. El impulso nostálgico recorre transversalmente sus canciones mezclándose con sus ideas existenciales y la crítica social.
En el caso de “Le passéiste” la poesía y el arte se sitúan en los tiempos del mito y el cuento popular. Se aleja del presente y lo declara, disculpándose por la imagen infantil que ofrece, ya en la primera estrofa:
La musa, la inspiración poética, también bebe de las fuentes de la memoria. La nostalgia existencial y estética, se combinan en esta canción.
Apenas tendremos en la canción referencias a la actualidad en comparación con el escenario predominante, vagamente ucrónimo, preferentemente rural, incluso pastoril, que se ajusta a los contextos tradicionales: la joven aldeana ingenua y admirada de Margot, las lisettes parisinas del pasado siglo, las Becassines irreductibles e insobornables de todos los tiempos… En fin, todas esas flores que podrían vivir en cualquier pueblo de la Francia rural en un tiempo indeterminado; al igual que los Auvergnat, Pobres Martín, Bonhome y sus otros personajes (cornudos, borrachos, policías, croquants, croque-notes, etc).
Hay en sus canciones un aire antiguo, un olor a campo y bosque… como si la ciencia y la tecnología no existieran para él. Usa deliberadamente un lenguaje anticuado: “O gué”, “ma mie”… que nos remite a tiempos lejanos, a las baladas populares de “antaño” donde las jóvenes se bañaban en el agua de manantiales claros o Helena lloraba junto a una fuente cuando tres capitanes se burlaban de sus rotos zapatos…
Brassens declaró que se sentía profundamente medieval (Ver “Le moyenâux”). La elección de la Edad Media no es una coincidencia. Disfruta situando sus personajes en un periodo histórico muy alejado de la Francia actual. Su ambientación musical de la “Ballade des dames du temps jadis” es un homenaje a aquella época y sus héroes de referencia.
Larga sería la enumeración de los temas donde la nostalgia adquiere protagonismo destacado en sus canciones: desde las literarias (“Ballade des dames du temps jadis”, “Le moyenâux”, “El jardín del Rey Luis”, “Colombine”, “Gastibelza”, “La leyenda de la monja”… ); biográficas (“Los cuatro bachilleres”, “Mamá, papá”, “La marcha nupcial” “Jeanne”, “Canción para el aubergnat”, “La primera chica”, “El viejo León”, “Cerca de mi árbol”…); históricas (“La guerra del 14-19”, “La rapada”… ); mitológicas o religiosas (“El gran Pan”, “Tempestad en la pila de bautismo”…); sociales “, ”El joven flautista”, “El bulevard del tiempo que pasa”, “Los funerales de antaño”, “La ronda de los juramentos”, “El tiempo pasado”, “El 22 de septiembre”, “Sucio hombrecillo”…); folclóricas (“Los zuecos de Helena, “La ruta de las cuatro canciones”…)
Brassens elabora muchas de sus canciones a partir de un recuerdo o un pasado sentimental. Se trata de situaciones sublimadas, idealizadas a partir de su creatividad y su líbido. Son cuatro los ejes temáticos sobre los que se articula el tema de la nostalgia en su obra: lo estético, lo existencial, lo social y lo sentimental. Son cuatro categorías que se entrelazan y donde el deseo de plenitud del autor cristaliza en una mirada lúcida, tierna y amarga del pasado.
Existe un Brassens libertario y descarado, pero no debemos olvidar el Brassens nostálgico. La nostalgia, en sus canciones, es una construcción utópica de un pasado idealizado. Se trata de una nostalgia de carácter estético articulada en torno a un tema determinado. Los temas que trata el cantautor incluyen el amor (“amor” con mayúsculas y “amorcillos”), la amistad, los cornudos, la muerte, las prostitutas, la estupidez, la hipocresía, la independencia, la solidaridad… Lo hizo siempre con un lenguaje directo, lleno de lirismo, delicadeza, sensibilidad y con gran fuerza expresiva. Su propia imagen (el espeso bigote, su eterna guitarra, su franqueza, su aspecto de “oso”, su voz…) no combina bien con el aspecto de un pretendiente romántico y, sin embargo, la nostalgia está muy presente en sus canciones como un eco íntimo que, en ocasiones, resuena con gran fuerza; pero también como homenaje literario y cultural o como mecanismo de crítica.
Brassens muestra su aprecio por la poesía tradicional, incluso medieval, y los temas históricos. Se aleja de los temas de vanguardia (aunque los trata ocasionalmente) y realiza un enfoque popular y romántico de la canción y la poesía. Encuentra sus referentes estéticos en autores del pasado, siendo así necesariamente “nostálgico” el enfoque de muchos de sus temas. El impulso nostálgico recorre transversalmente sus canciones mezclándose con sus ideas existenciales y la crítica social.
En el caso de “Le passéiste” la poesía y el arte se sitúan en los tiempos del mito y el cuento popular. Se aleja del presente y lo declara, disculpándose por la imagen infantil que ofrece, ya en la primera estrofa:
Lo siento si parezco infantil
pero, por mi fe,
que elijo la frase:
"Érase una vez..."
Las formas literarias se nutren también de vocabulario y estilos pasados. Expresiones como “vers du jadis et de naguère” ó “neiges d’antan” son declaraciones explícitas de cual considera él que la época de la belleza. La musa, la inspiración poética, también bebe de las fuentes de la memoria. La nostalgia existencial y estética, se combinan en esta canción.
Apenas tendremos en la canción referencias a la actualidad en comparación con el escenario predominante, vagamente ucrónimo, preferentemente rural, incluso pastoril, que se ajusta a los contextos tradicionales: la joven aldeana ingenua y admirada de Margot, las lisettes parisinas del pasado siglo, las Becassines irreductibles e insobornables de todos los tiempos… En fin, todas esas flores que podrían vivir en cualquier pueblo de la Francia rural en un tiempo indeterminado; al igual que los Auvergnat, Pobres Martín, Bonhome y sus otros personajes (cornudos, borrachos, policías, croquants, croque-notes, etc).
Hay en sus canciones un aire antiguo, un olor a campo y bosque… como si la ciencia y la tecnología no existieran para él. Usa deliberadamente un lenguaje anticuado: “O gué”, “ma mie”… que nos remite a tiempos lejanos, a las baladas populares de “antaño” donde las jóvenes se bañaban en el agua de manantiales claros o Helena lloraba junto a una fuente cuando tres capitanes se burlaban de sus rotos zapatos…
Brassens declaró que se sentía profundamente medieval (Ver “Le moyenâux”). La elección de la Edad Media no es una coincidencia. Disfruta situando sus personajes en un periodo histórico muy alejado de la Francia actual. Su ambientación musical de la “Ballade des dames du temps jadis” es un homenaje a aquella época y sus héroes de referencia.
Larga sería la enumeración de los temas donde la nostalgia adquiere protagonismo destacado en sus canciones: desde las literarias (“Ballade des dames du temps jadis”, “Le moyenâux”, “El jardín del Rey Luis”, “Colombine”, “Gastibelza”, “La leyenda de la monja”… ); biográficas (“Los cuatro bachilleres”, “Mamá, papá”, “La marcha nupcial” “Jeanne”, “Canción para el aubergnat”, “La primera chica”, “El viejo León”, “Cerca de mi árbol”…); históricas (“La guerra del 14-19”, “La rapada”… ); mitológicas o religiosas (“El gran Pan”, “Tempestad en la pila de bautismo”…); sociales “, ”El joven flautista”, “El bulevard del tiempo que pasa”, “Los funerales de antaño”, “La ronda de los juramentos”, “El tiempo pasado”, “El 22 de septiembre”, “Sucio hombrecillo”…); folclóricas (“Los zuecos de Helena, “La ruta de las cuatro canciones”…)
Brassens elabora muchas de sus canciones a partir de un recuerdo o un pasado sentimental. Se trata de situaciones sublimadas, idealizadas a partir de su creatividad y su líbido. Son cuatro los ejes temáticos sobre los que se articula el tema de la nostalgia en su obra: lo estético, lo existencial, lo social y lo sentimental. Son cuatro categorías que se entrelazan y donde el deseo de plenitud del autor cristaliza en una mirada lúcida, tierna y amarga del pasado.
(Síntesis en traducción libre de un artículo de Isabelle Marc Martínez. UCM).
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