El cornudo (artículos)
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El tema de los cornudos da la oportunidad de canciones muy divertidas como "A la sombra de los maridos" o "La traidora" Pero también "El cornudo", "El asesinato" y "El chupa-cuernos". "El cornudo" es la canción madre de todas las canciones sobre cornudos que en el mundo han sido. Con un sentido del humor, casi británico, incluye una llamada a no perder las buenas formas ni siquiera con el amante de tu mujer: Cornudo, eso sí; pero no anfitrión.
Con ciertas generosas libertades (como un final, completamente diferente al propuesto por Brassens; pero que se hacía difícil de comprender en nuestro idioma si se mantenía el contenido original (es una expresión muy francesa relativa a los ferroviarios basada en su particular cultura popular). He preferido utilizar la metáfora del cuco, el pájaro ladrón que se cuela en nidos ajenos y roba o arroja fuera los huevos originales de los dueños “el muy cuco”. Además, fonéticamente (aunque con el rol invertido) es similar a “cocu”. En francés cocú significa marido engañado, o cornudo. Sin embargo; nuestro cuco (en francés coucou, igualmente una onomatopeya, al igual que la española) no parece tener relación con el cocu de la canción en absoluto. De todas formas, y dada la dificultad, y antes de llegar a comprender la opinión de los franceses sobre los jefes de estación (de esa relación me enteré posteriormente), me pareció interesante como solución a un final. ¡Que el buen maestro me perdone!
Le Cocu viene a corroborar que las cosas no son tan simples; no hace falta decirlo. Pero, Talleyrand dice, "es aún mejor cuando lo dices". El cornudo de Brassens no es sólo un ser grotesco y fácil. No es ciego, a diferencia de la mayoría de sus compañeros de desgracia. Su melancolía tiene acentos desgarradores. Esta divertida canción tiene un regusto de tristeza.
Después del tema de la lealtad, viene el contrapeso de la infidelidad con la que Brassens juega en la canción El cornudo. Con este texto, Brassens inaugura una serie de canciones sobre el tema del adulterio, un tema que girará en todas las direcciones y para el que imaginará las situaciones más divertidas (aparecerá más adelante en otros discos La traidora, La mujer adúltera y Chupacuernos).
En varias ocasiones he podido constatar, con asombro, esta memoria de Joaquín Sabina. Una de ellas tuvo lugar en Zaragoza, cuando vino en 1986 a dar un concierto en la plaza de toros. Cenamos la noche anterior con los organizadores y me invitó a hacer una canción juntos al día siguiente. Yo le sugerí "El gorila", porque nos evitaría tener que ensayar mucho. Le gustó la idea, tanto que a la salida del restaurante sacó un papelito y me mostró que estaba creando una canción muy estilo Brassens. Era "Cuernos", que se cantó en "Hotel, dulce hotel" y, en efecto, en un asunto brasseriano.
Grabada el 13 de octubre de 1958, Le cocu es una canción un poco olvidada. Es una pena. ¡Cuando salió al escenario, el público se rió de las desventuras de este pobre marido "que se cubre de azafrán"!
Le cocu sigue a Putain de toi (1954) y precede a La traitresse (1961): un bello viaje por la senda de los adulterios brassenianos. En el mismo disco ya se aborda el tema de la infidelidad matrimonial. Con delicadeza en Bonhomme, con alegría en La femme d'Hector, sin olvidar la inspirada diatriba de Le Pornographe:
Ma femme sacrifie à sa vieille habitude
De faire, à tout venant, les honneurs de mon lit.
(Mi mujer se sacrifica a su vieja costumbre
de hacer, a todos los que vienen, los honores de mi cama.)
Muchos poetas han cantado los estrechos y misteriosos vínculos entre el amor y la muerte. Entre Eros, dios del amor, y Tánatos, personificación de la muerte. Brassens, por su parte, disfruta asociando el adulterio y la muerte: dos de sus temas favoritos. En La fessée, se acuesta (en la misma capilla ardiente) con la viuda de un amigo (pero en La traitresse ¡apela a la muerte cuando descubre que su amante prefiere a su marido!). Pero si Eros y Tánatos le hacen cosquillas, también asocia... ¡la amistad! En efecto, une con fruición la infidelidad y la amistad. Si hay que compartir, mejor que sea con amigos: "Enamorada, mi mujer es dulce, todos mis amigos te lo dirán” (Les casseuses). Un pequeño guiño en Les trompettes de la renommée sobre sus amigos que le "mirarán de reojo si se atreve a publicar los nombres de algunas de sus amantes”. En la hilarante canción L'andropause admite, ante esos maridos resentidos que han escrito en la pared de su casa "Aquí vive un viejo chivo que ya no tiene erecciones", que ha cogido la viruela. Pertinentemente quiere especificar:
¡Dios, el adulterio ha inspirado a Brassens! Con una pluma viva, deslumbrante y original, insufla un espíritu vivaz a uno de los temas más clásicos y manidos de la literatura, el teatro, el cine y la canción...
¡Con qué arte consumado canta a los cornudos, ya sean voluntarios o víctimas! También canta a las mujeres adúlteras, sean quienes sean: la que toma un amante para engañar a su marido (Le cocu), la que "elige a su marido para engañar a su amante" (La traîtesse), la que engaña sin engañar porque sólo engaña en su mente (Pénélope). “Y si uno no tiene naturaleza de santo / se cuelga soñando con la mujer del vecino" (Une petite Ève en trop), sin olvidar la "vecina angustiada" de L'orage. No olvidemos la auténtica historia -que comparte- de Lèche-cocu. El personaje corteja excesivamente a los maridos para acercarse a sus mujeres, ¡mientras sus amigos se aprovechan de ello para cortejar a su mujer! Hay que señalar que, en La nymphomane, es él quien, harto del ardor de su otra mitad, llega a desear "que ella se vuelva salvaje [...] Que tome un amante o dos para que me ayuden...".
Alfonse Bonnafé escribe sobre Le Cocu, que fue a Jouhandeau a quien le recordó esta canción. El escritor cuenta una curiosa anécdota: la de un marido cuya esposa le llamó cuando estaba en la cama con un amante, para pedirle que los arropase. “Ya voy", dijo el marido, "¡y los arropo!
El marido engañado de Brassens, como el cornudo de Jouhandeau, ¿demostró, sin mencionar su candidez, una extrema credulidad, cobardía, masoquismo? ¿o simplemente amó con un gran amor: el del que todo lo perdona, el del que todo lo excusa? Cada uno que se responda.
Con ciertas generosas libertades (como un final, completamente diferente al propuesto por Brassens; pero que se hacía difícil de comprender en nuestro idioma si se mantenía el contenido original (es una expresión muy francesa relativa a los ferroviarios basada en su particular cultura popular). He preferido utilizar la metáfora del cuco, el pájaro ladrón que se cuela en nidos ajenos y roba o arroja fuera los huevos originales de los dueños “el muy cuco”. Además, fonéticamente (aunque con el rol invertido) es similar a “cocu”. En francés cocú significa marido engañado, o cornudo. Sin embargo; nuestro cuco (en francés coucou, igualmente una onomatopeya, al igual que la española) no parece tener relación con el cocu de la canción en absoluto. De todas formas, y dada la dificultad, y antes de llegar a comprender la opinión de los franceses sobre los jefes de estación (de esa relación me enteré posteriormente), me pareció interesante como solución a un final. ¡Que el buen maestro me perdone!
(Comentarios del autor)
Le Cocu viene a corroborar que las cosas no son tan simples; no hace falta decirlo. Pero, Talleyrand dice, "es aún mejor cuando lo dices". El cornudo de Brassens no es sólo un ser grotesco y fácil. No es ciego, a diferencia de la mayoría de sus compañeros de desgracia. Su melancolía tiene acentos desgarradores. Esta divertida canción tiene un regusto de tristeza.
(Comentarios de René Fallet en Georges Brassens. Traducción libre)
Después del tema de la lealtad, viene el contrapeso de la infidelidad con la que Brassens juega en la canción El cornudo. Con este texto, Brassens inaugura una serie de canciones sobre el tema del adulterio, un tema que girará en todas las direcciones y para el que imaginará las situaciones más divertidas (aparecerá más adelante en otros discos La traidora, La mujer adúltera y Chupacuernos).
(Traducción libre de un extracto del blog de Bernard "Musique, piafs et billets d'humeur".
En varias ocasiones he podido constatar, con asombro, esta memoria de Joaquín Sabina. Una de ellas tuvo lugar en Zaragoza, cuando vino en 1986 a dar un concierto en la plaza de toros. Cenamos la noche anterior con los organizadores y me invitó a hacer una canción juntos al día siguiente. Yo le sugerí "El gorila", porque nos evitaría tener que ensayar mucho. Le gustó la idea, tanto que a la salida del restaurante sacó un papelito y me mostró que estaba creando una canción muy estilo Brassens. Era "Cuernos", que se cantó en "Hotel, dulce hotel" y, en efecto, en un asunto brasseriano.
"Tienes que conseguir que su marido
valga para cornudo, el elegido
tendrá que ser civilizado;
huye de la mujer del comisario,
¿qué vas a hacer desnudo en el armario
de un tipo que va armado?
El papelito me lo regaló y aún lo conservo.
(Entrevista a Joaquín Carbonell)
Grabada el 13 de octubre de 1958, Le cocu es una canción un poco olvidada. Es una pena. ¡Cuando salió al escenario, el público se rió de las desventuras de este pobre marido "que se cubre de azafrán"!
Le cocu sigue a Putain de toi (1954) y precede a La traitresse (1961): un bello viaje por la senda de los adulterios brassenianos. En el mismo disco ya se aborda el tema de la infidelidad matrimonial. Con delicadeza en Bonhomme, con alegría en La femme d'Hector, sin olvidar la inspirada diatriba de Le Pornographe:
Ma femme est, soit dit en passant
D'un naturel concupiscent
Qui l'incite à se coucher nue
Sous le premier venu
"Mi mujer es, por cierto,
de una naturaleza concupiscente
que la incita a tumbarse desnuda
bajo el primero que llega.
Se trata, sin duda, de la misma esposa voluble de nuestro desdichado cornudo que proclama amargamente: Ma femme sacrifie à sa vieille habitude
De faire, à tout venant, les honneurs de mon lit.
(Mi mujer se sacrifica a su vieja costumbre
de hacer, a todos los que vienen, los honores de mi cama.)
Muchos poetas han cantado los estrechos y misteriosos vínculos entre el amor y la muerte. Entre Eros, dios del amor, y Tánatos, personificación de la muerte. Brassens, por su parte, disfruta asociando el adulterio y la muerte: dos de sus temas favoritos. En La fessée, se acuesta (en la misma capilla ardiente) con la viuda de un amigo (pero en La traitresse ¡apela a la muerte cuando descubre que su amante prefiere a su marido!). Pero si Eros y Tánatos le hacen cosquillas, también asocia... ¡la amistad! En efecto, une con fruición la infidelidad y la amistad. Si hay que compartir, mejor que sea con amigos: "Enamorada, mi mujer es dulce, todos mis amigos te lo dirán” (Les casseuses). Un pequeño guiño en Les trompettes de la renommée sobre sus amigos que le "mirarán de reojo si se atreve a publicar los nombres de algunas de sus amantes”. En la hilarante canción L'andropause admite, ante esos maridos resentidos que han escrito en la pared de su casa "Aquí vive un viejo chivo que ya no tiene erecciones", que ha cogido la viruela. Pertinentemente quiere especificar:
Mes copains, mon bassiste et tous ceux de la troupe
En souffrirent bientôt, nul n'en fut préservé
Or je fus le premier à l'avoir dans le groupe
Si j' n'ai plus d'érections, comment est-ce arrivé?
(Mis amigos, mi bajista y todos los de la banda
lo sufrieron enseguida, ninguno se libró de ello.
Pero fui el primero en tenerlo en el grupo.
Si ya no tengo una erección ¿cómo pudo ocurrir?)
Y luego está la cumbre incomparable del humor adúltero: A la sombra de los maridos. Para no ofender a su amigo, continúa, en contra de su voluntad, honrando a su mujer: "Pero, su marido y yo, somos Orestes y Pílades / Y, para mantener al amigo, todavía la engatuso". ¡Dios, el adulterio ha inspirado a Brassens! Con una pluma viva, deslumbrante y original, insufla un espíritu vivaz a uno de los temas más clásicos y manidos de la literatura, el teatro, el cine y la canción...
¡Con qué arte consumado canta a los cornudos, ya sean voluntarios o víctimas! También canta a las mujeres adúlteras, sean quienes sean: la que toma un amante para engañar a su marido (Le cocu), la que "elige a su marido para engañar a su amante" (La traîtesse), la que engaña sin engañar porque sólo engaña en su mente (Pénélope). “Y si uno no tiene naturaleza de santo / se cuelga soñando con la mujer del vecino" (Une petite Ève en trop), sin olvidar la "vecina angustiada" de L'orage. No olvidemos la auténtica historia -que comparte- de Lèche-cocu. El personaje corteja excesivamente a los maridos para acercarse a sus mujeres, ¡mientras sus amigos se aprovechan de ello para cortejar a su mujer! Hay que señalar que, en La nymphomane, es él quien, harto del ardor de su otra mitad, llega a desear "que ella se vuelva salvaje [...] Que tome un amante o dos para que me ayuden...".
Alfonse Bonnafé escribe sobre Le Cocu, que fue a Jouhandeau a quien le recordó esta canción. El escritor cuenta una curiosa anécdota: la de un marido cuya esposa le llamó cuando estaba en la cama con un amante, para pedirle que los arropase. “Ya voy", dijo el marido, "¡y los arropo!
El marido engañado de Brassens, como el cornudo de Jouhandeau, ¿demostró, sin mencionar su candidez, una extrema credulidad, cobardía, masoquismo? ¿o simplemente amó con un gran amor: el del que todo lo perdona, el del que todo lo excusa? Cada uno que se responda.
(Traducción libre de un artículo de Jean-Paul Sermonte en Les amis de Georges.)
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