El bulevar del tiempo que pasa (artículos)
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Tema perteneciente a su álbum Trompe la mort (1976) grabado en mayo de 1968 y publicado en diciembre de 1976. La canción hace referencia al bulevar Saint Michel, donde tuvieron lugar los acontecimientos de mayo de 1968. En mayo y junio de ese año hubo grandes movimientos y manifestaciones en Francia impulsadas, mucha de ellas por jóvenes airados. Estos acontecimientos constituyen un importante periodo de la historia contemporánea de Francia caracterizado por una amplia revuelta espontánea, de carácter cultural, social y político, dirigida contra la sociedad tradicional y el capitalismo. Brassens, muchos años después, compone este canto al desengaño con el cambio de perspectiva que dan los años puesto que tiene ya una edad de 55 años (5 años antes de su muerte) y en la que los desengaños pudieron haber hecho efecto ya en su forma de pensar. Se añade también la circunstancia de que nos encontramos 8 años después de las revueltas del 68 francés, a las que ahora desde la distancia, juzga con más realismo.
Se acusa a Brassens de no haberse implicado directamente con la revuelta de aquellos años. Resultaba sorprendente que no se significara en esa época y sobre este asunto. Cuando fue preguntado por dónde se encontraba cuando ocurrieron estos hechos él, con aparente cinismo, confesaba. “Estaba haciendo mis cálculos…”. La respuesta parece una burla; pero era literalmente cierta. Brassens padeció toda su vida del riñón y padeció numerosos cólicos. De hecho, en muchos recitales hubo de actuar entre grandes dolores. Al final, los cálculos del destino acabaron con él: murió de cáncer de riñón una semana después de cumplir 60 años.
El bulevar del tiempo que pasa es una canción atípica en la obra de Brassens. Brassens afirma que, si se forma un grupo de más de cuatro personas, el individuo en ocasiones se vuelve idiota. Así que no podemos sino sorprendernos al oírle describir la vida de los communards (compañeros, comuneros) y de los agitadores sociales en su conjunto, que viven en grupos y actúan según preceptos o ideas.
La interpretación de esta canción no es evidente. Como en cualquier poema en verso corto, Brassens tuvo que prescindir de una situación, y de los muchos detalles que nos hubieran permitido afirmar sin error de qué se trata. Se podría pensar que este es uno de los puntos fuertes de la poesía, decir poco, mientras sugiere mucho, y dejar una gran sombra misteriosa. Sin embargo, tres pistas nos hacen pensar que se trataba de los comuneros la Comuna de París: La primera el título de la canción que ya nos pone sobre la pista. Le boulevard du temps qui passe es ciertamente una metáfora, una metáfora del tiempo sin fin, del tiempo que acepta el progreso, ese tiempo que la Ilustración descubrió, y que sólo el siglo XIX simboliza. Brassens tenía una sólida cultura autodidacta. Es muy probable que se refiriera al progreso político a través de esta fina metáfora. El bulevar es el lugar donde se construye la revolución moderna. La revolución moderna es el acontecimiento que rompe el tiempo cíclico, y hace que la política entre en la historia, continua, tendente al progreso. La segunda pista la encontramos en las personalidades de los jóvenes que alteran las ideas bajas y los hombres blandos y gordos. Brassens los retrata como bribones, pero en su mente podrían ser revolucionarios, ya que el adulterio es una forma de desestabilización social que le divierte mucho. El tercer aspecto que nos termina de convencer es una doble referencia histórica: la referencia directa a los comuneros -le temps des cerises- (el tiempo de las cerezas), y a su sangrienta historia -fueron masacrados y detenidos por los cadetes, y luego puestos bajo arresto durante varias décadas.
Por eso pensamos que Brassens canta aquí un relato épico de la vida de los revolucionarios del siglo XVIII, los que lucharon primero por la república y luego por la comuna. Puede que Brassens incluso cante sobre la única forma de participación política que le conviene: la revuelta social y el derrocamiento del poder. Pero sólo podremos verificar nuestra hipótesis en la tercera parte, cuando entremos en un análisis crítico de la relación de Brassens con la política.
(NOTA: En contra de la opinión de este trabajo yo estimo que se trataba, más bien, del mayo del 68 -como símbolo de todas las revoluciones juveniles-. Las pistas, en este sentido, serían estas: 1º Identifica los ideales revolucionarios con jóvenes (jóvenes contra burgueses), 2º El lanzamiento de adoquines (durante el mayo de 68 hubo fuertes chubascos de este meteoro sobre París y cuando la lluvia cesó los estudiantes se tumbaron en la playa recientemente aparecida: “Debajo de los adoquines está la playa”, aseguraban), 3º Brassens no habla de muertes o ajusticiamientos como fue en el caso de la Revolución Francesa y la Comuna de París (aunque eso sí, hay referencias a ambas: el “Ça ira”, la época de las cerezas…)
La atmósfera insurreccional de esta canción ha sido traída por Brassens hacia los temas que le son queridos. No es habitual relacionar el adulterio y la agitación en cada casa con la revolución y el cambio político. Está claro que, para Brassens, el placer que se obtiene de una revolución va más allá de un simple cambio de sistema. Procede de un instinto más profundo, que consiste en trastornar el orden establecido, en poner patas arriba todo lo que está fijado, todo lo que está tranquilo, pacífico y feliz de existir como tal. Brassens también atacará todo lo que es mediocre y pequeñoburgués.
La canción evoluciona de manera pesimista, el tiempo aplasta los espíritus revolucionarios. Al final insinúa una traición a los ideales juveniles y una tendencia al conservadurismo. Ahí lo deja; se limita a realizar una simple descripción de los devastadores efectos del tiempo en la rebeldía. En ese sentido se yuxtapone con algunas otras canciones “maduras”. Veamos por ejemplo “Morir por las ideas”:
Cuando le preguntaron a Georges Brassens qué había hecho en 1968, respondió que lo había pasado en el hospital. La respuesta podía parecer un poco provocadora en aquellos años de agitación, de "imaginación en el poder", cuando toda revolución y agitación parecía posible, pero era auténtica. Brassens padecía desde su juventud (sólo tenía 46 años en 1968) una grave y muy dolorosa forma de cálculos renales, que le provocaba a menudo crisis insoportables; naturalmente, la pregunta que se le había formulado (tal vez en contraste con Léo Ferré, que había participado activamente en la protesta) presuponía una posición respecto a los acontecimientos. "Nanni Svampa y Mario Mascioli escriben en la introducción del libro Brassens - Tutte le canzoni (la "biblia" de Brassens en italiano, publicada por Franco Muzzio en 1991 y que contiene la larga entrevista que Brassens concedió a su amigo, periodista y sacerdote, el hermano André Sève): "…autor de textos violentamente satíricos contra el poder y la violencia, vivió el 68 de la forma más coherente con su filosofía: El pensamiento es del individuo, aunque se dedique a la sociedad, y en todo caso no es con manifestaciones masivas como se presta el mejor servicio a la difusión de las ideas. Además, está luchando con sus problemas de salud, sus dolorosos cálculos renales que le acompañan desde los 25 años". Sin embargo, Georges Brassens quiso manifestar que simpatizaba con los jóvenes manifestantes de Mayo del 68, pero manteniéndose fiel a su anarquismo extremadamente individualista; ahí es precisamente donde entra esta canción, fechada hacia 1972 e incluida en el álbum "Don Juan".
Hay pocas dudas de que la canción se refiere precisamente a los acontecimientos de esos años anteriores. Si a Brassens se le pedía una "posición", la proporcionaba de la forma que más le convenía: una canción. Una canción que, además, emana de una "tradición" francófona de cantautores (véase, por ejemplo, “Les Bourgeois” de Jacques Brel) centrada en los "ardores de la juventud" (los famosos "veinte años") que invariablemente se convierten en burguesía senescente, en conservadurismo, no pocas veces en auténtico reaccionarismo. Como hemos sobrepasado ya medio siglo de aquel famoso 1968, (el que esto escribe tenía la hermosa edad de cinco años, y cuando a veces me preguntan qué hice ese año respondo que ya estaba en el Frente Popular del Jardín de Infantes, además de ser fundador de la BRU -Niños Revolucionarios Unidos-, y tal vez alguien se lo crea también...), la propuesta expresada por el Webmaster del sitio, Lorenzo Masetti, de insertar esta canción me encontró inmediatamente de acuerdo. Y sin "Extras". Cualquier cosa menos "Extras". En los últimos tiempos, de hecho, el "cincuentenario" del 68 ha encontrado su lugar en los malos tiempos que estamos viviendo, y hacerlo con esta canción de Brassens es una oportunidad que no hay que desaprovechar, porque será poco probable que los de "mi generación" (¡palabra clave!) puedan celebrar el centenario en 2068 (yo debería tener 105 años, y mi salud ya está algo quebrada a los 55).
(NOTA: “Pero sí, el centenario de su nacimiento el 22 de octubre de 2021, aún con la salud firme para homenajear y recordar al cantautor)
Se acusa a Brassens de no haberse implicado directamente con la revuelta de aquellos años. Resultaba sorprendente que no se significara en esa época y sobre este asunto. Cuando fue preguntado por dónde se encontraba cuando ocurrieron estos hechos él, con aparente cinismo, confesaba. “Estaba haciendo mis cálculos…”. La respuesta parece una burla; pero era literalmente cierta. Brassens padeció toda su vida del riñón y padeció numerosos cólicos. De hecho, en muchos recitales hubo de actuar entre grandes dolores. Al final, los cálculos del destino acabaron con él: murió de cáncer de riñón una semana después de cumplir 60 años.
(Comentarios del autor)
El bulevar del tiempo que pasa es una canción atípica en la obra de Brassens. Brassens afirma que, si se forma un grupo de más de cuatro personas, el individuo en ocasiones se vuelve idiota. Así que no podemos sino sorprendernos al oírle describir la vida de los communards (compañeros, comuneros) y de los agitadores sociales en su conjunto, que viven en grupos y actúan según preceptos o ideas.
La interpretación de esta canción no es evidente. Como en cualquier poema en verso corto, Brassens tuvo que prescindir de una situación, y de los muchos detalles que nos hubieran permitido afirmar sin error de qué se trata. Se podría pensar que este es uno de los puntos fuertes de la poesía, decir poco, mientras sugiere mucho, y dejar una gran sombra misteriosa. Sin embargo, tres pistas nos hacen pensar que se trataba de los comuneros la Comuna de París: La primera el título de la canción que ya nos pone sobre la pista. Le boulevard du temps qui passe es ciertamente una metáfora, una metáfora del tiempo sin fin, del tiempo que acepta el progreso, ese tiempo que la Ilustración descubrió, y que sólo el siglo XIX simboliza. Brassens tenía una sólida cultura autodidacta. Es muy probable que se refiriera al progreso político a través de esta fina metáfora. El bulevar es el lugar donde se construye la revolución moderna. La revolución moderna es el acontecimiento que rompe el tiempo cíclico, y hace que la política entre en la historia, continua, tendente al progreso. La segunda pista la encontramos en las personalidades de los jóvenes que alteran las ideas bajas y los hombres blandos y gordos. Brassens los retrata como bribones, pero en su mente podrían ser revolucionarios, ya que el adulterio es una forma de desestabilización social que le divierte mucho. El tercer aspecto que nos termina de convencer es una doble referencia histórica: la referencia directa a los comuneros -le temps des cerises- (el tiempo de las cerezas), y a su sangrienta historia -fueron masacrados y detenidos por los cadetes, y luego puestos bajo arresto durante varias décadas.
Por eso pensamos que Brassens canta aquí un relato épico de la vida de los revolucionarios del siglo XVIII, los que lucharon primero por la república y luego por la comuna. Puede que Brassens incluso cante sobre la única forma de participación política que le conviene: la revuelta social y el derrocamiento del poder. Pero sólo podremos verificar nuestra hipótesis en la tercera parte, cuando entremos en un análisis crítico de la relación de Brassens con la política.
(NOTA: En contra de la opinión de este trabajo yo estimo que se trataba, más bien, del mayo del 68 -como símbolo de todas las revoluciones juveniles-. Las pistas, en este sentido, serían estas: 1º Identifica los ideales revolucionarios con jóvenes (jóvenes contra burgueses), 2º El lanzamiento de adoquines (durante el mayo de 68 hubo fuertes chubascos de este meteoro sobre París y cuando la lluvia cesó los estudiantes se tumbaron en la playa recientemente aparecida: “Debajo de los adoquines está la playa”, aseguraban), 3º Brassens no habla de muertes o ajusticiamientos como fue en el caso de la Revolución Francesa y la Comuna de París (aunque eso sí, hay referencias a ambas: el “Ça ira”, la época de las cerezas…)
La atmósfera insurreccional de esta canción ha sido traída por Brassens hacia los temas que le son queridos. No es habitual relacionar el adulterio y la agitación en cada casa con la revolución y el cambio político. Está claro que, para Brassens, el placer que se obtiene de una revolución va más allá de un simple cambio de sistema. Procede de un instinto más profundo, que consiste en trastornar el orden establecido, en poner patas arriba todo lo que está fijado, todo lo que está tranquilo, pacífico y feliz de existir como tal. Brassens también atacará todo lo que es mediocre y pequeñoburgués.
La canción evoluciona de manera pesimista, el tiempo aplasta los espíritus revolucionarios. Al final insinúa una traición a los ideales juveniles y una tendencia al conservadurismo. Ahí lo deja; se limita a realizar una simple descripción de los devastadores efectos del tiempo en la rebeldía. En ese sentido se yuxtapone con algunas otras canciones “maduras”. Veamos por ejemplo “Morir por las ideas”:
Es una locura perder la vida por las ideas
Ideas como esa que van y vienen
Tres pequeñas vueltas tres pequeñas muertes y luego se van
…
Que ninguna idea en la tierra es digna de la muerte
Que debemos dejar este papel a los que no lo tienen;
pero estoy seguro de que es una buena idea
Son gachas para gatos y perros.
Es decir; Saturno venciendo a la revolución.(Traducción libre de “Análisis temático de los escritos de Brassens. La parte final, de cosecha propia, en antítesis con lo que propone el documento.)
Cuando le preguntaron a Georges Brassens qué había hecho en 1968, respondió que lo había pasado en el hospital. La respuesta podía parecer un poco provocadora en aquellos años de agitación, de "imaginación en el poder", cuando toda revolución y agitación parecía posible, pero era auténtica. Brassens padecía desde su juventud (sólo tenía 46 años en 1968) una grave y muy dolorosa forma de cálculos renales, que le provocaba a menudo crisis insoportables; naturalmente, la pregunta que se le había formulado (tal vez en contraste con Léo Ferré, que había participado activamente en la protesta) presuponía una posición respecto a los acontecimientos. "Nanni Svampa y Mario Mascioli escriben en la introducción del libro Brassens - Tutte le canzoni (la "biblia" de Brassens en italiano, publicada por Franco Muzzio en 1991 y que contiene la larga entrevista que Brassens concedió a su amigo, periodista y sacerdote, el hermano André Sève): "…autor de textos violentamente satíricos contra el poder y la violencia, vivió el 68 de la forma más coherente con su filosofía: El pensamiento es del individuo, aunque se dedique a la sociedad, y en todo caso no es con manifestaciones masivas como se presta el mejor servicio a la difusión de las ideas. Además, está luchando con sus problemas de salud, sus dolorosos cálculos renales que le acompañan desde los 25 años". Sin embargo, Georges Brassens quiso manifestar que simpatizaba con los jóvenes manifestantes de Mayo del 68, pero manteniéndose fiel a su anarquismo extremadamente individualista; ahí es precisamente donde entra esta canción, fechada hacia 1972 e incluida en el álbum "Don Juan".
Hay pocas dudas de que la canción se refiere precisamente a los acontecimientos de esos años anteriores. Si a Brassens se le pedía una "posición", la proporcionaba de la forma que más le convenía: una canción. Una canción que, además, emana de una "tradición" francófona de cantautores (véase, por ejemplo, “Les Bourgeois” de Jacques Brel) centrada en los "ardores de la juventud" (los famosos "veinte años") que invariablemente se convierten en burguesía senescente, en conservadurismo, no pocas veces en auténtico reaccionarismo. Como hemos sobrepasado ya medio siglo de aquel famoso 1968, (el que esto escribe tenía la hermosa edad de cinco años, y cuando a veces me preguntan qué hice ese año respondo que ya estaba en el Frente Popular del Jardín de Infantes, además de ser fundador de la BRU -Niños Revolucionarios Unidos-, y tal vez alguien se lo crea también...), la propuesta expresada por el Webmaster del sitio, Lorenzo Masetti, de insertar esta canción me encontró inmediatamente de acuerdo. Y sin "Extras". Cualquier cosa menos "Extras". En los últimos tiempos, de hecho, el "cincuentenario" del 68 ha encontrado su lugar en los malos tiempos que estamos viviendo, y hacerlo con esta canción de Brassens es una oportunidad que no hay que desaprovechar, porque será poco probable que los de "mi generación" (¡palabra clave!) puedan celebrar el centenario en 2068 (yo debería tener 105 años, y mi salud ya está algo quebrada a los 55).
(NOTA: “Pero sí, el centenario de su nacimiento el 22 de octubre de 2021, aún con la salud firme para homenajear y recordar al cantautor)
(Extracto de “Canciones contra la guerra”. Artículo de Riccardo Venturi)
A raíz de la canción de Brassens sobre el "paso del tiempo", asociada a los bulevares parisinos que fueron escenario de la erupción del Primero de Mayo ("se pelearon como se juega"...), hay que hacer al menos una premisa: fue, efectivamente, una erupción. Unos meses más tarde, Francia ya estaba normalizada por su mayoría silenciosa, que votaba compactamente a De Gaulle, y el 68 se había trasladado a otros lugares, especialmente a Italia. No sólo eso: poco después, ya asistimos a una eterna tendencia francesa, la de nacionalizar e institucionalizar todo, especialmente las revoluciones: "nuestro mayo", "notre mai", etc.
Existe constancia de algunas correcciones y supresiones de Brassens respecto a la versión que conocemos:
He aquí los tres últimos versos de la primera estrofa tal y como los había escrito Georges BRASSENS antes de modificarlos:
A esta versión le siguió una segunda estrofa que Georges BRASSENS suprimió:
Existe constancia de algunas correcciones y supresiones de Brassens respecto a la versión que conocemos:
He aquí los tres últimos versos de la primera estrofa tal y como los había escrito Georges BRASSENS antes de modificarlos:
Vociférant, vitupérant
Tous les anciens, les vétérans,
Chancelant dans leur carapace.
(Vociferado, vituperando.
Todos los viejos, los veteranos,
Tambaleándose en sus caparazones.)
À boulet rouge, nom de nom,
Nous avons tiré au canon
Sur leur loi, leur esthétique,
Ayant à cœur de mettre à bas
Dans un branle-bas de combat
Ces vestiges du monde antique.
(Una bola roja, por Dios,
Disparamos el cañón
En su ley, su estética,
Teniendo en mente echar abajo
En la sacudida del combate
Estos vestigios del mundo antiguo.)
(Tomado de “Space Brassens”)
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