Balada de los felices paletos que nacieron en alguna parte (artículos)

 Comentarios



La canción empieza así: “Es cierto que son bonitos todos esos pueblecitos, todas esas villas, esas aldeas, esos lugares, esas ciudades; con sus castillos, sus iglesias, sus playas. Sólo tienen un punto discordante y es que están habitadas, están habitadas por gentes que miran al resto con desprecio desde lo alto de sus murallas.” Por "sus iglesias" podríamos pensar que el autor se refiere, por ejemplo, a la iglesia de San Luis en Sète; por "sus playas", podría referirse a las de Sète (especialmente la playa de la Corniche, que guarda recuerdos de su infancia) donde quiere ser enterrado un día como leeremos más tarde. En la segunda estrofa, aparece su ciudad natal: "Que abandonen París, o Roma, o Sète". La canción trata sobre la gente que viene de cualquier lugar, aquí capitales como París, Roma y otra ciudad que no es capital; pero que, para el autor, tiene la misma importancia: Séte. Estos habitantes no se comportan de forma modélica y les llama "tontos felices", "gente que mira al resto con desprecio", "portadores de felicidad precaria" y "raza incongruente e inoportuna"…

(Comentario de fuente no datada)

 

Brassens aborda con júbilo la mirada de los desarraigados. Todos hemos tenido que sufrir de esta raza de intolerantes el desprecio. Estas mentes cerradas en forma de postal, para la que el país del vecino sólo puede valer una mierda. Con astucia, citando a Sète, Brassens no intenta escapar por la puerta falsa. El tono alegre se vela en el último verso para recordarnos que estos "tontos felices" no siempre son inofensivos y que la vida sería más hermosa si estos maníacos "no nacieran en algún lugar" sino simplemente en ninguna parte

Ante el texto de la canción sospechamos que algo no encaja en el pensamiento declarado de Brassens. Al citar a Sète como uno de los lugares donde viven esos tontos felices parece contradecirse un poco (Además, en Suplica para ser enterrado en la playa de Séte, hace exactamente lo que critica aquí). Varios autores discuten sobre el sentido de pertenencia y enraizamiento de Brassens con Sète aclarando que se trata más bien de un apego no peyorativo, sino nostálgico de su infancia.

Oportuna canción que se hace actual a la luz de los acontecimientos últimos en la política española: el proceso secesionista de Cataluña, la fuerza del nacionalismo en el País Vasco, Cataluña (también en otras comunidades: Baleares, Galicia con menos arraigo), el propio nacionalismo español... La canción es una buena vacuna contra esta ideología. "España nos roba", "Los españoles primero", "Rumano, vete a tu país"... son frases escuchadas y leídas con frecuencia. Hemos importado el "chauvinismo" y lo hemos mejoramos en el peor sentido.

(Comentarios personales del autor)

 

Entregado a mis solos recuerdos, me enfrasco en una especie de hagiografía de Georges Brassens, escrita por uno de sus amigos, André Tillieu, al poco de la muerte del cantante. Una anécdota en particular me conmueve porque he vivido en dos ocasiones la misma situación, con distintos protagonistas. Brassens está comiendo en un restaurante, con un par de amigos. Se acerca un desconocido: – Yo te conozco, te he visto en la tele, sí hombre, tú cantas, tú eres… tú eres… Brassens se levanta ceremonioso, le tiende la mano y se presenta: – Jacques Brel, para servirle.

 La otra anécdota se refiere no a Georges sino a su padre, Louis Brassens, albañil de Sète, anarquista por convicción más que por estudios, y un tremendo bronquista que jugaba a no estar de acuerdo con nadie y llevar la contraria a todos. En una visita a la Exposición Universal de París, pudo ver la recién levantada Torre Eiffel. Ahora bien, había en torno a aquella construcción una gigantesca polémica: media Francia consideraba que se trataba de un símbolo del progreso, de la belleza de los nuevos materiales y las nuevas formas asociadas a ellos, etc. La otra media abominaba de aquel engendro metálico y declaraba que la ridícula flecha de acero estropeaba para siempre el hasta entonces meritorio horizonte de la capital. Louis Brassens no tenía opción: o decía que le gustaba, y estaba con unos; o que no le gustaba, y entonces estaba con los otros. Intentó resolver la cuestión guardando un silencio desdeñoso.

 – Bueno, ¿qué te parece? – le urgieron sus familiares.

 Entonces, obligado a definirse, hinchó el pecho, avanzó el mentón y declaró, belicoso:

  – La han puesto en el sitio equivocado.

 (Extracto de “Desbandada de cormoranes y la torre que no encontró su sitop”. Punto y contrapunto. Blog de Paco Rodríguez de Lecea.)


Esta es una de las canciones más originales que existen. Nunca se le ocurriría a un artista despreciar su región o su ciudad natal y son muy pocos los que no han celebrado el país que les dio la luz. Cada uno exaltó, sublimó, su terruño. Y he aquí que Brassens se atreve a tratar de tontos felices a estos niños de su madre patria que dedican a su región una legítima - y excesiva - veneración. El título parece una respuesta a la canción de Jacques Debronckart Adélaïde (1965) que comienza así: "Me gustan las personas que han nacido en algún lugar, que sean de aquí o de cualquier lugar". En 1988 Maxime Le Forestier cantará también: "Nací en alguna parte. Déjeme esta referencia o pierdo la memoria..." La canción de Brassens es una diatriba divertida y feroz que se atreve a atacar una de las debilidades del orgullo humano. Fustiga la raza de los chovinistas y de los abanderados. La actitud agresiva de su nacionalismo beligerante lo subleva. Para él, los chovinistas (que salen de su agujero para morir en la guerra) y los patriotas son lo mismo. Además ¿no es el del nombre de un soldado de Napoleón, Nicolas Chauvin (famoso por su patriotismo chillón y sus cacareos intempestivos) de donde nació la palabra chauvinismo? El chovinismo es el clímax de la estupidez que tan a menudo conduce al racismo. Existe una divertida anécdota al respecto: en 1975, para su Vigilia (televisada) de Navidad en Provenza, Yvan Audouard, que evidentemente conocía mal la canción, pide a Brassens que comience su emisión con esta balada. Molestia visible de Yvan a medida que las coplas se suceden... Al final, Georges casi se disculpó: «No es más que una canción», declaró con esa dulzura maliciosa que le conocíamos.

(Extracto traducido libremente de la página francesa “Amigos de Brassens”)

Comentarios